Examen de conciencia. Dolor de corazón. Propósito de enmienda. Según el catecismo católico, estos son algunos de los requisitos para una buena confesión. Es decir, para una reconciliación de los seres humanos con su creador ante la falta cometida. Y aunque no hay una guía para la reconciliación entre personas que se han ofendido mutuamente, sea usted creyente o no, ¿no le parece la propuesta del catecismo católico un buen camino?
Examen de conciencia
Esta segunda vuelta pasará a la historia como una de las campañas electorales más agresivas que ha vivido el Perú. Quedan pocas dudas y, en la era de las redes sociales, muchas pruebas.
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¿Hay pedazos por recoger para rehacer el país y reconciliarnos entre peruanos y peruanas? “Claro que quedan. El tema es ver cómo quedan”, señala el psiquiatra Carlos Bromley Coloma, quien propone que pongamos las cosas en contexto. “No es que la agresividad brotara espontáneamente en estas elecciones. Hay que reconocer primero que vivimos en una sociedad desigual, donde prima la lógica del sálvese quien pueda, y que estos y otros problemas se han visto exacerbados durante la pandemia. El futuro se ve incierto. Es en ese escenario que se realizan elecciones en las que la incertidumbre y el temor, también exacerbados por el contexto, han hecho lo suyo”, dice.
Sigamos poniendo las cosas en contexto. “Tras la experiencia vivida con la publicación e implementación de las recomendaciones de la CVR, sabemos que la reconciliación no es precisamente el punto fuerte de la sociedad peruana”, señala Tesania Velázquez, psicóloga y docente de la PUCP. Ella propone, en este contexto, hablar de empatía y solidaridad para generar una narrativa que congregue a todas las partes. Tomemos nota de esa palabra: empatía. Ponerse en el lugar del otro. A ella volveremos.
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Dolor de corazón
¿Cómo seguir adelante después de haber lanzado frases como “serrano ignorante” o “limeño fascista”? ¿Cómo dejar de lado campañas como “chapa tu caviar”, que invitaron a la ciudadanía a hostilizar a ciertos personajes públicos, exponiendo sus datos personales?
Carlos Bromley señala que lo primero es tener voluntad para reconocer el error y asumir la agresión. “Reconocer que se ha cometido una falta es básico, pues eso demuestra que somos conscientes de que hemos obrado mal. Ese es el primer paso”, dice. Pero ¿ya están los ánimos lo suficientemente calmados como para reconocernos en el error? El Dr. Bromley responde, con tristeza y preocupación, que no.
Tesania Velázquez ve la foto de este momento con un filtro igual de sombrío. “Las circunstancias no ayudan por el momento. Hay noticias falsas que son transmitidas a gran velocidad y discursos públicos que siguen llamando a la confrontación en lugar de llamar a la calma y la unión. Yo espero, sinceramente, que el momento en el que se anuncie al ganador nos encuentre con los ánimos más templados y que nos demos cuenta entonces de que el Perú lo tenemos que construir y sostener todos juntos”, añade.
Entonces, ¿nos llegaremos a arrepentir de la agresión y el enfrentamiento social en el que nos hemos visto involucrados? La idea es que eso suceda, y para ello es importante salir de nuestro ensimismamiento.
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Propósito de enmienda
Para dar el siguiente paso, además de voluntad de reconocer el error, es necesario estar dispuestos enmendar el daño hecho. Propone el doctor Bromley, para empezar este proceso, la acción de entidades y personalidades representativas y cuya voz es escuchada en la sociedad. “Sería bueno, por ejemplo, escuchar al Acuerdo Nacional, que reúne a todos los partidos. A Transparencia, la Iglesia católica y la evangélica, que llamaron a los candidatos a firmar un compromiso; que los llamen también a la calma. El mismo Congreso electo, que acaba de recibir sus credenciales, puede llamar a la ciudadanía a la reconciliación”.
La doctora Velázquez considera que este es un tema que también debe tratarse en los espacios educativos. “No solo ahora, sino en todo momento. Hay que poner mucho más énfasis en la aceptación del otro, en la empatía, en el reconocimiento de nuestras rupturas”, añade.
El trabajo, sin embargo, también es personal, como lo señala Ana Cecilia Gonzales Vigil, cuyo trabajo se ha enfocado en terapias del perdón. “Cuando hablamos de perdón y reconciliación, hablamos de trabajar con tus reacciones, con tus juicios, con tus pensamientos. Cómo accionas, cómo reaccionas a los estímulos externos”, explica.
En esa línea, recomienda, primero, preguntarnos si nosotros nos condenaríamos o maltrataríamos por las decisiones que el otro ha tomado. Luego, soltar. “Este es un proceso, pero cuando nos damos cuenta del daño interno que nos hacemos al cargar un resentimiento la vida entera, no nos queda más que soltar. Soltar o destruirnos. Llega un momento en la vida en el que o soltamos la mochila o nos hundimos con ella”, explica. Y finalmente añade que el problema en los procesos de perdón y reconciliación radica en los juicios que nuestra mente emite. “Tenemos que enfrentarnos a ellos para darnos cuenta de aquello que no nos deja avanzar. Hay que reentrenar a la mente. Volver a aprender”, dice.
Ana Cecilia considera que en situaciones conflictivas como las que estamos viviendo debemos partir de la siguiente premisa para entender la situación que estamos viviendo: lo que moviliza al otro que me ataca es el miedo a perder algo que para él representa la seguridad, y ese otro, entonces, actúa sobre la base de ese miedo. Y, a través de ese reconocimiento, llegará la lucidez que nos llevará a perdonarnos. Sí, otra vez la empatía.
Dicho esto, ¿estamos dispuestos a soltar la rabia y reconocernos como parte de un mismo y diverso Perú bicentenario? Tenemos un mes para saberlo.
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LA OPINIÓN
El poder de la empatía, por Vanessa Custodio Quijano - Coordinadora de las Escuelas de Perdón y Reconciliación (Espere)
Cuando nos es difícil aceptar las diferencias, cuando creemos que nuestra postura es la correcta y los demás están equivocados, cuando nos centramos en nuestras necesidades y olvidamos las de los demás, podemos asumir posiciones intolerantes y ofensivas. Hay, pues, una ausencia de empatía. Cuando la desarrollamos, nos ayuda a ver las cosas más allá de nuestra perspectiva, dándonos la oportunidad de conocer a la otra persona. Desde las Escuelas de Perdón y Reconciliación, proponemos la empatía, el ponerse en el lugar del otro para entender su posición frente a la vida.
¿Qué tiene que ver la empatía con el perdón y la reconciliación? Todo. Si bien el perdón es un ejercicio personal –yo decido perdonar, así la otra persona no me lo pida–, la empatía es la que nos ayuda a liberarnos de la carga del hecho que nos hizo daño. Perdonar no es olvidar; es decidir no hacernos más daño y resignificar lo sucedido. Nos ponemos en el lugar de quien nos hizo daño, no para justificarlo, pero sí para entenderlo y otorgar el perdón que puede liberarnos de ser víctimas por siempre.
La reconciliación requiere mucho más de la empatía, se necesita a todas las partes involucradas dispuestas no solo a reconocer la falta y perdonar, sino también a reparar el daño cometido. Ese es el camino.
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