Verónica Linares: "No pienses en los niños"
Verónica Linares: "No pienses en los niños"
Redacción EC

La última vez que nos vimos me contó que estaba separándose de su mujer. Nos encontramos en una de esas grabaciones interminables del canal, en las que participan perro, pericote y gato. En un rincón del estudio se agarraba las manos mientras reflexionaba sobre lo importante que eran sus hijos. Por ellos, decía, no se iba de la casa. Le recordé que para todos los padres los hijos son lo primero, pero quedarse viviendo una mentira no era lo mejor.

Seis meses después, Joel sigue en lo mismo: vive con la madre de sus niños, pero ya no duermen juntos. Según él, los pequeños –de 4 y 6 años– no se dan cuenta. ¿Por qué los padres insistimos en subestimar a nuestros hijos?  Debe ser obvio para los chicos que antes mamá y papá despertaban en la misma cama y ahora no. Que antes se tomaban de la mano, se daban besos, se acariciaban, se llamaban por teléfono, conversaban, y ahora ya no.

Siempre será difícil entender que papá y mamá ya no están juntos. Mentirles no los librará del sufrimiento. Es solo una forma de postergarlo y, con ello, de postergar también la adaptación. Lo ideal es que sea menos doloroso para todos y tener las cosas claras ayuda bastante.

A nuestra conversación se sumó otra compañera de trabajo que dijo conocer mucho de ese limbo en el que al parecer viven bastantes parejas. De hecho, dijo, tenía unos tíos que vivían así hacía más de 50 años. Compartían la casa, pero cada uno andaba por su lado.

Me pregunto si realmente hicieron su propia vida. ¿Cómo curas una herida si cada vez que empieza a cicatrizar la raspas? Al parecer, los ancianos habían llegado a un acuerdo. Como ella no trabajaba y él se iba a hacer cargo de mantenerla junto a sus hijos, decidieron quedarse como estaban. Joel exclamó: ¡Claro, nosotros también!»

Imagino lo difícil que debe ser decirle a tu hijo que su papá se irá de la casa. Verlo llorar pidiéndole a papá que no se vaya debe ser horroroso. Ni qué decir si tal vez tu niño cree que eres la culpable de que su papá ya no lo quiera. Aparentemente, dejar las cosas como están evitaría escenas como esas. Pero a la larga es una puerta falsa.

Para empezar, ¿qué pasará contigo? Sí tú, la mujer y no la madre. ¿Nunca más volverás enamorarte? ¿Nunca más tendrás una pareja? No me refiero sola mente al sexo sino al  compañero, al amigo, al consejero, el apoyo. ¿O vas a llevar a tu enamorado a vivir con tu ex esposo en la misma casa? ¿Quién aceptaría eso?

Sé que la plata es importante. Que cada mes debes pagar el colegio, los gastos de la casa, el pediatra, la ropa de los niños y sola no puedes con todo. Sé que nunca has trabajado, pero tal vez podrías animarte a empezar a hacerlo. Quién sabe si eso que hacías como pasatiempo podría convertirse en una alternativa laboral. Sé que eres ama de casa por convicción y no quieres cambiarle la rutina a tus hijos. Entonces, está bien que sigas dedicándote a ellos en exclusiva. Pero en ninguno de los casos es obligatorio ni necesario que el papá de tus niños –tu ex– viva contigo.

Si tienes miedo de que no cumpla con la mensualidad y piensas que será más fácil pedirle la plata cada día. Si crees que no será lo suficientemente responsable para llegar a la hora a recogerlos y durmiendo ahí será más sencillo vigilarlo. Si no confías en la clase de ‘tías’ que le presentará a tus hijos cada fin de semana y prefieres supervisarlo. Si temes dejar a tus pequeños mucho rato bajo su cuidado. Si todo eso te pasa por la cabeza, entonces tal vez sería bueno que contemples la posibilidad de que un mentecato que no cambiará nunca. Ni lejos ni cerca de ti. Para todo hay solución: una cuenta bancaria, un familiar mediador, un horario adecuado de visitas, terapia, psicológica, un juicio, no sé.

Estoy segura de que si piensas con calma encontrarás la fórmula. O de repente la que no quiere separarse del mentecato eres tú. Creo que eso sí le haría mal a un niño: tener una mamá que no sabe lo que quiere y lo que le hace daño. No lo hagas por ellos, hazlo por ti.

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