Hace varios años Valeria Di Paolo caminaba por un club en Huachipa y le llamó la atención una perrita que andaba metida en un acequia. No solo estaba flaca hasta sus huesos, sino que además tenía media pata cercenada.
Valeria, del albergue Vida Digna, no le vio mucho futuro, pero igual la metió a su camioneta y la llevó al veterinario. Una vez atendida, la trasladó al albergue, donde se recuperó y meses más tarde consiguió una familia adoptiva que la adoró desde que la vio y que le da una gran vida hasta el día de hoy.
“Esa perrita es una guerrera. Estaba moribunda cuando la encontré y por eso pensé que merecía el nombre de una mujer valerosa, así que le puse Micaela por Micaela Bastidas”, cuenta Valeria.
Valiente es otro perro digno de admirar. Llegó cachorro al albergue Milagros Perrunos y desde ahí tuvo que acostumbrarse a andar en un carrito con ruedas. Este albergue y Sara Morán, su fundadora, son reconocidos por su labor con animales discapacitados y sin hogar.
En un albergue para perros y gatos rescatados, usualmente de condiciones deplorables, no es tarea fácil darles un nombre. Tal vez lo sea si tienes cinco, diez, quince animales, pero ¿qué pasa cuando el número supera los 80? Ahí solo toca “bautizarlos”, sin agua bendita, sí, pero con harto cariño e ingenio.
Majo Morales y Camila Lucioni, del albergue Wasi Wau, lo saben muy bien. Cuentan que a veces deben de recurrir a las ideas más inéditas para darle identidad a un animal que lo ha perdido casi todo.
Como en el caso de Covid, al que encontraron en plena cuarentena y hace poco fue adoptado.
Ceniza es otro caso. Un día Camila caminaba por una calle en Cieneguilla y vio acercarse a unos niños con una bolsa en manos. Iban secreteando y eso le llamó la atención, así que se quedó observándolos y notó que algo se movía adentro de la bolsa. Resultó ser una cría de perro con un corte en la panza que iba de lado a lado.
Sorprendidas por cómo esta perrita seguía viva, Camilia y Majo la llamaron Ceniza porque creyeron que no sobreviviría y que terminaría hecho cenizas. Pero la perrita vivió y hace unos días fue adoptada.
Otro nombre que sacaron de la nada es Venven. Majo la encontró en el Centro Financiero un día bien frío de invierno. Estaba muy flaca y enferma, así que le dijo “Ven! Ven!” y la perra se acercó. La dejó unas horas con un Sereno hasta que salió de la oficina. De ahí la llevó a una veterinaria y de ahí al albergue, en el que vive hace 4 años y sigue esperando que algún potencial adoptante se fije en ella.
En la mayoría de casos, los nombres son resultado directo del color del pelaje del animal, de su tamaño o la dimensión de alguna parte de su cuerpo. Como por ejemplo Tigresa, Canela y Blanca, del albergue Voz Animal. O Pirata, que fue rescatada con sus bebés y siempre le faltó un ojo.
Los perros Panza, Botitas y Huesos también recibieron sus nombres por estas razones. Una tenía una panzota desproporcionada respecto a su cuerpecito de cachorra. La otra tiene la parte inferior de sus patitas blancas y el por qué del nombre del tercero es bastante obvio.
En el caso de los perros Obama y Michelle también fue por un rasgo físico: pelaje negro. El primero llegó al albergue Vida Digna el día en que Barack Obama ganó las elecciones en Estados Unidos y poquito tiempo después apareció una perrita negra, así que la llamaron Michelle.
También están esos nombres que surgen a partir del lugar en el que fue rescatado el animal. Como es el caso de JP y Metro.
Majo Morales cuenta que un día regresaba de su oficina a su casa y vio a un “proyecto de Samoyedo” (así lo describe) totalmente blanco y con un polo rasgado encima. El perro caminaba muy lento por el medio de la avenida Javier Prado, cerca a Navarrete.
“El pobrecito tenia sus testículos enormes. Me llamó la atención que un perro estuviera ahí. Abrí la puerta de mi carro y el perro se metió sin dudarlo, así que me lo llevé de frente al veterinario. Antes de sacarle sangre para sus análisis, me piden su nombre y lo primero que se me ocurrió fue Javier Prado y el médico dijo ‘Ya, se llamará JP” (yei pi)”, recuerda Majo.
La de Metro es una historia similar. Este perro fue encontrado en medio de los carriles del Metropolitano. Valeria Verme, también de Vida Digna, tuvo que hacer toda una coordinación con las autoridades para poder rescatarlo. Fue llevado al albergue, donde pasó varios meses y hace una semana fue adoptado.
Cusco, Anita y Gamarra también responden a los lugares en los que fueron rescatados. El primero fue encontrado en Cusco con un cable amarrado en el hocico. La segunda fue encontrada preñada y con TVT en Santa Anita y la tercera fue encontrada en Gamarra con el fémur roto. Los dos primeros fueron adoptados del albergue Voz Animal. Gamarra sigue en Wasi Wau.
Y bueno, cómo no mencionar a los perros que reciben sus nombres a raíz de personajes reconocidos de la política, el deporte, la farándula, personajes de películas, etc. Es el caso de Gareca, Muñoz y Chewbacca. Al primero lo “bautizaron” en honor a Ricardo Gareca cuando la selección peruana de fútbol clasificó al Mundial. Al segundo le dieron su nombre el día en el que Jorge Muñoz ganó la alcaldía de Lima. Esa misma madrugada el perrito había sido abandonado en la puerta del albergue Vida Digna. Felizmente meses después fue adoptado y su nueva familia le cambió el nombre a Rex. La tercera fue rescatada de un basural en Ate, llena de motas en el cuerpo. También terminó siendo adoptada.
Si bien los nombres, la apariencia y las características de los perros en adopción es lo que atrae a primera vista a potenciales adoptantes, normalmente lo que termina cerrando el trato es el perro en sí. Y es que una vez que se les da la oportunidad de mostrar su verdadera personalidad, no hay ingenio ni creatividad que jueguen en contra o a favor. Finalmente es el perro quien tiene la tarea de convencer al humano que un perro es todo lo que necesita.
Los albergues que citamos para esta nota; Vida Digna, Wasi Wau, Voz Animal y Milagros Perrunos, son cuatro de los ocho albergues de perros afiliados a WUF, una asociación sin fines de lucro dedicada a la promoción de la adopción, el trabajo de concientización sobre la realidad de los perros en estado de abandono y la ejecución de proyectos que contribuyan a la construcción de un mundo mejor para todos los perros.
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