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El Dalai Lama antes de la gran polémica: ¿cómo fue su única visita al Perú en 2006?
En medio de un lamentable acto contra el pudor cometido por el Dalai Lama contra un menor de edad, luego de lo cual se disculpó, recordamos la única visita del Dalai Lama al Perú en mayo de 2006. El poderoso rostro visible del budismo llegó cuando el gobierno del presidente Alejandro Toledo acababa su periodo constitucional.
El Dalai Lama pudo estar entre nosotros en junio de 1992, pero sus numerosos viajes lo impidieron. En ese tiempo viajó a Australia y al resto de Oceanía, incluso estuvo en Chile entre el 17 y 21 junio de 1992, en una visita privada. Sin embargo, como muestra de su deseo de estar en el Perú, el líder espiritual y político tibetano envió al Perú al “Sumo Pontífice de Buda”, Dombun Tulku Rimpoche. Años después cumplió con su palabra de visitarnos. En mayo de 2006, pudimos verlo en Lima y luego en Cusco. El Dalai Lama, lejos del escándalo de estos días al acosar a un niño, se paseó esa vez por la capital peruana con un mensaje de paz espiritual y hermandad entre todas las personas.
Esa vez de junio de 1992, el lama tibetano que llegó en representación del gran Dalai Lama dio una conferencia en Lima y expresó que traía al Perú “el mensaje lama de paz y solidaridad humana”. Era reciente el autogolpe del 5 de abril del presidente Alberto Fujimori y el país se debatía en medio de la violencia terrorista y una devastadora hiperinflación. La anomia social estaba presente en cada parte del país.
Dombun Tulku dio dos conferencias: una en el Hotel La Hacienda, en Miraflores, y otra en el campus de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). El tema central en ambas fue “la sabiduría del budismo tibetano, a través del método de liberación del sufrimiento y conocimiento de la verdadera naturaleza”.
Esta importante visita dio a entender a todos que el Dalai Lama estaba cerca. No obstante, durante toda la década de 1990 el gran líder del Tíbet no pisó tierra peruana. Enemigo político de la República Popular de China, invitar al Dalai Lama podía significar la enemistad o al menos la molestia del gigante asiático.
Quizás por ello, los peruanos debimos esperar hasta el 5 de abril de 2006 para que nos confirmaran la noticia de su visita. Sería al mes siguiente, en mayo, específicamente el 7 de mayo de 2006, cuando lo vimos llegar al Perú. Lo haría en el contexto de una gira por Latinoamérica.
Según la historia tibetana, fue el tercer sacerdote, Sonam Gyatso (1543-1588) quien instauró el término “Dalai Lama”, expresión proveniente del mongol “Dalai” (océano) y del tibetano “Lama” (maestro). Significa entonces: “Maestro de gran sabiduría”. Sonam Gyatso hizo que la figura del Dalai Lama fuera reconocida por los mongoles, en quienes difundió el budismo. Antes de ese cambio se les conocía como “Drepung Tulkus” (“Las reencarnaciones de Drepung”).
Por ello, la visita al Perú entre el 7 y 9 de mayo de 2006 del decimocuarto y actual Dalai Lama, cuyo nombre original es Tenzin Gyatso (1935), causó revuelo en el país. Llegó tras estar en Brasil, Argentina y Chile, a donde llegó no desde su tierra natal, el Tíbet, sino desde su exilio en Dharamsala, al norte de la India.
El Dalai Lama llegaba a Lima (luego al Cusco) invitado especialmente por la PUCP para dar conferencias, asistir a reuniones con distintas personalidades e incluso pudo encontrarse con seguidores budistas.
DALAI LAMA: EL PRIMER DÍA MOTIVADOR ENTRE JÓVENES
Su avión no aterrizó en Lima a la hora señalada (9:45 a.m.) debido a una densa neblina. Hizo un alto en Chiclayo, en la costa norte, y luego enrumbó a la capital a la que llegó al mediodía. El líder tibetano había obtenido el Premio Nobel de la Paz en 1989, y con esa autoridad global apostó en Lima por un discurso que planteaba la armonía entre todas las religiones.
En las puertas del hotel donde se hospedaría, lo recibieron varias decenas de personas vestidas a la usanza budista. El lama mayor estaba muy resguardado por su equipo deguardaespaldas. No era extraño verlo rodeado de sujetos con terno que lo cuidaban debido a posibles atentados (había sido amenazado muchas veces).
El Comercio del 8 de mayo de 2006 decía: “El Dalai Lama caminaba como un anciano maratonista, con una sonrisa abrigadora. Cuando pasó la puerta del Miraflores Park Plaza lo primero que hizo fue oler las flores a su paso concentrado. La prensa lo esperaba con desespero, pero él necesitaba reponer energía a solas, almorzando una sopa de verduras y un preparado de fideos, vegetales frescos y un poco de salmón”.
Llegó con una comitiva de 11 personas, algunos criticaron que se cobrara dinero por escucharlo, pero con ello se cubrían los gastos de su gira en varios países del continente; se informó a la prensa que, si sobraba dinero, este se donaría a obras de caridad.
El líder espiritual tenía ese mayo de 2006 70 años de edad, y el físico templado y firme. En el encuentro con la prensa de ese día, vestido de monje tradicional, hizo frente a los curiosos periodistas a quienes explicó temas como la violencia en Medio Oriente y el hambre en África. Sobre nuestra región le pareció que había progreso económico.
Por la noche, en el Polideportivo de la PUCP, en San Miguel, el Dalai Lama dio la conferencia “El poder, la tolerancia y la compasión” para más de tres mil personas. Allí expresó que la felicidad dependía de la paz interior, no de las cosas materiales. Por ello, dijo, el ego es el peor enemigo de la felicidad.
Algo agotado, volvió a su hotel y allí tuvo que recibir –en secreto– a la aún primera dama de la Nación, Eliane Karp.
DALAI LAMA: UN SEGUNDO DÍA INOLVIDABLE EN EL CUSCO
Al día siguiente, el 8 de mayo de 2006, alzó vuelo al Cusco. Todo fue llevado con frenesí por el corto tiempo de su agenda. En el Coricancha, como líder del budismo tibetano se encontró con una multitud de gente que fue testigo de su cita con un representante de la comunidad inca Q’ero. Los de Q’ero hicieron dos días de caminata para llegar y preguntar por el “papay lama”.
Era gente de las alturas, aliados del cerro Ausangate, que anunciaron que llegarían con algunos altomisayoc (sacerdotes andinos que hacen pagos y están en contacto con los apus o espíritus de los cerros). Pero fue Isaac Flores (50 años), de esa comunidad, quien se reunió finalmente con el Dalai Lama.
Miles de campesinos de diversas provincias cusqueñas, hombres y mujeres rurales agasajaron al Dalai Lama con tejidos de alpaca y oveja, adornados con tintes naturales; también con productos alimenticios y rituales, así como objetos musicales. Una veintena de dominicos, cuidadores del Coricancha por cuatro siglos, se acercaron al líder espiritual tibetano, destacando su vocación interreligiosa.
El sufrimiento es una circunstancia que debía enfrentarse, dijo a todos el Dalai Lama; para ello estableció un conjunto de técnicas de meditación para poder llegar al estado de iluminación y lograr la proeza del nirvana. El Dalai Lama dejó satisfecho a todos los asistentes.
Paciente, a pesar de la tarde que avanzaba, Tenzin Gyatso se dirigió a la Municipalidad del Cusco para dictar su última charla sobre culturas ancestrales. El salón de actos estaba desbordado. Eran más de mil personas. Toda la jornada cusqueña fue intensa, pues su avión de regreso a Lima partía a las 4 y 30 de la tarde, y hasta casi esa hora estuvo en el municipio cusqueño.
Pero esos ajetreos no restaron ni mellaron el estado de ánimo del jefe espiritual tibetano, quien parecía ser consecuente con sus propias palabras: “Si nuestra mente está feliz, nada externo puede alterarla”.
DALAI LAMA: EL TERCER DÍA DE REGRESO A LIMA
El 9 de mayo de 2006, el último día del Dalai Lama en el Perú, el plato fuerte fue su presentación en la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), donde dio la conferencia: “Ética para el Nuevo Milenio”. Fue un ambiente en el que la palabra “religión” se convirtió en la estrella del evento.
El líder tibetano conversó allí con representantes de los once principales cultos en el Perú. Además de los budistas, estuvieron miembros de la Iglesia Anglicana, Iglesia Luterana, Iglesia Ortodoxa e Iglesia Católica. También asistieron representantes del Consejo Nacional Evangélico, la Iglesia Presbiteriana y Reformada, la Sociedad Bíblica Peruana, y miembros de la comunidad judía y de la comunidad musulmana; finalmente, un representante de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
El Dalai Lama planteó vínculos entre todos los cultos, desde lo académico, pasando por reuniones de seguidores e intercambio de experiencias, hasta peregrinaciones a lugares santos de otra fe y concilios interreligiosos.
La voz del ilustre visitante llegó a la conciencia de todos; ni los empresarios se salvaron: “Los empresarios deben trabajar por el bienestar social que también es el suyo, porque tienen más recursos para proveer educación y salud”, sugirió el Dalai Lama.
En medio de encuentros, abrazos y apretones de mano, Tenzin Gyatso pudo sostener una charla exclusiva para El Comercio con el doctor Francisco Miró Quesada Cantuarias, con quien intercambió sabias ideas y gestos de humildad admirables en quien la fama mundial solo es una forma de existir y ayudar en el mundo.
En la entrevista, el Dalai Lama afirmó que no es un buda y que el nirvana, es decir, el estado iluminado, “es cuando las emociones no dominan ni influyen en nada”. Su presencia en el Perú ese año 2006 dejó en claro una cosa: no debemos olvidar el valor y la importancia de la compasión, el perdón y la autodisciplina… Palabras, conceptos que ahora el Dalai Lama debe meditar con más profundidad que nunca.
Perfil
El camino largo del Dalai Lama
Su nombre es Tenzin Gyatso. Nació el 6 de julio de 1935 en Takster, cerca de la frontera con China. Su familia era de campesinos pobres. A los dos años, en 1937, fue reconocido como Su Santidad el decimocuarto Dalai Lama. Pero su camino sería largo.
En el pequeno Tenzin se reconocieron los rasgos inéditos de la sabiduría, compasión y gozo que debió transmitirle su predecesor, el Decimotercer Dalai Lama, como su sucesor.
El punto clave es siempre reconocer al heredero espiritual. Generalmente el anterior Dalai deja señales secretas o estas aparecen en sueño de otros lamas.
Tras ser reconocido en la calle por unos monjes mayores disfrazados como alguien distinto y excepcional, el niño Tenzin inició el proceso a los seis años, con pruebas y exámenes muy exigentes.
Hasta que el 17 de noviembre de 1950, a los 15 años, asumió su prueba máxima como jefe de Estado. A esa edad, intentó tener conversaciones de paz con conspicuos líderes chinos como Mao Tse-Tung y luego con Chou En-Lai y Deng Xiaoping.
En 1959, a los 24 años, rindió su examen final en metafísica para el doctorado en Filosofía Budista ante 80 eruditos y especialistas en el tema. Y, por supuesto, lo aprobó con honores.
Tenzin Gyatzo es, pues, el decimocuarto Dalai Lama. Líder espiritual del pueblo y el budismo tibetanos. Premio Nobel de la Paz en 1989, su mensaje ha sido de libertad, amor, tolerancia y armonía entre las religiones.
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