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Como en una película de Hollywood: la vez que un joven se salvó de morir arrollado por un ómnibus en el Centro de Lima en los años 60
En mayo de 1969, Erick Panduro sobrevivió a un accidente de tránsito luego de ser arrollado por un ómnibus al que se le vaciaron los frenos. Una increíble maniobra, digna de una película de acción de Hollywood, le salvó la vida.
Horas antes de que ‘Perico’ León anotara un gol a la selección mexicana durante un amistoso en el mismísimo Estadio Azteca, un insólito hecho, digno de una película de acción de Hollywood, sorprendió a los todos los limeños. El 20 de mayo de 1969, un joven llamado Erick Panduro Tuesta se salvó de la muerte cuando evitó ser arrollado por un ómnibus en el Cercado de Lima.
El suceso se produjo cuando al vehículo se le vaciaron los frenos y el chófer, en un intento por salvar la mayor cantidad de vidas, trató de impactar el ómnibus en la fachada principal del Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe, ubicado en la avenida Alfonso Ugarte. El accidente de tránsito dejó una persona muerta. A continuación la impactante historia.
Era el mediodía de ese 20 de mayo y el ómnibus de la Línea Manco Cápac-Cinco Esquinas realizaba su habitual recorrido por el centro de la ciudad. Al llegar a la cuadra 12 de la avenida Alfonso Ugarte, el piloto Eulogio Gonzales León se percató que al vehículo se le habían vaciado los frenos. En ese momento, realizó una brusca maniobra y subió el autobús a la vereda con la intención de estrellarse contra la fachada del Colegio Guadalupe.
Al observar que varios estudiantes salían del plantel escolar, Gonzales presionó la bocina del vehículo y avanzó esquivando a todos los peatones que estaban frente a él. Los transeúntes y alumnos saltaron de un lado a otro para salvar sus vidas. Tras recorrer cerca de treinta metros, el autobús atropelló a un hombre de 30 años, quien murió instantáneamente.
Luego, el vehículo fue directamente contra Erick Panduro Tuesta, un joven de 21 años de edad que trabajaba en el centro comercial Scala, a menos de una cuadra del lugar. Al tenerlo tan cerca, Panduro reaccionó con sangre fría y se lanzó debajo del colectivo, entre las dos llantas delanteras, cubriéndose la cabeza con las dos manos. Un acto ágil y avezado, como si se tratara de una cinta de acción hollywoodense.
Instantes después, el descontrolado autobús volvió a la pista y se estrelló contra dos micros y un ómnibus. El impacto lo detuvo justo cuando sus llantas posteriores estaban a escasos centímetros de la cabeza de Panduro, que se mantuvo quieto y muy pegado a la pista. “No tuve otra alternativa que lanzarme al suelo; lo demás ha sido obra de Dios”, dijo el joven al reportero de El Comercio. El susto aún no se le quitaba de encima.
Los pasajeros de los vehículos chocados comenzaron a gritar de nerviosismo. Sin embargo, ninguno de ellos salió herido. Minutos después, llegó la Policía al lugar del accidente y se llevó al conductor del ómnibus a la Sexta Comisaría del sector.
En medio de la presión policial, el irresponsable chófer terminó confesando que horas antes del trágico accidente el vehículo había salido del taller de reparaciones. Además, explicó que el freno de emergencia lo tenía malogrado y el encendido solo funcionaba por contacto directo.
Horas después del accidente, un cronista de este diario conversó con Erick Panduro en la dependencia policial limeña. Ahí, el joven reveló lo que vivió en esos minutos de terror: “Me dirigí al paradero de la esquina de las avenidas Alfonso Ugarte y Uruguay para esperar mi colectivo, que me iba a llevar a mi domicilio ubicado en Ciudad y Campo. Yo estaba entretenido mirando una revista. Todo pasó tan rápido que tan solo cuando escuché tanto claxon que tocaban en forma estridente, levanté la cabeza y vi que el ómnibus se venía hacia donde yo estaba en compañía de alumnos y otras personas”.
Durante varios segundos, Panduro vio como todos corrieron en diferentes direcciones y el bus atropelló a “un hombre y lo elevó por los aires”. Esto lo dejó paralizado por un instante. Luego, reaccionó y se arrojó a la pista encomendándose a Dios. “Tuve que dar una vuelta en el aire para caer de frente al ómnibus. El vehículo pasó sobre mí, pero nuevamente vi el peligro cuando las llantas posteriores derechas doblaron hacia mí. El choque del ómnibus con el otro vehículo estacionado fue providencial. El vehículo se detuvo y yo salí gateando ante la sorpresa del público que se había congregado en el lugar”, dijo el sobreviviente. Así finalizó la entrevista.
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