/ NoticiasInformación basada en hechos y verificada de primera mano por el reportero, o reportada y verificada por fuentes expertas.
| Informativo
Lucrecia I de Lima: el día que coronaron a la primera reina por una votación popular más reñida que las presidenciales | FOTOS
Por primera vez se realizaba una votación pública, libre y directa para tener una reina carnavalesca en Lima. El carnaval de 1922 fue un acontecimiento masivo, una fiesta que combinaba lo culto con lo popular, lo refinado con lo festivo en un estilo muy nuestro. Así éramos los limeños de entonces.
La Municipalidad de Lima se lo tomó muy en serio. El miércoles 23 de febrero de 1922, los vecinos de Lima votaron por una reina. Cierta nostalgia virreinal asomó en el acto, pero lo cierto fue que Clara Lucrecia Vargas Buenaño pasó de la ciudadanía común a una especie de limbo, de estado de gracia divina. Era la primera “Reina del Carnaval” elegida democráticamente o, al menos, con el visto bueno de la ciudad.
Desde la tarde del día anterior, el martes 22 de febrero, los espacios públicos de Lima se convirtieron a lugares para el cotilleo del momento (hoy diríamos que se volvió tendencia la elección de Lucrecia I de Lima). El Comercio mencionó a una serie de locales comerciales y sociales donde las deliberaciones entre ciudadanos libres parecían las que se veían en las duras elecciones presidenciales o congresales.
Estos espacios eran la “Camisería de García”, en la esquina de Espaderos; la “Casa Marrón”, la “Confitería Duchesse” y, claro está, “El Palais Concert”, los cuales eran los lugares públicos de mayor concurrencia. Desde las 4 de la tarde hasta las 6 de la tarde, la charla parecía la de una contienda política de la belleza.
En ese tiempo veraniego, muchas personas salieron a las puertas de esos locales para buscar los votos de los transeúntes en bien de sus candidatas favoritas. Firmas, buscaban firmas para llevarlas temprano a la mesa electoral el 23 de febrero, día del escrutinio.
LA ELECCIÓN DE LA REINA DE LIMA FUE UNA CONTIENDA SANA ENTRE VECINOS
El miércoles 23 de febrero de 1922 fue un día de votación o, mejor dicho, de presentación de los votos de los vecinos de Lima. Desde las 9 de la mañana, varias personas deambulaban por el local municipal para entregar los votos debidamente firmados “al presidente de la mesa receptora de sufragios para la designación de la belleza”. Eran los votos de numerosos ciudadanos, legalmente firmados e identificados, a favor de una de las candidatas. (EC, 23/02/1922)
Al parecer, se trató de una elección limpia. Sin escándalos de fraude ni nada por el estilo. Con todas las de la ley, incluidos los “agentes electorales”, a las 10 de la mañana empezó el sufragio en una mesa colocada frente a la “Casa consistorial” (Palacio Municipal). La “recepción de votos” fue muy protocolar.
Entonces, ese 23 de febrero, pasado el mediodía, se abrieron las cédulas ante numerosos testigos. Y a las 12 y 30 de la tarde, el conteo de los votos, el esperado escrutinio empezó, extendiéndose hasta las 2 de la tarde. Los vecinos se aglomeraron en la Plaza de Armas y frente al municipio. Hasta por teléfono llegaron los pedidos de noticias de los resultados. Había mucha expectativa, como nunca hubo en esa Lima que aún respiraba un ambiente patrio centenario.
Pero, ¿cuántos sufragaron ese día, hace 101 años? Pues, según El Comercio, en total votaron “12.378 electores”. Un buen número de interesados. El escrutinio se realizó en el salón de la biblioteca del Concejo Provincial. La elegida sería la “reina de la fiesta”.
Los resultados fueron, de alguna forma, reñidos. Así figuró en las actas que el diario decano publicó el mismo 23 de febrero de 1922, y que fueron firmadas por los ciudadanos Odone Razzeto, Martín Pro y Mariátegui, Aurelio Koechlin, Egisto Novelli, Juan C. Cobián, Miguel A. Morán, Salvador Tillit y otros más.
Las favoritas del público ocuparon los cuatro primeros puestos con buena cantidad de votos: “Srta. Lucrecia Vargas Buenaño: 4.402 votos; Srta. Carmen Rosa Leguía: 3.778 votos; Srta. Adela Barrios Llosa: 2.314 votos; y Srta. Luisa Rada Benavides: 1.345 votos”. (EC, 23/02/1922)
Ellas fueron las más votadas, pero la elección consagró sin atenuantes a Clara Lucrecia Vargas Buenaño como la nueva reina electa democráticamente. Lucrecia, como gustaba llamarse, era una joven limeña nacida en 1906, por lo tanto, tenía solo 16 años cuando fue electa reina del carnaval de Lima en 1922.
Pero Lucrecia y las otras jóvenes no fueron las únicas participantes. Como indicó el diario decano, además obtuvieron “gran número de votos”, las señoritas Agueda Pérez Canepa, Roda Naranjo, Luzmila Peri, María Tenaud Rey, Carmen Rosa Goyburo, Rosario López Navarro, Lucía Rebasa, Graciela Pro Oliveira, Carmela Orézzoli, Francisca Elguera y Violeta Lecaros.
LA FIESTA DE MOMO: CULTURA Y FIESTA POPULAR AL UNÍSONO
El viernes 24 de febrero de 1922, como preludio del jolgorio sabatino, el Teatro Excelsior anunció su “viernes social carnavalesco” con el estreno ese día de la película “El Hijo del Carnaval”, que, como decía El Comercio, “erauna de las más bellas obras del teatro francés, acabada de editar en París, y durante la cual, en los entreactos, tendrá lugar la primera gran batalla carnavalesca, usándose exclusivamente serpentinas que serán proporcionadas por el teatro”. (EC, 23/02/1922)
Esa era, sin duda, una celebración de las clases acomodadas de Lima, pues eran estas las que habitualmente asistían al gran Teatro Excelsior. En ese ambiente glamuroso, los palcos eran los lugares más deseados.
Fue así como, en uno de los cines más hermosos de la capital, una historia del carnaval en Niza, Francia, se volvió un espejo social que los limeños de entonces vieron como un ejemplo. Allí pudieron ver las batallas de flores y serpentinas, los bailes de traje y concursos de carros alegóricos, además de los desfiles de comparsas, las cabalgatas de burros y cenas suntuosas.
De esta forma, comenzaron las celebraciones carnavalescas en Lima. Las fiestas de esos años eran de otra índole, no tuvieron nada que ver con lo que se observaría posteriormente, en las décadas siguientes. Estas festividades de hace un siglo duraban tres días seguidos (en 1922, cayó viernes 24, sábado 25 y domingo 26 de febrero), y se celebraban “culta y bulliciosamente”, un dicho que no contenía ninguna contradicción, ya que así eran estas fiestas al Rey Momo, el “Dios de la Alegría y de Juventud”. (EC, 23/02/1922)
Era otra Lima, ciertamente, una ciudad con bastante entusiasmo e interés no solo por la votación de la reina carnavalesca sino también por la organización de los eventos que acompañaban a los carnavales, como la famosa “batalla de flores” y el corso que, en el segundo día de carnavales, recorría las calles de Barrios Altos, en el Cercado de Lima.
En la medianoche del sábado 25, la entrada a la ciudad de Rey Momo era una fiesta esencialmente popular. Este entraba con vestidos grotescos y media entre 4 a 5 metros de alto. El carro en el que iba Momo estuvo adornado igualmente de forma festiva; desfilaron junto a su esperpéntica figura, “los clásicos tipos de pantomima; a saber, la señora Colombina; los señores Arlequín, Pierrot, Pantalonni y Brinelli y la corte de payasos propios de este Rey de la alegría y el buen humor”. (EC, 23/02/1922)
Delante del carro de ese rey gigante, un grupo de bulliciosos trompeteros y tamborileros anunciaban su paso de soberano de la alegría. En tanto, “los jóvenes guadalupanos” formaban una “interesante cabalgata de pollinos”, es decir, de asnos, que lograban alquilar también para diversión de la noche sabatina. Todo con un verdadero espíritu carnavalesco.
El día domingo 25 de febrero, la reina Lucrecia I de Lima desfiló en medio de la fanfarria y alegría del pueblo limeño, con el acompañamiento musical de “todas las bandas del Ejército e individuos de tropa de los diversos cuerpos de la guarnición para concurrir al desfile de Su Majestad con hachones, farolillos chinescos y antorchas”. (EC, 23/02/1922)
En ese primer reinado por votación directa en Lima, el municipio había contratado a “varios coheteros para que arrojen al espacio luces de bengala, que tanto contribuyen a la alegría”. Los corsos fueron el plato fuerte. De hecho, se esperó hasta el último momento que concurrieran los de la colonia del Japón y los de los comerciantes japoneses en la ciudad. Finalmente, cada uno mandó su propio carro, cargado de simbolismo y belleza.
Marcas comerciales importantes confirmaron también su participación carnavalesca: así lo hicieron “la Asociación de Comerciantes del Perú, Arturo Field y ‘La Estrella’, así como la casa W.R. Grace”. Asimismo, alumnas de la Escuela Nocturna del Comité Obrero de Lima fueron vestidas de aldeanas. (EC, 23/02/1922)
La conocida “batalla de flores” fue prevista para el martes 28 de febrero, el último día del mes. Incluso se pensó que, ante la escasez de flores naturales, estas se hicieran de papel o plástico. Y un detalle: se abogó por que la Policía actuara de “forma enérgica” y evitara que la gente recogiera las flores y los confetis del suelo, luego de ser arrojados por los jugadores de la batalla (por un tema de higiene).
En medio del aparente caos carnavalesco (en realidad, casi todo estaba coordinado), la sociedad limeña guardaba la compostura, el sentido común para evitar desmanes y demasiada confusión. El Comercio informó entonces que se había acordado que “los bailes populares se realicen en las plazuelas de la Inquisición, Italia, Buenos Aires, Parque Universitario. Monserrate y Nazarenas”, solo durante los dos primeros días, el viernes 24 y sábado 25 de febrero. (EC, 23/02/1922)
“Y que el tercer día se reúnan todas las cuadrillas en la Plaza de Armas y hagan el baile general”. De esta manera acababa la fiesta más esperada de ese año y de los siguientes. Una Lima del centenario, a “100 años luz” de la Lima que vemos hoy.
POSDATA
La vida de la señorita Clara Lucrecia Vargas Buenaño fue tranquila, hogareña y fecunda. Se casó con Hernando de Lavalle y García, dos años después de su reinado, en 1924. Entre 1925 y 1930 nacieron sus cinco hijos (del mayor a la menor): Hernando, José Antonio, Lucrecia, Rosalía y Susana de Lavalle Vargas. La primera reina de Lima por elección popular falleció el 20 de junio de 1986, a los 80 años de edad.
VIDEO RECOMENDADO
Nuestro Archivo Histórico presenta su tienda virtual