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Cuando una masiva audiencia escuchaba las noticias de la bicolor parada frente a El Comercio | IMÁGENES EXCLUSIVAS
Los partidos de la selección peruana de fútbol en el Campeonato Sudamericano de 1929, los de su primer mundial en Uruguay 1930 y los que hicieron historia en los juegos olímpicos de Berlín 1936, marcaron a El Comercio. Fue el tiempo en que se selló el compromiso de informar con fidelidad los hechos y sucesos del Perú y el mundo, solo pensando en sus lectores.
Siempre se dice que “antes” las noticias partían de los medios de comunicación e iban hacia el público, y que eso ahora ya no es así. Hoy se dice que existe una gran retroalimentación, en la que las informaciones van del medio a la audiencia y que esta las devuelve procesadas y enriquecidas. Sin embargo, El Comercio vivió una especie de “retroalimentación” hace casi un siglo, entre fines de los años 20 y comienzos de los años 30, cuando el público de Lima se reunía masivamente en las puertas del diario decano para escuchar el “minuto a minuto” de los partidos de fútbol de la selección peruana. Entonces la gente preguntaba, pedía más datos, aplaudía, murmuraba, opinaba a viva voz, y los periodistas del diario les leían los cables y les soltaban la última del partido. No era una experiencia mágica. Era la magia del periodismo cumpliendo su tarea.
LA EXPERIENCIA DEL PÚBLICO: GENTE ESCUCHANDO EL CAMPEONATO SUDAMERICANO DE 1929 EN LA CALLE
Ese certamen deportivo se jugó en Buenos Aires, Argentina, con solo cuatro equipos: el anfitrión, Paraguay, Uruguay y Perú, entre el 1 y 17 de noviembre de 1929. Los blanquirrojos debutaron con Argentina un día de fiesta, el domingo 3 de noviembre, y estaban dispuestos a dejarlo todo en el ‘Viejo Gasómetro’ del club San Lorenzo de Almagro, con 50 mil asistentes, según El Comercio.
En Lima, la expectativa era enorme. Horas antes del encuentro era imposible el tránsito de tranvías por las calles de San Antonio y La Rifa, en cuya intersección se ubicaba el entonces nuevo edificio del diario decano. Esa esquina, con su reluciente torre y balcón señoriales, lucía repleta de miles de hinchas, todos con sombreros, sacos y algunos con corbatas; apretados entre sí, esperando las noticias del partido.
Para las dos de la tarde, hora en que empezó el partido, la gente ya estaba ubicada donde podía escuchar mejor lo que indicaban las noticias cablegráficas especiales de la Associated Press, que El Comercio retransmitía telefónicamente a la radio OAX, en torno al partido de Argentina y Perú. Para ello se contaba con el “altoparlante Phillips”, que el periódico ubicó en un lugar estratégico de su local. Ese servicio cablegráfico de El Comercio venía “directo del campo de fútbol a sus oficinas”.
El partido de ese día tenía como favorito al local, Argentina, pero Perú tenía con qué hacer daño. No obstante, el asedio de los atacantes albicelestes no cejó nunca. Mientras en la cancha de San Lorenzo, Perú recibía el primer gol en contra, en Lima, en la popular esquina de El Comercio, en el centro de la ciudad, los aficionados de todas las condiciones sociales y de todas las edades vivían instantes de ansiedad e impotencia ante ese primer tanto en el arco de Jorge Pardón.
Las miradas de la muchedumbre se mantuvieron casi todo el partido en lo alto del edificio, a la altura del balcón, pues en un ángulo de esa zona el speaker del altoparlante era la fuente de la esperanza nacional en ese momento. Todos tenían un sueño y era escuchar el cable del “gol peruano”, el gol del empate.
Así, el públicolimeño allí presente aplaudía cuando los cables -leídos desde el interior del local por un redactor del diario- señalaban que los atacantes peruanos avanzaban; murmuraba en los momentos difíciles, o se quejaba del árbitro por un cobro en contra de los nuestros. Resurgía la ilusión cuando el altoparlante registraba frases de admiración por la esforzada defensa bicolor. Pero, el segundo gol de los argentinos enmudeció la esquina de El Comercio.
Luego del descanso entre los tiempos, los limeños allí reunidos renovaron sus expectativas, diríamos que hasta su optimismo. Nadie se movió de su lugar. En tanto, en el diario decano el movimiento periodístico era total: llamadas por teléfono, máquinas de escribir imparables, cables desparramados por el piso, y cámaras fotográficas en acción desde la propia masa humana o desde el balcón del diario, desde donde se dominaba todo el panorama.
En ese corto entretiempo, un periodista de El Comercio -cable noticioso en mano- contó a la enorme concurrencia cuáles eran comentarios que surgían sobre el primer tiempo del partido, y entonces, ante cualquier mención positiva a los blanquirrojos, todos volvían a aplaudir, repitiendo el gesto masivo con más ganas cuando escuchaban los elogios a la defensa peruana, con Antonio Maquilón y Alfonso Saldarriaga como portaestandartes y, especialmente, cuando citaban con reconocimiento a su guardametaPardón.
Si los peruanos contratacaban, como unos resortes todos avivaban frente al edificio de El Comercio. Tal vez de contrataque se podía descontar, pensaban; y andaban en esas cuando llegó, como un puñal en el centro del orgullo, el tercer gol argentino. Ese gol sí paralizó a la masa. Hubo unos segundos de silencio total. Pero, de inmediato, aparecieron los murmullos, la cólera contenida, las quejas. Era la pasión del fútbol viviéndose delante de la nueva casona del diario decano. “El público se retira convencido de que ha habido esfuerzo en el equipo peruano y que su derrota está lejos de ser deshonrosa”, dijo la nota del diario al día siguiente.
Esa vez, la derrota fue muy dura. Había muchas ganas de gritar un gol peruano, de celebrar en esa calle dominguera, pues, además, hacía tres meses que el dictador Augusto B. Leguía había dejado el poder, y se sentían nuevos aires en el ambiente nacional. Pero esa vez no fue.
URUGUAY 1930: EL PRIMER MUNDIAL AL QUE ASISTIÓ EL PERÚ Y LAS TRANSMISIONES DE EL COMERCIO
Los peruanos hicieron historia al estar presentes en el primer Mundial de fútbol, realizado en 1930 en Uruguay, cuyo combinado era para entonces el “campeón olímpico”. El debut peruano fue con Rumania, un luchado partido que los cables de El Comercio dieron cuenta en detalle, y que reunió nuevamente a la afición peruana en la fachada de la llamada “imprenta” del diario (entonces la redacción y la imprenta estaban en el mismo local). Perú jugó ese partido -su debut mundialista- el lunes 14 de julio de 1930, y con el local Uruguay lo haríael viernes 18 de julio.
Según contaron los cablegramas, la bicolor dejó el alma y corazón en la cancha contra los rumanos. Y eso también fue festejado por los varios miles de hinchas peruanos ubicados frente a El Comercio, quienes alentaron en la vía pública al equipo de todos, y en cuyo arco ya no estaba Jorge Pardón sino Juan ‘El Mago’ Valdiviezo.
El primer tiempo acabó uno a cero a favor de los rumanos. Pero en el minuto 29 del segundo tiempo, Luis Souza metió el gol peruano. Era el empate. La gente escuchó el correspondiente cable y gritó a voz en cuello y aplaudió hasta enrojecerse las palmas de las manos: era el primer gol del Perú en un mundial.
Pero el segundo y tercer gol rumanos congelaron ese entusiasmo limeño-callejero. No obstante, el público terminó aplaudiendo el esfuerzo de los peruanos. La transmisión de El Comercio, en cuya sede la “All America Cables” había instalado una oficina especial, fue un éxito y este se repetiría el 18 de julio de 1930, en su segundo partido esa vez con Uruguay.
Los aficionados limeños repitieron la experiencia que vivieron en noviembre de 1929, en el Sudamericano de Buenos Aires, y también lo vivido cuatro días antes, en el choque con Rumanía, cuando llegaron en masa miles de personas para escuchar los cables noticiososde El Comercio, transmitidos por un altoparlante desde la fachada del diario.
Se transmitió prácticamente el “minuto a minuto” de las incidencias del partido que se desarrollaba en el estadio Centenario de Montevideo. Los corresponsales de El Comercio trabajaron a un ritmo trepidante, dándose a conocer esos detalles de inmediato a los hinchas de la calle.
El partido contra los charrúas, locales y futuros campeones del mundo, fue una verdadera batalla. Los celestes atacaron insistentemente y solo una defensa tan sólida como laperuana fue capaz de rechazar sus embestidas. El primer tiempo acabó 0 a 0, y cada vez que desde el balcón se escuchaba lo que decían los cables de noticias, la afición peruana reunida de nuevo ante la casona del diario decano vibraba, aplaudía y daba vivas al Perú.
“Al anunciar nuestro altoparlante que había vencido el primer tiempo sin abrirse el score, quedando cero a cero los contendores, una ruidosa salva de aplausos se dejó escuchar, prolongándose por algunos momentos esta calurosa demostración de simpatía a nuestros esforzados futbolistas”, dijo la nota del 18 de julio de 1930.
La defensa nacional siguió emocionando al público en el estadio Centenario y en la calle de El Comercio, solo con segundos de diferencia. El arquero Pardón, y su zaga con Alberto Soria, Antonio Maquilón, Mario de las Casas y Arturo Fernández (hermano de Lolo) se inmolaron por la blanquirroja. Pero el gol del triunfo uruguayo, anotado por el delantero Héctor Castro, acabó con la euforia peruana.
OLIMPIADAS DE BERLÍN 1936: EUFORIA Y FURIA DE LOS HINCHAS EN LA FACHADA DE EL COMERCIO
El equipo peruano de fútbol de las olimpiadas de 1936, en Berlín, estaba más equilibrado en sus líneas que los de 1929 y 1930. Ya estaba Lolo Fernández junto con Alejandro ‘Manguera’ Villanueva, en el lado del ataque, y así se dispusieron a jugar sus partidos olímpicos. En la primera ronda, el 6 de agosto de 1936, Perú venció a Finlandia 7-3, con cinco goles de LoloFernández.
Como es fácil imaginar, la tradición de ir a El Comercio para festejar o lamentarse en grupo, como afición -algo que se consolidó desde fines de los años 20-, se volvió una fiesta ese jueves 6 de agosto contra Finlandia. No cabía mayor felicidad en el público que deliró con cada cable que anunciaba un nuevo gol peruano. Su siguiente rival, Austria venía de ganar a Egipto por 3 a 1. Pero la afición peruana estaba realmente animada. De esta forma, el público se volcó en masa al diario decano esa tarde del sábado 8 de agosto de 1936 para ver a los suyos ante los austriacos.
Perú jugó fabulosamente. Eran los cuartos de final del torneo olímpico en Berlín. Desde el estadio Hertha-BSC-Platz llegaban los cables vociferados por el “altoparlante Phillips” de El Comercio, y se avizoraba una nueva victoria peruana. Y así fue en realidad, pues el equipo de Lolo, El Mago y Manguera empataron 2 a 2 en el tiempo regular, y en el complementario metieron cinco goles, pero se anularon tres de ellos. El partido de Perú vs. Austria acabó 4 a 2.
La afición de la “esquina del fútbol” de El Comercio, que ya toda la ciudad conocía, regresó a sus casas contenta, eufórica, diríamos; pero luego llegó la mala noticia: al día siguiente, el domingo 9 de agosto, el partido fue anulado por la entonces “Federación Internacional de Foot-Ball Asociado”, es decir, la FIFA, debido a una supuesta “invasión” del campo de juego por parte de los hinchas peruanos. Las autoridades pidieron repetir el cotejo a puerta cerrada. Es decir, sin testigos. La delegación peruana rechazó esa decisión y se retiró de la competencia. Así, le dieron la victoria a Austria.
Esa misma gente que acudía temprano y en masa a El Comercio para disfrutar de los partidos de Perú, y mucha gente más, se movilizó desde el lunes 10 de agosto y repitió las protestas durante los siguientes días contra lo que consideraban un robo del régimen nazi, entonces en el poder en Alemania. Los alemanes buscaban que su aliado Austria no fuera eliminado de sus juegos olímpicos en Berlín.
El Comercio acompañó a esos hinchas manifestantes en sus protestas -entre los cuales destacaban miles de escolares- tanto en el jirón De la Unión, la Plaza de Armas como en la Plaza San Martín, en el centro de Lima, y en otras vías de la ciudad. Lima hervía de indignación. Los aficionados portaban banderas peruanas que desplegaban a lo ancho de las calles por donde pasaban en grupos numerosos.
Un punto de encuentro obligado fue, nuevamente, la esquina de La Rifa y San Antonio, donde la masa de manifestantes expresó su malestar por la anulación de la gran victoria peruana en Berlín. Los ciudadanos también acudieron al diario decano para saber más detalles del caso. Ellos sabían que los cables no iban a cesar de llegar a la redacción como cuando se transmitían los partidos de la selección nacional.
De esta forma, un redactor del área de Deportes de El Comercio salía al balcón ya no para leer un cable del partido, como en otras jornadas, sino para calmar a la turba con la última información del caso. La gente confiaba enteramente en el diario decano, el mismo que ocupaba esa histórica esquina de La Rifa y San Antonio.