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Semana Santa: la historia de Lima y su ascética forma de vivir el Viernes Santo | FOTOS

Los Viernes Santo de comienzos del siglo XX eran tan religiosos que nadie se atrevía a frivolizar la jornada, anunciando paseos o fiestas. Había mucha solemnidad en Lima, especialmente, durante ese día central de la Semana Santa. La capital peruana vivía ese viernes sagrado con un riguroso luto, con un unánime silencio y con una poderosa la mística como en ningún otro momento del año.

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Lima, 8 de abril de 1966. Ese Viernes Santo, las señoras de negro en Lima rogaban en las iglesias por el Hijo de Dios. Su calvario era sentido como una demostración de su amor a la humanidad y eso merecía ascetismo hasta en la forma de vestir. (Foto: GEC Archivo Histórico)
Lima, 8 de abril de 1966. Ese Viernes Santo, las señoras de negro en Lima rogaban en las iglesias por el Hijo de Dios. Su calvario era sentido como una demostración de su amor a la humanidad y eso merecía ascetismo hasta en la forma de vestir. (Foto: GEC Archivo Histórico)
/ EL COMERCIO
Carlos Batalla

Como siempre, todo empezaba en Domingo de Ramos. Ese día, a las seis de la mañana no era exagerado decir que toda la ciudad de Lima estaba despierta. El primer año del siglo XX así era. Y en cuestión de minutos, numerosos grupos de vecinos de los diversos barrios iban a buscar la “bendición de palmas” en los templos del Centro de Lima. Después de la misa y la bendición, nuevos grupos se iban a buscar más palmas en los mercados “cuyo precio dependía de las flores que simulaban curiosamente, adornadas con cintas de colores”. Pero nada era similar a los viernes de Semana Santa.

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