La increíble historia de un sobreviviente de la tragedia del primer submarino peruano
El hecho se produjo cuando varios marinos realizaban una habitual práctica de inmersión en el Callao. La experiencia de su comandante en jefe los salvó de la muerte.
Pasaron 50 años para que El Comercio conociera, en 1965, la increíble historia jamás contada. El 15 de octubre de 1915, un grupo de 22 marinos peruanos lograron salir con vida de un accidente ocurrido en el puerto del Callao. Ese día, el choque con un barco alemán puso en peligro inminente al submarino “Ferré”, considerado el primer sumergible que tuvo la Marina de Guerra del Perú.
La energía, inteligencia, serenidad y conocimiento del comandante en jefe de la nave evitó que esta fuera destruida completamente. La embarcación pudo enderezarse y salir a flote. David G. Maurer, el primer ingeniero y único sobreviviente de la nave, contó al diario decano todos los detalles vividos por la tripulación ese día. Una verdadera historia de supervivencia.
EL INICIO DEL ACCIDENTE MARÍTIMO
El 14 de octubre de 1965, un periodista de El Comercio seentrevistó con el ingeniero Maurer. En la conversación, el especialista contó con lujo de detalles cómo empezó todo: “Fue la mañana del 15 de octubre de 1915, cuando en una de las acostumbradas prácticas de inmersión, dejamos el ‘Constitución’, que era la nave base de nuestro sumergible. Nos dirigimos fuera de la rada del Callao. Allí debíamos realizar la inmersión”.
Según Maurer, cerca del mediodía el comandante en jefe del submarino, el Comandante César Valdivieso de Castro, ordenó hacer una última prueba. Esta consistía en pasar debajo de la quilla del barco carbonero alemán “Omega”, el cual por esos años prestaba servicios a Australia y estaba “surto fuera de la rada”. Luego, debían volver al buque base.
Tras la indicación, los marinos lograron sumergir la nave. Luego aceleraron y pasaron por debajo del casco del barco alemán. Sin embargo, ocurrió un hecho imprevisto. “Se exigió a los motores, pero lamentablemente las baterías viejas, sin poder ser reparadas desde hacía tres años (el Gobierno no quería o no podía traer desde Francia los repuestos ya que había comenzado la Primera Guerra Mundial), no respondieron y sucedió lo imprevisto”, dijo Maurer. La vida de todos estaba en juego.
UNA MEDIDA PARA SALVAR MUCHAS VIDAS
Todo fue tan rápido y el impacto fue tan fuerte que el submarino quedó destrozado. “El sumergible se fue a pique en escuadra con la quilla del Omega con que había chocado. El periscopio fue sacado de raíz por el choque y torrentes de agua inundaron la nave. Reinaba la más completa oscuridad y una confusión y pánico indescriptible”, relató el ingeniero.
Es en ese momento que Valdivieso de Castro puso en juego todo su conocimiento sobre la nave: “El Comandante Valdivieso, enérgico, conocedor de su nave, pues estuvo en Francia vigilando su construcción, nos ordenó no tocar nada. Dio una serie de órdenes para evitar que el ácido de las baterías pudiera darnos una muerte lenta; se taparon las vías de agua y, poco a poco, el sumergible se fue enderezando, hasta que cerca de la una de la tarde pudimos salir a la superficie”. Una decisión rápida que les devolvió la vida. Habían vuelto a nacer.
Ya con las baterías en funcionamiento, el submarino enrumbó hacía el “Constitución”. Ahí los navegantes fueron puestos bajo observación militar. El Comandante Valdivieso fue enviado al cuartel de Santa Catalina, ubicado en Barrios Altos. Un hecho que fue confirmado por su hija Josefina Valdivieso Perry.
Cuatro años después del dramático accidente, César Valdivieso de Castro falleció cuando ostentaba el grado de Capitán de Corbeta. El valiente marino dejó un legado importante en la institución, al punto que en 1916 publicó el libro “Los sumergibles Laubeuf”; y en 1918, fue un fuerte impulsor de la creación del Ministerio de Marina.