Carta para mi bebe, mi amor
“No era algo importante, no has perdido nada, era la voluntad de dios, seguro fue porque fuiste a bailar con tus amigas, tuviste sexo, cargaste una caja, tomaste un vino, eres infértil, eres una fracaso como mujer, quizás no estás hecha para ser madre, puedes adoptar, tu próximo hijo será tu premio consuelo”.
No. No es así. El prejuicio, la desinformación y el silencio social ante la pérdida de un hijo no nacido siguen siendo la causa de este doloroso tabú. Alguien que pierde a un niño merece una sociedad acogedora, que trate con respeto a esos millones de mujeres o parejas , que además de tener que pasar por el dolor de una experiencia tan dura, tiene que soplarse a gente metiche y mal informada que lo único que hace es juzgar, criticar y minimizar su pena. Por eso prefieren callar.
Las mujeres acostumbran no contar sobre sus embarazos hasta el primer trimestre, por el temor de ser estigmatizadas, cuando en la realidad uno de cada de cinco embarazos terminan en pérdidas; experiencias que duelen y que por tener que atravesarlas en soledad generan culpas infundadas, tristezas y duelos Este, les aseguro, es un cruel silencio.
Nadie tendría que justificar su dolor ante nadie. Es dolor y existe. Es un proceso y hay que sobrevivirlo. Sin que nadie lo minimice, sin que nadie se sienta con el derecho a meter sus narices sobre algo tan íntimo y personal.
Mientras más contemos nuestra historia, esta barrera muda al respecto se romperá. Es por esto que muchas personas públicas desde Mark Zuckerberg hasta Beyonce han compartido sus historias sobre sus propias pérdidas; para ponerle fin a tanto silencio, poder ayudar a las personas que pasan por esto y saber cómo hacerlo.
Por eso comparto la mía. Cuando he tenido la fortaleza emocional y física para poder hablarlo, he encontrado a muchas personas cercanas que pasaron por casos similares y es una suerte de alivio, no sentirse sola en este mundo de prejuicios.
Carta para ti, mi hijito, mi amor.
Aunque no llegaste a nacer, te tuve conmigo. No lo supe hasta que te perdí y siento el dolor de tu partida. Me gusta tocar mi barriga aún hinchada y pensar que aún estás conmigo. Y me alegra. Me conforta. Eres y serás parte de mi vida por siempre. Fuiste concebido sin quererlo, pero en un momento de intensa felicidad. Recuerdo perfectamente el instante. Fue con cariño, con cuidado; y quiero sepas que hubieras sido bienvenido en mi vida con alegría. Yo te quiero y quiero que sepas que tú papá hubiera sido el mejor. Te hubiera amado muchísimo y hubiera cuidado de ti -así no hayamos sido nunca una pareja-, como yo, que siempre seré tu mamá.
Mi ángel. Mi primer amor eterno.
Pienso en ti todos los días. Y te quería contar que me hiciste el regalo más bonito que alguien me ha dado. Tu hermano. Ese que vendrá gracias a ti. Porque perderte me hizo saber que quiero ser madre otra vez. Y lo voy a ser, sola. Sin ti nunca quizás nunca lo hubiera decidido.
Han tenido que pasar unos días para poder tener la fuerza para hablarte. Me duele mucho que te hayas ido, me duele cada día. Sin embargo, me alivia haberte tenido conmigo sin importar que haya sido por pocos meses.
Nunca pienses que no fuiste un hijo, un niño. Para mí lo eres. Siempre lo serás. Si fue cuestión de la naturaleza no poder crecer, eso no te hace menos mi hijito querido. Mi pequeño. Te amo. Para siempre. Estas en mi vida, en mi mente, en mi corazón.
Tu mamá, Ali.
Para ti.