Lemos no es una utopía
Maximiliano Lemos es un buen muchacho, me comentan. Respetuoso, solidario y que entrena con esmero cada día. A inicios de año tomó una decisión arriesgada: acompañar a Pablo Bengoechea al reto de jugar en Alianza Lima. Irónico porque justamente ello no era un juego.
Maxi no es un eximio jugador ni procede de un club de pergaminos, además no habría llegado a través de un intermediario, por lo que no representa un gasto alto en Alianza. Eso sí, ocupa un valioso cupo de extranjero, aunque la realidad de la economía del club no dio para completar a los 5 foráneos permitidos.
Hay quienes creen que Pablo jamás debió cruzar la línea imaginaria de la ética y no debió recomendar la contratación del novio de su hija. Sin embargo, es real, es un hecho concreto del que el espectador no se puede abstraer y lo traiciona cada vez que Maxi comete un error o falla una jugada. Tolerancia cero con el yerno por el simple hecho de serlo. Sus momentos más complicados han sido en Matute cuando su propia hinchada lo llenó de insultos desde la primera pelota disputada.
Maxi no es un gran jugador y esto lo escribo con sumo respeto por su profesionalismo y horas de entrenamiento. Pero tranquilo, de hecho el actual equipo blanquiazul no cuenta con cracks y él se encuentra dentro del estándar. Incluso le ha tomado tiempo adaptarse al torneo peruano y su geografía, pero creo que sí se puede identificar en él a un jugador con buen pie para el balón detenido. La táctica fija es su fuerte y este Alianza es justamente eso: un grito común de ganar arriba y luchar y luchar. Así fue campeón nacional 2017.
Desconozco si es que dentro de la planificación de Bengoechea, Lemos tendría más oportunidades que el resto por una decisión familiar (¿?), pero haciendo el recuento de lesionados que ha tenido el grupo en los últimos meses en su posición o similares: Cotrina, Cachito Ramírez, Neka Vílchez, Velarde; la partida de Ascues, el castigo a Quevedo; fueron motivo para que el técnico se incline por su yerno -siempre listo, entrenado y sin lesiones-.
Lemos no fue titular contra Cristal en el controvertido partido que se postergó el domingo. Su ingreso se dio este lunes en un estadio vacío, sin las voces que por solo verlo lanzaban insultos y mala vibra afectando a todo un equipo. Lemos hoy levantó su juego en 25 minutos y se convirtió en la figura del lunes con tres acciones interesantes como un tiro libre que el ‘Pato’ Álvarez logró desviar, el golazo que marcó a los 90′ con su buen derechazo esquinado y violento, pero sobre todo con esa última acción en la que lee muy bien el contragolpe de Calcaterra, agranda en retroceso y ataca justo en el momento que debía cortar la jugada porque estaban en desventaja numérica. Ese foul tuvo -a mi gusto- un valor parecido a un gol.
¿Fue justo el 2-2?
Sí.
Cristal había hecho un mejor primer tiempo con la velocidad de sus extremos, pero principalmente teniendo a su delantero centro (Enmanuel Herrera) en estado de gracia. Todo lo demás en Cristal es superable.
Para la reanudación de las acciones, el técnico Mario Salas accede a darle la pelota y el protagonismo a los íntimos y cede importantes metros que no pudo recobrar. Alianza asume la iniciativa y encontró a un mejor Rinaldo Cruzado como la primera idea del equipo, y luego el desequilibrio natural de Kevin Quevedo. Buen partido de ambos, al fin.
Lo de Lemos va más allá del gol y la acción final contra Calcaterra. Hay una estadística interesante que la tomo del colega Josué Chávez de Tribuna 2.0 y que está fuera de cualquier subjetividad irrelevante acerca del parentesco del jugador con el técnico, su nacionalidad, estatura, procedencia, arete, tatuajes, etcétera: Él y Mauricio Affonso suman 277 minutos juntos en un campo. Prácticamente tres partidos. Affonso marcó dos goles, ambos a centro de ‘Maxi’. Lemos brindó tres asistencias y anotó un gol de tiro libre.
La falta de Lemos a Calcaterra en la última jugada del partido…