La Corresponsalía Escolar: una experiencia determinante
Por: Yolanda Vaccaro Alexander.
Ex Corresponsal Escolar y actual Corresponsal Extranjera de El Comercio en España
Me piden que escriba un comentario sobre lo que la Corresponsalía Escolar de El Comercio significó a la hora de determinar mi vocación profesional. Y la verdad es que la experiencia no sólo fue determinante cuando me decanté por el Periodismo. No exagero al decir que, en buena medida, determinó mi vida.Empecemos por el principio, que suele ser lo mejor. Se puede decir que mi afición a la lectura (soy una convencida de que la formación principal es la autodidacta, sin despreciar los estudios formales, por supuesto) se inició leyendo El Dominical de El Comercio (y “Lo que el viento se llevó”, lo confieso). Cada domingo esperaba el suplemento para leer los artículos sobre política internacional de, principalmente, Juan Paredes Castro, Editor de Opinión y Política del Diario. Tenía doce años de edad.
En esas andaba cuando El Comercio lanzó su Página Escolar. Tenía trece años y estudiaba segundo de Secundaria en el colegio My Home and School de Lince, que me designó como su Corresponsal Escolar. Ver mi nombre firmando artículos cada domingo en el diario de referencia en mi entorno, de mi vida, producía en mí un subidón de adrenalina que aún hoy me produce verdaderas palpitaciones, y perdón por ser cursi. Desde entonces y hasta que terminé el colegio, en 1987, publiqué más de un centenar de artículos en el Diario, gracias a la paciencia y a la sabia guía de Norita Pesantes, de Felipe Adrianzén y de María Rita Ladrón de Guevara, los encargados de nuestra sección durante esos años. Cada vez que escribo una nota recuerdo las palabras de Felipe Adrianzén a la hora de redactar el titular: “Piensa en lo que más te ha impresionado del reportaje”.
Don Alejandro Miró Quesada Garland, entonces director de El Comercio, participaba en muchas de las actividades dedicadas a los corresponsales escolares, lo que contribuía enormemente con el entusiasmo y la seriedad con que nos tomábamos la labor. Don Alejandro, maestro del periodismo honesto y de calidad que ha forjado a varias generaciones de periodistas, nos entregaba cada año nuestros carnés de corresponsales. En la primera de estas ceremonias tomé la palabra y agradecí a El Comercio en nombre de los corresponsales; en esa época tenía mucho menos sentido del ridículo del que tengo hoy. No sería la última vez en que el Director del Diario presidiría una ceremonia en la que yo, con la inocencia propia de la adolescencia, tomaría la palabra para lanzarme con un discurso. Tengo en la sala de mi casa, en el departamento en el que vivo en Madrid, un retrato con la imagen que recoge una de estas ocasiones.
Desde los trece hasta los dieciséis años, cuando terminé el colegio, hice artículos que conservo con cariño, como aquella entrevista con el entonces director y propietario del Museo de Oro, Miguel Mujica Gallo.
También conservo fotografías con algunos de los compañeros de corresponsalía con los que formamos el grupo más activo de Corresponsales Escolares en esos años: Marilú Pacheco (hoy vive en Suiza y somos buenas amigas), David, Óscar Chigne, Marco Antonio Capristán, Doli Alina Fernández, Tatiana Mezarina, entre otros.
Igualmente guardo imágenes en las que Mario Cortijo, hoy Jefe de Informaciones Generales del Diario, nos explica a los corresponsales escolares el funcionamiento del periódico y nos muestra sus instalaciones, de una forma tan profusa y, sin embargo, amena, que sus palabras certeras quedarían grabadas para siempre en mi idea de lo que es por dentro un periódico de primer nivel.
La entrevista que llegó 23 años después
Lo de la Corresponsalía Escolar fue una labor que me tomé totalmente en serio. Tanto que, en 1985, cuando el presidente Alan García accedió por primera vez al poder, ni corta ni perezosa le mandé una carta pidiéndole una entrevista. Desde la Oficina de Prensa de Palacio de Gobierno me respondieron agradeciendo mi interés y señalándome que el presidente no podía concederme la entrevista por su “recargada agenda”. Como me gusta guardar todo lo relacionado con mi época de Corresponsal Escolar, conservo esa carta. Una misiva que, el pasado enero, durante su visita oficial a España, pude mostrar al propio presidente García al tiempo que le decía: “Presidente, he esperado 23 años por esta entrevista”. Nuestro mandatario se sorprendió, sacó sus lentes del bolsillo de su chaqueta, y leyó la carta, de tres párrafos, íntegramente.
Lugar y fecha: Madrid, 21 de enero de 2008 (Hotel Ritz).
Alan García durante la entrevista con Yolanda Vaccaro.
Crédito: Nilton López.
Noticias sobre actividades en mi colegio; homenajes a profesores; entrevistas a historiadores, catedráticos e investigadores, en fin. Los temas de los artículos que escribí en esos años fueron diversos, casi tanto como lo son los de las notas que escribo desde 1992 como Corresponsal en España, una labor que requiere de una óptica “todo terreno” para poder cubrir unas elecciones generales lo mismo que un atentado terrorista, la denuncia de maltrato policial por parte de una peruana en España, una visita presidencial, una feria de arte contemporáneo o realizar entrevistas a escritores como Arturo Pérez Reverte o Paulo Coelho o a artistas como Pedro Suárez Vértiz.
Pero sin lugar a dudas la entrevista con la que más vibré siendo Corresponsal Escolar fue la que hice en 1987 a los miembros del grupo de rock argentino Soda Stereo, por aquel entonces los reyes del panorama musical juvenil sudamericano, mis ídolos máximos en esas fechas.
FOTO 2- SodaStereo-Yolanda
Lugar y fecha: Lima, 25 de junio de 1987.
Yolanda Vaccaro, como Corresponsal Escolar de El Comercio, entrevistando a los componentes del grupo Soda Stereo (Gran Hotel Miraflores).
Crédito: El Comercio.
El concurso
Así las cosas no es raro que en quinto de Secundaria lo tuviera claro: iba a estudiar Periodismo. Ese año, 1987, la embajada de España y El Comercio convocaron un concurso dirigido a los estudiantes de último año de Secundaria en todo el país consistente en escribir una monografía bajo el título “Imagen de España en el escolar peruano”. Siempre me ha gustado escribir, y la experiencia adquirida como Corresponsal Escolar me había iniciado en la escritura periodística. Sin embargo pensé que mucha gente estaría por delante de mí en el concurso, así que, aunque había escrito la monografía, decidí no presentarla. El día en el que vencía el plazo Norita Pensantes llamó por teléfono a mi casa, sorprendida pues yo siempre participaba en cuanto concurso se convocaba (con buenos resultados, modestia aparte), y no me presentaba en la citada convocatoria. Le dije que mi trabajo seguro era superado por muchos otros. Ella me dijo: “No importa, lo importante es participar”. Así que corriendo tomé el micro de la línea Cocharcas (no sé si aún existe), como hacía cada semana para ir a El Comercio, para cubrir el trayecto desde la esquina que forman las calles José Leal y Cápac Yupanqui de Lince, en la esquina de mi casa, hasta Jirón Miró Quesada 300, con mi uniforme escolar. Llegué a eso de las 6 de la tarde.
El domingo siguiente El Comercio, en la Sección Escolar, publicó el nombre del ganador del concurso, junto al texto íntegro de la monografía correspondiente. Eran mi nombre y mi texto. Al verlo lloré mucho, de alegría y de sorpresa, tal como hago ahora al recordarlo.
Las cartas ya estaban echadas porque ese fue el inicio del camino que me traería hasta España para ser Corresponsal, nuevamente, de El Comercio.
En la ceremonia de entrega del premio, realizada en la residencia del Embajador de España en ese entonces, don José Luis Dicenta Ballester (a quien años después entrevistaría en la Cancillería Española siendo él Secretario de Estado para Iberoamérica), en su presencia y en la de don Alejandro Miró Quesada Garland, entre otras personalidades, hablé sobre las relaciones hispano-peruanos e hispano-latinoamericanas.
FOTO 3- Premio Embajada-Yolanda
Lugar y fecha: Lima, octubre de 1988 (Residencia de la Embajada de España en Lima).
Yolanda Vaccaro agradece el premio “Imagen de España en el escolar peruano” en presencia de José Luis Dicenta, entonces embajador de España en el Perú; Alejandro Miró Quesada Garland, director de El Comercio; el presidente de la Casa de España y el consejero laboral de la Embajada de España.
Crédito: El Comercio.
España
Ahora creo, sin mucho temor a equivocarme, que los allí presentes deben haber “alucinado” un poco con mi desparpajo y mi, en el fondo, carencia total del sentido del rídículo, del roche. El caso es que la seguridad que por aquel entonces tenía de sobra, lindando bastante con la vanidad, lo reconozco, fue uno de mis pasaportes más sólidos.
Finalizados los discursos, nuevamente ni corta ni perezosa, le pregunté al embajador qué debía hacer para estudiar Periodismo en una universidad española. El embajador llamó al consejero cultural, quien me respondió: presentarme al examen de Selectividad, el de ingreso a la Universidad Española, que en Lima lo dirigían profesores de la Universidad Española de Educación a Distancia, aprobar y pedir plaza en la universidad elegida. Como mi familia no tenía medios económicos suficientes, debía ganarme una de las cinco becas que en esa época daba España para hacer carrera universitaria a estudiantes peruanos.
En marzo de 1988 se realizó el citado examen, en el colegio San Agustín. Fueron dos días de pruebas. Saqué la más alta nota, calificación que luego se promedió con mis notas en el colegio donde, también, tenía el primer puesto. A los resultados en el examen y en el colegio se añadió mi expediente de solicitud de beca en el que, por supuesto, incluí copias de mis más de cien artículos publicados en la Sección Escolar de El Comercio, entre otros documentos. No sé qué pesó más pero el caso es que me fue concedida la necesaria beca, con el primer puesto.
Antes de viajar a España, cosa que hice en setiembre de 1988, a los diecisiete años de edad, me fui a despedir de mis “jefes” en El Comercio. Don Alejandro Miró Quesada me dijo: “Cuando termines la carrera tienes trabajo seguro en El Comercio”. Lo que no sabía es que le pediría ser Corresponsal desde España cuando estaba en quinto de carrera, en 1992, solicitud a la que don Alejandro respondió pronto, afirmativamente, a través de Eduardo Carbajal, entonces Jefe de Redacción del Diario, otro de mis más queridos maestros.
La oportunidad
He estudiado cinco años de Licenciatura y dos de Doctorado en la Universidad Complutense de Madrid, y puedo decir con conocimiento de causa que la Corresponsalía Escolar de El Comercio fue uno de los cursos fundamentales en mi formación y en mi vida. Eso sí: como decía al principio, para mí la principal formación es la autodidacta que se basa en el aprovechamiento de las oportunidades de desarrollo que se nos presentan. He mencionado a algunos de los corresponsales que entre 1985 y 1988 nos afanábamos por que nuestros nombres aparecieran cada domingo en letras de molde. No éramos la mayoría, que, en general, tenía la designación para la corresponsalía por parte de sus colegios pero no llegaba a escribir una línea en el Diario. Y es que en esta vida es cierto que no todos tenemos las mismas oportunidades, lamentablemente, pero no es menos cierto que muchos no saben sacarle partido a oportunidades con tantas y tan buenas posibilidades como la que se nos brinda siendo Corresponsales Escolares de El Comercio, el diario decano del Perú, el diario peruano que se reconoce en cualquier parte del mundo.
Gracias Aurora por darme la oportunidad de explayarme contando a grandes rasgos lo que ha significado para mí ser Corresponsal Escolar de El Comercio, y de poder dirigirme a los nuevos corresponsales, a quienes les mando mis mejores deseos y, si se me permite, el consejo de tratar de sacar el mejor provecho a esta experiencia que, además, ahora, con Internet, nos permite no estar tan pendientes de la extensión de lo que escribimos (prueba de ello es esta nota por cuya exagerada extensión les pido perdón).
FIN