Enemigo mío
Desde Alf hasta Marvin El Marciano. Un repaso a los más queridos extraterrestres que pasaron por la televisión, por el cine, por la música y por nuestros más afiebrados pensamientos.
Hace dos años recibí una amenaza de muerte. Recibimos. Era una carta escrita con odio, el resentimiento transformado en respiro, la venganza cabalgando sobre la más pura ansiedad. Estaba firmada por Daniel Olórtegui y yo me resistía a creer que era él. Ese compañero de carpeta de primaria pedía una reivindicación histórica, un desagravio público. Durante casi 5 años lo llamamos “Enemigo mío”. Se lo repetimos tanto que al final quiso realmente serlo.
Para ser más preciso, el verdadero alias de Olórtegui más que enemigo mío era “Tío”. En una película repetida durante 1587 veces en canal 2 todos nos conmovimos alguna vez con esa historia de amor y odio entre un guerrero terrícola (Dennis Quaid) y un adorable reptiloide del planeta de los dracs. Ese extraterrestre hermafrodita fallece en la hora del parto y su pequeño mutante llamaba “Tío” al excesivamente peludo Quaid. “Tíooooooooooooo”, invocaba el amorfo y “Tíooooo” también repetíamos en el salón de cuarto ‘B’ cuando pasaban lista y llegaban a la ‘O’ de Olórtegui.
Ese ‘drac’ nacido en Lince nunca se llevó bien con sus amigos de la Tierra (nosotros). Nunca aceptó que su sobrenombre estaba cargado de ternura. “Tío” siempre se escondió en el más sospechoso de los silencios, hacía de su síndrome de ausencia una extrañísima complicidad. Por eso cuando una mañana de marzo de 1991, diez mochilas (incluida la mía) aparecieron llenas de un nauseabundo y pegajoso líquido todos le echamos la culpa a “Tío”. Nos odiaba porque nunca lo dejamos jugar fulbito, porque hacíamos bromas excesivas sobre el diámetro de su cabeza. Él solo quería parecerse un poco a sus compañeros y nosotros nunca lo dejamos ser.
En 1991, Daniel Olórtegui se fue del colegio. Sus padres se lo llevaron. Quizá a otro barrio, a otra ciudad, quizá al planeta ‘drac’ al cual injustamente lo condenamos sin que él nos haga nada. No supimos más de él hasta esa carta del 2008 enviada al grupo de mails que creamos con los chicos de la promoción. Decía cosas escalofriantes, conocía los pasos y destinos de cada uno de los pequeños maleantes que años atrás lo habían humillado tanto. Yo leía y releía ese manifiesto ponzoñoso, una y otra vez. Me negaba a culparlo como en aquel incidente de las mochilas en sexto grado. Por esos días, otro ex compañero se había metido en problemas de dinero muy delicados que involucraban a una amiga de la ‘promo’. Los correos de esos meses eran para censurar la actitud casi delincuencial de este mal hombre. Y justo, así de la nada, llega la carta de “Tío”. Insisto, me niego a creer que sea él. Quienes mienten, quienes sufren de esquizofrenia son los humanos. Los extraterrestres no. Daniel Olórtegui ojalá leas esto. Tú nunca nos amenazaste. Estás liberado.
¿Cuántos marcianos favoritos hubo en tu vida? ¿Con cuántos extraterrestres te encontraste en la televisión o en el cine? Nadie se salva de algún encuentro cercano del tercer tipo. Pudo ser con Luciano El Marciano y su despedida ininteligible (lau lau terrícolas que para algunos también era “lau lau que rico lau”), o sino con E.T. o con los amigos de V Invasión Extraterrestre (puedo catalogar de traumáticos las escenas del arranque de piel y de la ingesta de gigantes roedores). Tuvimos a ALF y también a Mi amigo Mac. Los más vividos dirán que no olvidemos a Gazú ni a Mi Marciano Favorito. Es como si ese delirio de nuestros tiempos por conocer si hay o hubo vida fuera de la Tierra nos haya conducido a la creación de una invasión tan ficticia como inminente.
Así como nosotros tuvimos a “Tío” es inevitable que en el colegio o universidad ustedes hayan tenido un “Mi amigo Mac” o un ALF (con el grito ronco de “No hay problema” para hacer más contundente la joda). Porque estos enemigos míos llegaron al Tercer Planeta no solo para estudiarnos sino también para darnos el más cruel de los insumos en búsqueda del mejor apodo para los más queridos en años de cruel infancia y letal adolescencia (créeme, no hay nada como el voto popular antes de los 15 años, es lo más doloroso que puede existir si hay víctimas tan indefensas como “Tío).
De esta larga lista de seres incomprendidos yo me quedo con ALF. Soy tan despistado y torpe como él. Miré la serie en sus cuatro temporadas y al igual que tú nunca entendí ese extraño final que años después trató de ser explicada en una película de bajo presupuesto con Martín Sheen llamada “Proyecto ALF”. A nuestro amigo melmacciano lo capturó la fuerza armada. Tuvimos que esperar casi cinco años para saber si lo iban a ejecutar o no. Para eso mejor hubiéramos llamado a Gazú o a mi Marciano Favorito o a Marvin El Marciano, amigo de Bugs Bunny. Cualquiera habría hecho magia extraterrestre para salvar a ese oso hormiguero convertido en hombre chiquito con voz maltratada.
Leo las noticias y me entero que dos astronautas rusos serán aislados durante año y medio para ensayar un supuesto viaje Marte. ¿Hasta dónde (y hasta cuándo) nos puede obsesionar y fascinar tanto la vida fuera de nuestras órbitas? Hago el recuento de extraterrestres históricos y nunca termino. ¿Son tantos? ¿Son tan diferentes? He visto más de diez veces “Enemigo mío” y un par de veces “Mi amigo Mac”. Lo más parecido que tienen es que a los dos los tuve de compañero en algún salón.
El único rasgo común entre seres como “Tío” (el de la película, no el de mi salón) y Alf es la maldita ternura que despertaron en nosotros a pesar de sus cuerpos y pieles feas. Quizá nunca nadie nos lo dijo, es probable que ni siquiera tú te hayas dado cuenta, pero personajes como E.T. o “Tío” nos enseñaron a respetar las diferencias y nos liberó de una cárcel con las puertas abiertas (el mundo de las apariencias).
Ellos estaban fuera y se adaptaron (o al menos hicieron un intento honesto) a un tiempo y espacio que no era suyo. Por eso, casi 20 años después, el sentimiento de culpa todavía sigue siendo un huésped incómodo. Algo de mí siempre quiso reencontrarse con “Enemigo mío”. Nadie lo sabe (hasta ahora) pero desde que terminé el colegio hasta hoy le he dicho “Tío” a otras tres personas. Debe ser mi subconsciente que ha buscado durante todo este tiempo al ex amigo ‘drac’ que castigó tanto. Debe ser mi corazón en constante penitencia que busca un confesionario donde solo quedan cadenas perpetuas. Perdónalos setenta veces siete, “Enemigo mío”, porque ellos no saben (y nunca supieron) lo que hacen.
¿Cuál fue el extraterrestre de tu vida? (No vale decir, Lionel Messi) ¿Te quedas con ALF o con Enemigo Mío? ¿Prefieres a E.T. o al escuadrón de V? ¿Cuántos apodos con nombres de estos personajes escuchaste en tiempos de colegio o universidad? ¿Gazú o Mi marciano favorito? ¿Lucianos Burguer tenía algo que ver con Luciano El Marciano?
La palabra es de ustedes (los leo)
VIDEOS MARCIANOS
[Este es el intro de ALF. No pude conseguir la versión original porque creo que está vetada para YouTube o algo así. Igual todos recordamos cuando el buen melmaciano pone la cámara en Automático para correr hacia el encuadre y salir con toda la familia Tanner]
[La escena cuando el drac de Enemigo Mío tiene a su hijo, el mismo que llamaba a Dennis Quaid “Tío”]
[El incomprendido Marvin The Martian. Un video en inglés con el buen Bugs Bunny. No sabía, pero Marvin tiene más fans de los que pensé en algún momento]
[Por un momento no pensé encontrar esto pero aquí el intro de “Mi Marciano Favorito”. Distingan al gran Bill Bixby (Hulk) en sus mejores años]
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