Para ti, que te va bien
Publicado en la revista Aptitus, el 07/08/2018
La mejor oportunidad para innovar es aprovechar el momento en el que mejor nos va a nivel profesional. ¿Qué hacer para no caer en la trampa del éxito?
El mundo profesional nos impulsa a tener objetivos, a esforzamos para alcanzarlos,
a aspirar ser exitosos y reconocidos. Todo eso no se trata necesariamente de lograr riqueza, fama o poder. Se trata de sentimos bien, estar contentos y satisfechos con lo que hacemos, con lo que somos, con lo que damos o sabemos, con lo que hemos logrado. El éxito puede lograrse en lo familiar, profesional, personal o en cualquier otro ámbito. Pero cualquiera sea el nivel de éxito, éste siempre trae consigo un gran riesgo. ¿Cuál es el riesgo? Caer en la trampa del éxito. Y, ¿cuál es? Es aquella etapa peligrosa en la que caemos cuando mejor nos va. Y les pasa a las personas y a las organizaciones exitosas: sienten que cuando ya lograron sus metas u objetivos, cuando ya son exitosas, simplemente no necesitan más seguir creciendo, cambiando, transformándose.
Y como tal, dejan de querer aprender, de esforzarse por capacitarse, por crear nuevas alternativas. Dejan de analizar nuevas maneras de hacer las cosas, de innovar. Se quedan atrás. Caen en la complacencia. Y muchos también se vuelven arrogantes, y ya sabemos que la arrogancia y la complacencia son los más grandes enemigos del éxito duradero y sostenido. Lo veo pasar en las empresas y las personas dentro de sus carreras profesionales. Cuando les está yendo bien, cuando piensan que tienen la llave del éxito, tienden a decirse: “ ¡Listo, ya llegué, ya tengo la fórmula del éxito! ” . Y, aunque no lo digan en voz alta, lo que sienten es: “¡Estoy en la cumbre de la montaña!” Allí, y casi de inmediato, cuando sienten “ya para qué voy a cambiar si me va muy bien” , es cuando caen en la trampa del éxito: cambian de actitud, bajan la guardia, dejan de esforzarse, dejan de querer ser mejores.
La única manera de evitar quedar atrapados en la comodidad de la zona de confort es tener la lucidez y la disciplina para proponerse seguir atento a crecer o cambiar a pesar del éxito o de incluso estar en nuestro mejor momento. Esa es la oportunidad y la ocasión perfecta para analizar y pensar: “ya que llegué hasta aquí, ahora, ¿cuál es mi siguiente meta?, ¿hacia dónde voy?, ¿qué tengo que hacer para ir más allá?, ¿qué tengo que mejorar en mi perfil?, ¿qué tengo que aprender o estudiar?, ¿qué nuevos cursos debo tomar?, ¿a quién quisiera conocer?, ¿qué tengo que seguir haciendo?, ¿qué tengo que dejar de hacer?, ¿qué debo evitar?, ¿qué debo empezar a hacer?
“CUANDO LES ESTÁ YENDO BIEN, CUANDO PIENSAN QUE TIENEN LA LLAVE DEL ÉXITO, TIENDEN A DECIRSE: “¡LISTO, YA LLEGUÉ, YA TENGO LA FÓRMULA DEL ÉXITO!”. PERO NO ES ASÍ”
En otras palabras, cuando nos va bien, es el momento de reinventamos, de abrir e incorporar nuevas ideas, de abrir la mente, de desaprender, de conocer nuevas personas y realidades. Ese es el mejor momento, y es allí donde le sacamos ventaja a la competencia y donde el momentum y la energía nos sirven de trampolín para cambios e innovaciones, nuevos proyectos y aventuras. ¡No hay otro momento!