Nightwish - Imaginaerum - Nuclear Blast - 2011
Nightwish es un grupo que despierta pasiones, generaron una gran identificación desde fines de los 90 y su cantante original, la muy bien dotada Tarja Turunnen, provocó millones de enamoramientos platónicos dentro de las huestes más melódicas del metal con su imponente presencia escénica e innegables capacidades vocales. Su salida de la banda a mediados de la década pasada desató una ola mediática de especulaciones, dimes y diretes dentro del metal, sobre todo porque esta salida se ventiló públicamente en la en las páginas web de la banda y de ella. Su reemplazo, la vocalista Anette Olzen, se integró a la banda en medio de la polémica y con este ya lleva dos discos oficiales grabados. Por supuesto las comparaciones no se hacen esperar y han solido ser desfavorables para ella. Ahora Nightwish nos presenta su último disco y no podemos ser indiferentes a este trabajo.
A mí me gustó Nightwish a partir del Wishmaster, pero no demasiado, desde mi punto de vista su estilo era muy acartonado e incluso la voz de la Turunnen era demasiado operística y encuadrada en un esquema clásico, típico del bel canto. Eso cambió con el Century Child, un disco en el que creo que dieron con la fórmula total para este estilo mezcla de power con gótico. De hecho fueron la mejor banda de esa tendencia con ventaja larga. El Once significó el perfeccionamiento del estilo y en ambos discos finalmente la música no se oyó más artificial sino que por fin fluyó con la naturalidad del rock.
La salida de la Turunnen me hizo temer lo peor para ambas partes. Nightwish es Tuomas Holopainen y su protagonismo compositivo no podía compartirse con el protagonismo escénico de Tarja, uno tenía que irse y no podía ser él. El peso compositivo de la Turunnen era nulo en la banda. El Dark Passion Plays, anterior disco de la banda y primero sin Tarja, me pareció simplemente mediocre y una confirmación de la debacle del grupo que yo ya veía abatirse. Los discos de Tarja en solitario me parecieron peores, insípidos, de una dudosa metalicidad y de una más que cuestionable calidad artística; no basta con cantar bien y tener voz. Se requiere tener algo que interpretar y la nulidad musical de las piezas de los discos de Tarja era desesperanzadora. Una gran voz desperdiciada en temas de muy mala calidad.
Sin embargo, escuchando este nuevo disco de Nightwish me parece ver una luz al final del tunel al menos para una de las partes. Estamos ante el disco más ambicioso de lejos de la banda, (creo que hasta van a hacer un película). Han conseguido algo que es un gran mérito estético, independizarse del legado interpretativo de Tarja. Anette no es una mala cantante, es solo que no tiene entrenamiento lírico, y no tiene por qué tenerlo si lo que quiere cantar es rock. Olvidándose de lo que fue Tarja, ha decidio explotar su voz en las facetas que esta se lo permite y ha contribuido enormemente a las canciones del disco.
Estamos ante un álbum con muchas facetas, unas lindantes con lo farsesco y tragicómico otras con el folk y con lo épico. Tiene bastante de la película El Imaginarium del Doctor Parnasus, de Terry Gillian, a nivel del concepto, pero también una fuerte vinculación instrumental con la que fueron los últimos dos discos con la Turunnen. Olzen ha buscado explotar su voz en las formas en las que Tarja no habría podido. Canta más ronco, se pone agresiva, rockea cuando debe hacerlo y acompaña, no roba, el tema. Es cierto que el peso musical es ahora más instrumental que antes, pero eso me parece inteligente si tiene una cantante de rock y grandes instrumentistas.
Nightwish ha deseado doblar la hoja Turunnen y creo que talento para ello les sobra. Olzen es buena y está sabiendo girar en torno a este cambio. El disco abre con una alocución en suomi que la verdad no sé qué dice pero sirve de intro. El primer tema es Storytime, single que ya se estaba promocionando en la red y que por sí solo hacía albergar algunas dudas sobre el resultado final del disco. El tema no es para nada malo, pero en sus primeras partes no saca todo el partido del estilo de Olzen, por lo demás a nivel instrumental es impecable, preciso, contundente y melódico. Tiene varios cambios que lo convierten en un hit instantáneo. Ghost River es el siguiente y recuerda mucho la época de Wishmaster en sus acordes iniciales aunque luego marcha a algo más violento. Slow, Love, Slow es un tema lento con reminiscencias a la música de cabaret de los años 30, pero con una tendencia modernizadora contemporánea. No es un tema de metal, pero es muy sugerente y es buen contraste dentro de un disco más tirado a la fuerza. El siguiente tema I Want my tears Back, es hard rock melódico y en él se luce mejor la capacidad interpretativa de la Olzen, Marco Hietala, habitual contrapunto agresivo, hace un excelente dúo con ella. Las guitarras están muy afiladas en esta canción. Además hay unas partes folk al comienzo y a la mitad del tema que remiten un tanto a ciertos acordes de los dos primeros discos. La canción que sigue es una de las cúspides del disco, Scaretale, una canción teatral y farsesca muy en la línea de Storytime, que avanza in crescendo desde unos sonidos de voces de niños hasta desembocar en un tema de heavy metal. La voz en esta canción se luce completamente en formas nunca oídas para una canción de Nightwish, con matices roncos y pesados como corresponden a la intención del tema. Me atrevería a decir que han contado con una dirección vocal específica.
Arabesque es un tema instrumental que sigue en la dirección de la farsa y el relato misterioso, es un tanto aburrido y no veo que aporte demasiado. Turn Loose the Mermaid se parece a Slow, Love, Slow medio tiempo dulce y suave, pero no débil mezclado con la melodía folk de I Want My Tears Back. Rest Calm vuelve a un heavy metal pausado con guitarras muy marcadas pero suavizadas por los acordes del teclado de Holopainen. Es un tema más clásico de Nightwish. La voz inicial es la de marco Hietala y solo luego aparece la Olzen con total contundencia. Aunque a la mitad el tema cede a una instancia melódica muy acertada, con una tonada enganchadora. The Crown, The Owl and the Dove tiene también tendencia al folk pero más suave que los dos temas anteriores en esta línea. Predomina el sentido de medio tiempo hard rock. Es un tema agradable con unas voces más graves que las habituales. Last Ride of the Day es Nightwish clásico y puro, otra vez nos acometen las reminiscencias de Wishmaster y Century Child, pero con unas progresiones power europeas en las que las voces y el acompañamiento de percusión se lucen bastante. Song of Myself sigue esta línea y tiene algunas connotaciones épicas a la vez que personales. La voz de Olzen es acá más acerada y contundente de lo normal y creo que es una de las mejores canciones del disco (además aparecen los clásicos coros vocales de la banda). Todo esto matizado por melodías de teclado que sirven de contrapunto dulce a una ejecución en general poderosa. Este es además el tema más largo del álbum pues dura unos 13 minutos, que no cansan para nada. Para mí el disco debió terminar en este tema. Lamentablemente el resultado final se desluce en un, para mí, inútil ejercicio de recapitulación constituido por el último track del disco. Se trata de un repaso de las principales líneas melódicas de cada uno de los temas pero desde una perspectiva sinfónica. De verdad insulso, inútil y falsamente artístico. Supongo que buscaban algo de profundidad, pero así no consiguen mucho. Una lástima, porque el disco hasta este tema venía funcionando perfecto. Bueno, tenemos lo demás ára apreciar.
Creo que estamos ante un disco valioso y contundente, una verdadera renovación de la carrera artística de un grupo talentoso que pasó por un periodo oscuro. Espero que la escena headbanger les renueve la fe y que no se cierren en que Tarja Turunnen o nada. Ella es una gran vocalista pero un grupo debe saber poder pervivir artísticamente si sus principales líneas creativas perviven y Tarja Turunnen era una gran presencia interprtetativa pero poco más que eso. Ojalá a alguien se les ocurra traerlos por acá.