Bogotá es Mozart: Diario de conciertos (I)
El primer concierto en el Teatro Mayor presentó al pianista austríaco Till Fellner, reconocido por haber ejecutado todas las sonatas de Beethoven, una proeza de toda una vida. Ofreció dos sonatas: La no. 4 K. 282 y la No. 16 K. 545, además del Rondó K. 511 y un Adagio en si menor, K. 540. Fellner ofreció crescendos con virtuosismo, tiempos perfectos y un final solemne y simple en la obra final.
Lo mejor se reservó para la tarde. A las 5:00 pm hizo su debut la Staatskapelle Halle de Alemania, dirigida por el Español Josep Caballé. Cincuenta músicos y un director dinámico y muscular abrieron el programa con el Divertimento K. 136. Vigoroso inicio que combinaba diminuendos y crescendos, con una grata agilidad y energia de Caballé. El intercambio entre 1ros y 2dos violines era frenético y su pastosidad exquisita. La solista estrella del Festival, la alemana Isabelle Faust, presentó el Concierto para violín no. 4 K. 218. Faust inicia con delicadeza, y acentos sutiles dignos de una orfebre, deliciosos matices y detalles mozartianos en complicidad con la Concertino, Ying Zhang. Termina la cadenza del primer movimiento con virtuosidad endiablada. El Rondó final lo interpreta con la energía de la sonata “Kreutzer” beethoveniana. Faust complace al público con una moderna y muy sutil obra llamada “Doloroso” del húngaro George Kuzak. La orquesta concluyó con una cuasi brahmsiana versión de la sinfonía no. 36 “Linz”, KV 425.
Inmediatamente después de este concierto se inició en el Teatro Estudio el recital del violinista Guy Braunstein y el pianista Lars Vogt. Ante un teatro repleto, pude acceder a una silla extra junto a Isabelle Faust y a Juan Ángel Vela del Campo, famoso crítico del diario El País. Disfrutamos de tres sonatas, la primera, no. 20 en do mayor, KV. 303, jocosa y con el estilo juvenil mozartiano y dos maduras, no. 27 en sol mayor, KV. 379 y la no. 32 en si bemol mayor kv. 454, en que percibimos sonidos y armonías que nos remiten a Brahms, y en ellas vemos cómo el genio de Salzburgo influyó en el compositor alemán. Braunstein y Vogt conectaron de excelente manera, y el público pudo percibir esta química.
El día terminó con la impactante presentación de la Wiener Kammerorchester, con Stefan Vladar en la conducción y al piano. Iniciaron el programa con la obertura de “Così fan tutte”, en una versión estrepitosa y con una mano fuerte y contundente de Vladar, quien condujo sin podio.
A continuación el director se sentó al piano para interpretar el Concierto no. 23, KV 491. Vladar ejerce fuerza y su interpretación es virtuosa, con mucha vena, los tiempos son energéticos y la orquesta acompaña de manera enérgica, inducidos por su conductor. El concierto tuvo un cierre con la sinfonía no. 41 “Júpiter” KV. 551. Los metales de la orquesta suenan con vigor y rigor neoclásico, Versión muy intensa, casi beethoveniana. La energía de Vladar es contagiosa y su talento enorme. Definitivamente uno de los artistas mas increíbles que han pasado por este festival.