Generaciones
No creo en las generaciones, creo en las colleras, los pares, los compadres del arte. Si para Ortega veinte años definía a una generación, cabrá en una sola especímenes tan dispares que el concepto mismo de “generación” se torna en antojadizo: liberales, socialistas, nihilistas, hedonistas, pesimistas, optimistas, utópicos y resignados. Al decir verdad (si eres artista, filósofo o escritor), el concepto deviene de la arrogancia de creer que representas a todos tus contemporáneos. Una generación son diez o veinte conspicuos, a veces de pensamiento y expresión dispar.
Pero tendemos a etiquetar, todos somos uno. La generación X fue aquella que padeció los rigores de los 80 y alcanzó los 90 con el espíritu en un hilo, tanto que se les vació del todo y perdió las emociones y con ellas las ilusiones y las utopías. Bueno, eso dicen. Al decir verdad, sé de muchos más que las conservan tal cual. Los postmodernos, al decir de Lyotard, dejaron los grandes relatos por los pequeños. Otros hablan de la levedad. Si es así, debo ser un paria de mi edad.
Si de etiquetas se trata quizás el tema no sea el de la generación o la edad sino el de la afinidad. Viejos sin ideales y jóvenes sin ideales lo mismo es y al mismo cajón van. Entre mis contemporáneos hay tanta variedad que ya la generación pasa a ser una necedad. Y si de afinidades se trata, seré tal vez un renacentista o estaré más cerca de Unamuno que de alguno de mi edad o más cerca de un nonagenario que de un treintón o cuarentón.
Probablemente el tema de la generación no sea el de la edad sino el de un elemental asunto de tecnologías y si es así, no soy de la generación Gutemberg sino de la de Bill Gates. Así, solo la tecnología sería capaz de etiquetar. La famosa generación del 50 sería la del televisor. La anterior a ella la de la radio y más atrás la de la iluminación del gas. La mía es digital y de tiempo real.
Dado así ¿Te consideras miembro de “tu generación”?