Este Piero no canta
En enero de 1999 empecé a sufrirlo. Perú enfrentaba el sudamericano sub 20 y en DT me encomendaron seguir al equipo que dirigía Juan Carlos Oblitas en Argentina. Fue un viaje redondo porque la selección luchó hasta el final su clasificación al Mundial, además cubrí el matrimonio del Toro Cantoro, el Boca-River con Pereda y estuve más de 20 días en Mar del Plata, en plena temporada veraniega. En un grupo donde ‘Machito’ Gómez y César Balbín destacaban nítidamente, Piero Alva desesperaba. Su puntería fatal y su empecinamiento por driblear hasta al banderín del córner empezaban a moldear su sinuoso camino por el fútbol profesional. Ayer, aún con la resaca del fracaso en Trujillo, recordé a ese chiquillo empeñoso que debutó con Piazza en el 98 y que en el once del ‘Ciego’ parecía jugar para su equipo personal .
Alva no fue el único culpable de la historia triste protagonizada por la ‘U’ ante el Vallejo, pero es el mejor símbolo de los vaivenes desesperantes en que navega el plantel de Reynoso. La crema está perdiendo el rumbo. Se necesitan correctivos ya.
Recuerdo al Piero Alva de la temporada 2000, el de aquel golazo con tres dedos sobre la salida de Marco Flores en un clásico en el Nacional. Recuerdo también al Piero Alva del partido con Libertad, al tricampeón, al de la delantera mortal con Eduardo Esidio. Pero recuerdo también al Piero Alva que dejó la ‘U’ aún inmaduro, para empezar un recorrido zigzagueante por varias camisetas (Cristal, Unión de Santa Fe, Boys, Alianza Atlético, Cienciano, Xanthi) sin afirmarse en ninguna. No le falta empeño a Piero, no hay partido en que no se entregue, pero exaspera su predilección por hacer difícil lo más fácil, por querer hacer el gol maradoniano sin tener talento para ello.
Ante Vallejo se topó con una pared celeste y azul mil veces sin buscar otra alternativa. Verlo errar en tantas ocasiones desespera, provoca tirarse de cabezazos contra la pared, a pesar de que luego, con un jugadón o con un golazo, nos tape la boca a todos.
Pero un equipo grande como Universitario no puede depender del momento de inspiración de un jugador. Anoche volvimos a pagarla caro por los cambios en el equipo (¿Calderón o Balta?, ¿Quina o Rabanal?, ¿Gary o Landauri?, ¿Orejuela o Perillo?) y una asombrosa falta de ideas para buscar el gol con algún recurso que no sea el centro al borbollón. ¿Es que las triangulaciones se acabaron sin Solano en la cancha? ¿No hay nadie en la crema capaz de hacer una mísera pared? El campeonato es largo, pero estos puntos pueden costarnos caro. Esto ya preocupa.