
Escucha la noticia

Accede a esta función exclusiva
Resume las noticias y mantente informado sin interrupciones.
Previo a que se dé el pitazo inicial, Renzo Garcés colocó una rodilla sobre el campo y comenzó a rezar mirando hacia abajo. Unos metros más allá, Erick Noriega extendió sus manos hacia el cielo y también se encomendaba a que todo salga bien esa tarde. Se trataba de un partido de quiebre contra el rival directo del grupo de la fase de grupos de la Copa Libertadores y el mismo Néstor Gorosito miraba a sus dirigidos, sobre todo al recién repuesto Guillermo Enrique, con total confianza. Con el pasar de los minutos, los ánimos de ‘Pipo’ fueron de la alegría profunda al enojo explosivo y, finalmente, la feliz resurrección.










