Su nombre se ha repetido con mucha frecuencia durante los últimos dos días, pero poco se ha dicho sobre su vida y trayectoria. Ha pasado al primer plano porque su empresa, Graña y Montero, fue implicada en las denuncias de corrupción del caso Odebrecht y, tras duras caídas en el valor de sus acciones, José Graña renunció junto con otros dos directivos de la empresa constructora.
José Graña Miró Quesada fue el presidente del directorio de Graña y Montero desde 1986. Su ingreso a la empresa que fundó su padre data de mucho antes, en 1968, cuando entró como un arquitecto más de la compañía. Llegó al año siguiente de graduarse como licenciado en arquitectura por la UNI (Universidad Nacional de Ingeniería del Perú). Diez años más tarde tomaría conocimientos de gestión en el PAD (programa de alta dirección) de la Universidad de Piura y Esan (Escuela Superior de Administración de Negocios para Graduados).
La empresa Graña y Montero se creó en 1933 y ha ido diversificando su campo de acción, pasando de la construcción de carreteras a resolver proyectos mineros y asociarse con otras multinacionales para atender variedad de proyectos en el Perú y otros países de la región (Chile, República Dominicana).
Ahora se cotiza en Wall Street, pero en un principio, cuando llegó José Graña, era una sociedad cerrada. En el camino se fueron diversificando al diseño de proyectos de ingeniería, y a brindar servicios tecnológicos y petroleros, lo que dió lugar luego a la creación de un grupo conformado por varias empresas.
José Graña ha revelado en el pasado, en algunas entrevistas concedidas a la prensa, que sus años más duros fueron durante la década de los ochenta, cuando la inflación subía hasta 7.000%. Otra época difícil fue en el 2003, cuando se dió un colapso en el mercado inmobiliario, lo que generó una gran crisis para la firma, que ya estaba en la bolsa desde hacía seis años atrás.
Su paso por el mundo de los negocios, sin embargo, no se circunscribe al grupo constructor. Este limeño nacido al cierre de la segunda guerra mundial ha pasado por el directorio de empresas de diversidad de sectores, como por ejemplo la UTEC (Universidad de Ingeniería y Tecnología), Edegel y Repsol. Incluso participó como compañero del grupo Telefónica cuando se dió la privatización local del servicio de telefonía. En aquella oportunidad quedó por algunos años como vicepresidente del grupo que conformaron los españoles en el país.
José Graña es también el accionista individual con más acciones en la Empresa Editora El Comercio (que tiene 243 accionistas). Sus acciones, junto con las de sus hijas, suman 6,17% del capital social de la empresa.
Trascendió que meses antes de desatarse el escándalo de corrupción brasieño al que han sido vinculados, José Graña estaba estudiando la posibilidad de ir dejando el directorio de Graña y Montero en el mediano plazo. El escándalo aceleró ese paso.