Elsa Galarza

En estos tiempos, en que parece que se ha perdido el rumbo en muchas áreas de la política y la gestión pública, planteo cuatro elementos centrales que permitirían tener una política ambiental moderna y con mirada de futuro.

En primer lugar, hay que considerar que la política ambiental debe promover la competitividad. Los impactos en la competitividad pueden provenir de la propia política o de las mejoras en el desempeño ambiental que se deriven de ellas, como es el caso de aquellas que reducen la contaminación atmosférica o del agua, la conservación de suelos, la protección de los ecosistemas, entre otros. Asimismo, se puede analizar desde una perspectiva de la empresa individual o de la industria, y se puede diferir en el corto y largo plazo. Lo cierto es que la política no debería generar costos excesivos en su aplicación, así como se debería compensar a aquellos que son afectados en el proceso de transición hacia una economía más sostenible.

En segundo lugar, una prioridad de las políticas ambientales deben ser las ciudades, donde el 56% del total de la población vive en algunas de las 32 principales ciudades del país, donde particularmente Lima alberga a más de un tercio de la población total. Transitar hacia ciudades sostenibles es un imperativo dado que la tendencia a la urbanización es creciente en América Latina y en el mundo. Ello implica hacer frente a demandas de la población urbana, que tiene que ver con tener un transporte sostenible, buena calidad de aire, espacios verdes de uso común, sistema de recojo y tratamiento de residuos sólidos y provisión de agua potable. En resumen, la gestión sostenible de las ciudades es un elemento central para el desarrollo.

En tercer lugar, la conservación de nuestra biodiversidad debería ser una política de Estado, debido a que en ella se apoyan nuestras principales actividades económicas (pesca, minería, agricultura, entre otros), pero también debido a que encierra una riqueza potencial aún no debidamente aprovechada y, en algunos casos, desconocida.

En cuarto lugar, hay que reconocer que el Perú es un país muy vulnerable a eventos naturales, tales como inundaciones, sequías, heladas, que se exacerban con el cambio climático, además de ser una zona altamente sísmica. En este sentido, existen tres elementos centrales: la primera, se relaciona con la política de adaptación frente al cambio climático en temas tan relevantes como la disponibilidad de los recursos hídricos. Estos constituyen elementos centrales para actividades como la agricultura, la generación de energía y el acceso al agua potable para consumo humano. La segunda, se relaciona con acciones de mitigación que deben llevarnos a evaluar medidas de descarbonización y cambio en la matriz energética. La tercera, se relaciona con las políticas de gestión de riesgo de desastres, que es un aspecto crucial en las políticas públicas y debe incluir prioritariamente aspectos de prevención.

Para que la política ambiental sea bien diseñada, y pueda ser implementada efectivamente, estos cuatro elementos deberán ser trabajados articuladamente con todos los sectores involucrados, y en los distintos niveles de gobierno. El país ha avanzado en estos temas de manera aún muy incipiente, debemos continuar y reforzar las acciones en esta dirección.

*Elsa Galarza es Directora de la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico y exministra del Ambiente

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