Camas dispuestas en orden, separadas rigurosamente cada tres metros para evitar el contagio del coronavirus, abarcando 35 mil metros cuadrados. El espacio del Ifema, sede de las más grandes exposiciones que se realizan en la capital española, convoca a los más sofisticados desfiles de moda y convenciones internacionales.
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Resulta increíble pensar que tan solo hace un mes, del 24 al 28 de febrero pasado, miles de personas se reunieran allí durante la más reciente edición de ARCOMadrid, donde el Perú fue país invitado en 2019.
Sin embargo, hoy no hay cuadros, ni esculturas, ni pantallas. En todo caso, lo que se puede ver más parece una sobrecogedora instalación. Como señala el diario madrileño ABC, “el IFEMA abre sus puertas estos días para intentar cerrar las del coronavirus”. En efecto, con los centros sanitarios de la capital trabajando al límite de su capacidad, este recinto ferial se ha transformado en un macrohospital. Ya el lunes pasado, en su pabellón 5, se atendían a 300 pacientes con síntomas leves y desde el miércoles 25 de marzo está previsto que estén operativos también los pabellones 7 y 9 con otras 1.300 camas y 96 puestos de la UCI. Este número se podrá ampliar hasta las 3.000 e incluso a las 5.000 camas si fuera necesario. Como han señalado las autoridades, en los próximos días se abrirán los pabellones 7 y 9, con una capacidad para 1.300 camas, justamente donde se suele realizar una de las ferias de arte contemporáneo más pujantes de Europa.
El IFEMA cuenta con un espacio de 200.000 metros cuadrados cubiertos, distribuidos en doce pabellones, además de un centro de convenciones de más de 10 mil metros cuadrados. Todo ello con el apoyo de otros servicios y equipamientos, como restaurantes y 14.000 plazas de estacionamiento para vehículos. Se encuentra cerca al aeropuerto de Barajas.
NO ES LA PRIMERA VEZ
Si hace un meses el frenesí tenía que ver con la instalación de los stands y sus piezas de arte, hoy tiene que ver con la llegada de las camas, montar zonas de oxígeno y los servicios propios de un hospital. Y en lugar de conocedores y coleccionistas, pacientes divididos por módulos, síntomas y gravedad.
Por cierto, como señala la periodista peruana radicada en Madrid Fietta Jarque, no es la primera vez que estas instalaciones se habilitan para tratar víctimas. Ya había sucedido con el atentado del 11-M, el 11 de marzo de 2004, cuando un ataque islamista en varios trenes causó 202 fallecidos y 1857 heridos. El 2 de agosto de 2008 también se utilizaron parte de sus instalaciones como morgue después de un accidente aéreo en el cercano aeropuerto de Barajas en el que murieron 146 personas.
DE CURADORES DE ARTE, A CURADORES DE SALUD
Conmovido por la imagen que circuló en toda la prensa española, el crítico Gustavo Buntinx, curador de una de las muestras paralelas que presentó oficialmente el Perú en Arco 2019, compartió en su cuenta en redes sociales su reflexión a propósito: ”Hay cierta poesía dolorosa en la fotografía de “El País” que muestra, aún intocados, los lechos expectantes. Esa imagen será recordada como una “vanitas”, un lancinante “memento mori” para nuestra contemporánea historia del arte. Si es que arte queda, claro. O historia”, escribió.
Por su parte, para Fietta Jarque resulta inquietante pensar que hace solo un año, en los pabellones 7 y 9, donde habitualmente se celebra la feria de arte contemporáneo Arco Madrid, el Perú desplegaba una muestra de uno de sus grandes valores, su cultura milenaria y también la creatividad del arte que se hace hoy. “Madrid hace un año se vistió de arte peruano a través de una veintena de exposiciones. Y el arte, hoy se ve, no es algo ajeno o elitista. Al menos los artistas son gente comprometida con su tiempo y su realidad”, dice.
“Ver hoy esos pabellones vacíos, con camas ordenadas y perfectamente distanciadas bien podría interpretarse como una expresión de la inimaginable situación que estamos viviendo. Y si en el arte la selección de las obras de una exposición se llama curaduría, bien podría observarse esta imagen de las camas como una metáfora de lo que hay que curar, sanar. La vulnerabilidad del ser humano y también su capacidad de organizar su regreso al orden se abre como una cama limpia, como unos brazos abiertos. Aunque, ¡ay!, no podamos abrazarnos”, añade.
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