Ramiro Llona, uno de nuestros más importantes artistas, se ha visto, a su pesar, en el centro de la más absurda agresión en las redes sociales post-electorales. (FOTO: El Comercio)
Ramiro Llona, uno de nuestros más importantes artistas, se ha visto, a su pesar, en el centro de la más absurda agresión en las redes sociales post-electorales. (FOTO: El Comercio)
Enrique Planas

Nunca como ahora el taller y la familia se han convertido en su refugio. Tanto Ramiro Llona como su esposa, la también artista plástica Maritxell Thorndike, hacen muy poca vida social, entregados cada uno en sus talleres en su casa de Chorrillos. Más que salidas a correr por las mañanas, la pandemia los ha llevado a vivir casi en un encierro. Sin embargo, para uno de nuestros mayores pintores, eso no es un inconveniente. Trabajar al lado de sus hijos, departiendo una vida tranquila, es lo más cerca de una felicidad zen.

Sin embargo, en las últimas semanas esa calma se ha visto interrumpida por ataques injuriosos que, al igual que otros artistas plásticos, Llona ha recibido en el territorio impune de las redes sociales. La intimidación sucede también en el mundo real: la mañana del viernes, poco antes de esta entrevista, a su esposa la siguieron en la calle. Ándate a vivir a Venezuela”, le gritó un desconocido. Otra persona, fingiendo preocupación, le advirtió que no saliera de su casa, pues se estaba organizando un plantón frente a su puerta. “Es incómodo. No voy a negar que hay un temor”, confiesa el artista. “He comenzado a sentir que, conforme avanzan los resultados, las agresiones son mayores”, añade.

En las últimas semanas, Llona estuvo especialmente activo en las redes, escribiendo invocaciones a favor de la democracia, buscando un diálogo alturado, y reflexionando sobre las posibilidades que ofrecía la segunda vuelta. Dejaba en claro su independencia política, sin apoyar al otro candidato. La actitud de un demócrata que, pese a las injurias permanentes de los seguidores de la candidata de Fuerza Popular, no cayó en el juego de quien insulta más fuerte. Y si responder de manera educada no funcionaba, siempre quedaba la opción de responder al insulto con un saludable bloqueo. Pero ahora es distinto. Conocidos los resultados electorales, el artista no deja de recibir insultos e incluso, llamamientos a no comprar sus obras.

El artista en su taller, un refugio que no abandona desde que comenzó la pandemia. (FOTO EL COMERCIO)
El artista en su taller, un refugio que no abandona desde que comenzó la pandemia. (FOTO EL COMERCIO)

Pocos conocen a las personas que, en redes, boicotean a los artistas que han manifestado un pensamiento distinto. ¿Cuánto daño crees que pueden hacer?

Realmente no sé la proyección de lo que puede generarse. Lo que es irónico es que, en mi caso, la mayoría de personas que me han agredido nunca han sido clientes míos, digamos. De repente eso expresa un deseo frustrado (sonríe). Creo que si los artistas estamos siendo objeto de agresión por nuestra manera de pensar, eso significa que el arte está más vivo que nunca. Y que el ejercicio de la libertad, algo central en el pensamiento del creador, está irritando a las fuerzas de la reacción, del establishment. Pero también quisiera extender una rama de olivo: sería un grave error decir que toda la gente que votó por Keiko Fujimori está representada por la violencia de las redes. Una persona cercana al núcleo fujimorista se acercó para expresarnos su respeto a nuestras opiniones.

“El Macartismo no se puede normalizar”

Colegas tuyos han advertido que unos cuantos “art-dealers” y algún coleccionista privado están circulando una especie de “lista negra” de artistas “incómodos”. ¿Cuán preocupante puede ser esto?

Como tú, he recibido esta información por todas partes. Yo no he querido verlas. Me imagino quienes son. Leyendo el post del artista Alfredo Márquez, me parece que sí hay un par de galeristas involucrados. Pero lo que no deja de sorprender es la bajeza del lenguaje en sus amenazas. Es una actitud profusa que está circulando en el medio artístico. Y aunque no creo que nadie tenga la “valentía” de hacerla oficial, parece que esa lista negra existe. Es terrible, pero no es sorprendente. Pareciera ser un reflejo de un subtexto que siempre ha estado presente en el manejo del mundo del arte. Una pretensión de manejo de voluntades, de control de opiniones. Y apenas ha habido un intento de independencia, salta la agresión. El Macartismo no se puede normalizar. Hay que denunciarlo con mucha firmeza. Hago una invocación a los artistas, curadores, historiadores de arte, a directores de museos y de centros culturales, a la prensa cultural y a dueños de ferias, que se manifiesten públicamente respecto a este tema. Sea en repudio o a favor, para saber con quién estamos tratando.

Ramiro Llona: "sería un grave error decir que toda la gente que votó por Keiko Fujimori está representada por la violencia de las redes", matiza el artista (FOTO USI).
Ramiro Llona: "sería un grave error decir que toda la gente que votó por Keiko Fujimori está representada por la violencia de las redes", matiza el artista (FOTO USI).

¿El Ministerio de Cultura debería manifestarse?

Claro que sí. El Ministerio de Cultura debería condenar y liderar un movimiento esclarecedor de esta situación. Yo siempre he estado en desacuerdo con la segregación y las características que desgraciadamente han estructurado ciertas manifestaciones del ambiente cultural limeño. Ahora, como se dice, el emperador salió sin ropa.

Hace algunos días Alonso Cueto nos decía en una entrevista que el arte, por definición, nos lleva a la unión. Has señalado que es difícil plantear calma y diálogo alturado cuando nos prolongan la incertidumbre y las agresiones se multiplican. Pero aun así la pregunta es pertinente: ¿cómo reconciliarnos?

Empecemos por nuestro lado: reconocer que no todo el fujimorismo está representado por el sicariato de las redes sociales. Más aún, los fujimoristas deberían hacer un deslinde de estas personas cuyo comportamiento es tan denigrante. Tenemos que calmarnos y cambiar nuestra visión. Comprender que esa minoría que hace tanta bulla no representa al casi 50% del país que votó por Keiko Fujimori. El reconocimiento con empatía del otro es lo primero que hay que hacer. Y luego, hacer un ejercicio de apertura, en el cual se pueda dar cabida a la existencia de la otra mitad del país. Luego que se proclame al futuro presidente, el Perú seguirá siendo un país complicado y pobre, con una fractura social aún mayor. Hay que hacer todo lo que sea posible para tender puentes, reducir ese abismo. Yo estoy dispuesto totalmente a hacerlo.


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