ADRIANA GARAVITO“Esta no es una muestra bipersonal. Cada una ha ido variando las piezas de la manera en que sentía que debía hacerse”, cuenta Lucía Reátegui. “Exacto. Son dos mamás por pieza”, agrega Rossana López Guerra.
De esta manera es que ambas artistas explican “El revés del afuera”, exposición que está abierta al público en dos galerías en simultáneo: Cecilia González y en el Centro Cultural Juan Parra del Riego.
Hace dos años, ambas notaron que sus gustos seguían una misma línea y que incluso su manera de trabajar era bastante parecida. Por esto decidieron unirse y formaron un colectivo: Moho.
“Literalmente, nos sentamos frente a frente y nos comenzamos a preguntar: Ok. ¿A ti por qué te gusta esto, por qué es que haces esto? De esa manera empezamos a hilar ideas”, cuenta Reátegui.
Como equipo, han sido parte de diversas muestras colectivas, pero esta es la primera en la que su trabajo invade todo el espacio.
Incluso, en el caso del Centro Cultural Juan Parra del Riego tomaron el piso como referencia debido a sus fuertes colores y formas.
“Normalmente una galería es totalmente blanca”, explica López Guerra. “Pero aquí el piso te jala la vista.
Entonces, decidimos que este iba a ser el que dictamine el contraste. Por esta razón es que todas las piezas son blancas”.
EL PASADO DE UN OBJETOCuando Lucía era pequeña, estaba fascinada con un pony de juguete. Una amiga suya del nido, también. Entonces, comenzaron a pelear por tenerlo. La artista dejó de pensar en él, hasta que hace un tiempo su mamá se lo regaló.
Ahora, el juguete es parte de la decoración de su casa. “Es importante que cada una de las cosas que hay en tu casa te cuenten algo”, dice. Esta, sin duda, es la premisa de la exposición.
La muestra está compuesta por elementos domésticos. “Ese fue nuestro punto de partida”, explica Rossana. “Los objetos, los recorridos por el Centro de Lima, por la cachina, por diversas casonas, todo eso nos impulsó a crear. De hecho, una de las cosas que nos unió fue nuestra intriga común por cómo es que un mismo objeto puede significar distintas cosas para cada uno; como es que una cosa sí puede tener alma”.
Y ahora, lo que buscan es que el espectador pueda apropiarse de cada una de sus piezas y así crear un objeto con una historia detrás.
“Cada cosa que uno tiene en su casa tiene una huella marcada por algún acontecimiento”, comenta Lucía. “Eso es lo que planteamos con este trabajo. Nosotras ya estuvimos varias semanas en el taller. Las piezas ya están terminadas. Ahora depende de quien venga a ver la muestra, que termine la obra, y le otorgue su propio sentido”.
Sin embargo, sí hay elementos muy propios de la artista en cada trabajo. En todos hay características que, en teoría, no deberían estar ahí. “Hay algo que no está bien. Por ejemplo, lo que parecen flores en un jarrón son en realidad una vista microscópica de los hongos”, explica Lucía. “Es una manera de romper rituales”.