Entre Augusto Ferrando haciendo bailar a un cojo y Vladimiro Montesinos rompiéndole la mano a un congresista hay más similitudes de las que uno imaginaría. Una explotación de las carencias –físicas y morales– devenida en espectáculo televisivo, que los peruanos nos acostumbramos a consumir entre el letargo y la resignación.
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Imágenes como esas, y muchas más, son las que rescata y recicla “El betamax de Genaro”, película peruana estrenada en redes sociales hace solo unas semanas y que, bebiendo del contenido más popular y cotidiano, se “reinventa” (palabra manoseada hasta el hartazgo) y se inscribe en el no muy amplio espectro del cine experimental local.
La película en sí misma es un ensamblaje de una serie de clips que empezaron a publicarse hace cuatro años por You Tube y Facebook bajo el mismo nombre, “El betamax de Genaro” (el título es una alusión obvia al recordado ‘Papaúpa’). Pero ha sido el encierro obligatorio por la cuarentena lo que empujó a su creador, Miguel Villalobos, a por fin darle la forma de un largometraje.
“Es un proyecto que comenzó como una forma de divertirme o de desestresarme. Así como hay gente que le gusta pintar en su tiempo libre, a mí me gusta editar”, cuenta Villalobos, que no “firma” su película, no aparece en los créditos ni como director ni productor. Pero escarbar en el gigantesco archivo de videos del ciberespacio, seleccionar las imágenes y montarlas con un criterio propio le confieren una autoría a toda regla. Como género o técnica, pertenece al llamado “found footage” (apropiación de “metraje encontrado”, que se saca de su contexto original y se altera para dotarlo de un nuevo sentido).
Y aunque comenzó nutriéndose de horas y horas descargadas de You Tube, en el camino fue hallando más material. “Una vez me escribieron un par de personas para decirme que tenían una caja de cintas VHS que querían regalarme. Muchas de las escenas que aparecen en ‘El betamax…’ no están en línea, son de esos casetes. Y aún no he podido revisar todo lo que hay allí, porque son piezas llenas de moho, que hay que limpiar y volver a pasar en ‘transfer’. Es complicado”, agrega el autor.
HABLAN LAS IMÁGENES
En los 113 minutos de duración de “El betamax de Genaro” se emprende un viaje hacia unas décadas peruanas que son dignas del surrealismo más puro. De lo más ridículo a lo más trágico. Hay fragmentos del ‘talk show’ de Laura Bozzo y de la Marcha de los Cuatro Suyos; imágenes de Gisela Valcárcel con Los Prisioneros, y el famoso “di-sol-ver”; discursos de Alan García y monólogos del ‘Chato’ Barraza. Todas editadas con gran sentido de la ironía, hasta el punto de dialogar entre sí. “Mucho del contenido está en pésima calidad, pero esa es un poco la idea también: degradar las imágenes y armarlas como un collage. Es como agarrar unos periódicos viejos y reunir partes que, vistas en el tiempo, pueden tener una forma nueva, pero hecha mediante esta descomposición”, dice Villalobos.
Ese ‘remix’ audiovisual, además, incluye una estética inspirada en el subgénero de Internet conocido como ‘vaporwave’: luces y colores de neón, ‘samples’ musicales, audios distorsionados, y otros elementos de la cultura popular que remiten a un espíritu retro (y por momentos altamente psicotrópico).
“Por eso también pongo fragmentos de comerciales viejos, porque yo vengo de trabajar publicidad –afirma el director–. Y eso es interesante porque apelo a una memoria personal. Escuchar esas publicidades hacen que revivas tu infancia o juventud, te lleva a esa época, en paralelo a lo que sucedía en la política o la sociedad de aquel momento. Entonces un tema político se convierte en un tema emocional”.
No es poca la gente que ha creído que detrás de “El betamax de Genaro” hay todo un equipo trabajando en esa arqueología de la pantalla chica. Pero es Villalobos la única mente creativa del proyecto. “Si lo ves como un solo material, la película es un gran meme –dice él sobre su obra–. Pero lo que me ha sorprendido es la reacción de la gente. Que algo tan personal, tan mío, le afectara a muchos. Y eso es conmovedor también por lo desastroso que puede ser nuestro pasado y nuestro presente”.
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