Desde el comienzo de la pandemia que nos acosa, se ha difundido ampliamente una versión del origen del coronavirus que lo reduce a una serie de coincidencias fortuitas ocurridas en un mercado de animales vivos de Wuhan, China, cuya consecuencia fue el contagio de una persona a través de la codiciada carne del pangolín. Esta posibilidad es en cierto modo consoladora, pues pinta el desencadenante de la tragedia como una imprevisible casualidad que nos libera de cualquier culpa y nos convierte en inopinadas víctimas del azar.
Pero David Quammen (Cincinnati, 1948) no está de acuerdo con sentenciar tan rápido nuestra inocencia como especie. En realidad, él viene desde hace años advirtiendo la inminencia de la crisis en la que hoy estamos envueltos. Considerado uno de los más reputados periodistas científicos del mundo, en el 2012 publicó un libro fascinante y monumental, “Contagio: la evolución de las pandemias”, que se cuenta entre las referencias máximas acerca de las enfermedades zoonóticas, es decir, aquellas que son transmitidas al hombre por medio de los animales. En esta coyuntura, cuando la necesidad de entender lo que ocurre se ha hecho urgente, Quammen vuelve a publicar su celebrado estudio, añadiéndole un esencial anexo dedicado al coronavirus, sus causas e implicancias a futuro.
A diferencia de otros notables autores de libros divulgativos como Yuval Harari o Jared Diamond, Quammen es un narrador nato que se sirve de sus crónicas –excelentemente escritas, plenas de humor y empatía por sus personajes, cuya hábil recreación de escenarios y situaciones engancha al lector desde el primer párrafo– para desplegar su conocimiento y experiencia sobre aquellas infecciones animales que nos acompañan desde siempre, aunque nunca parezcamos preparados para enfrentarlas. Su capítulo acerca del virus Hendra, que se manifestó a mediados de los noventa en un establo de caballos purasangre del sur de Australia, es una pequeña joya literaria del suspenso elaborada con el objetivo de que cualquier lego en el tema de las zoonosis comprenda sus métodos, argucias y los latentes peligros que encierran. Lo mismo puede decirse del apartado en el que desentraña los auténticos (y complejos) orígenes del sida a partir de la siniestra historia del voraz sobrecargo canadiense Gaetan Dugas, el supuesto paciente cero, digno protagonista de una decadente novela en la que promiscuidad y muerte se entrelazan hasta la última línea.
En los numerosos casos que Quammen ilustra y examina, la conclusión general es siempre la misma. Ninguno de estos virus tiene un origen fortuito: todos hallan el espacio idóneo para propagarse en ecosistemas alterados y fragmentados por la mano del hombre. Nuestro autor lo explica con meridiana claridad: “Talamos árboles, matamos animales o los enjaulamos para enviarlos a los mercados. Provocamos que los virus escapen de sus huéspedes naturales. Cuando esto ocurre, los virus necesitan un nuevo huésped. A menudo, ese huésped somos nosotros”. El coronavirus no es, desde luego, una excepción a esta regla.
Entonces, si los científicos están al tanto de la inminencia de las pandemias y advierten a los gobiernos de los terribles efectos que estas pueden generar de un momento a otro, ¿por qué los dirigentes de los países incluso más desarrollados se han mostrado tan impotentes ante los estragos de este virus? Quammen tampoco duda al señalar a los responsables: funcionarios y representantes políticos que ocultan las malas noticias o deliberadamente mienten, pues saben que lo más probable es que las emergencias sanitarias acontezcan cuando ellos no estén en el poder. Este cálculo mezquino es en buena parte causante del contexto en el que estamos atrapados, especialmente en el Perú, donde el precario sistema de salud, a pesar de muchos esfuerzos individuales, no ha estado a la altura. Cuando todo pase, empezará la hora de rectificar y de aprender.
LA FICHA
“Contagio: la evolución de las pandemias”
Autor: David Quammen.
Editorial: Debate.
Año: 2020.
Calificación: ★★★★.
Páginas: 536.