A lo largo de su carrera Aterciopelados, además de lanzar música constantemente, también es una de las pocas agrupaciones que mantiene el mensaje: “Es incómodo ir contracorriente, pero es necesario hacerlo”. En los festivales y ceremonias, el dúo conformado por Andrea Echeverri y Héctor Buitrago no sigue pautas o guiones, sino sus propias convicciones al momento de hablar, cantar y vestirse con libertad cuando pisan el escenario.
“Cuando voy a esos lugares me siento como mosca en leche, ahora uno va a los camerinos de festivales y ve a más mujeres sin ropa que músicos. A mí nunca me ha gustado eso, algunos dicen que es libertad femenina, pero en realidad es machismo en su más puro estado”, menciona Andrea Echeverri en una entrevista con El Comercio.
Lo que no es reciente es la preocupación de la banda por temas de interés social como la violencia de género, el cambio climático, la deforestación, entre otras problemáticas actuales que ya estaban presentes en sus primeros álbumes como “Pipa de la paz” (1996) con temas como “Cosita seria”. Aunque no sería hasta el álbum “Río” (2008) que esa preocupación se consolidaría en un disco que habla sobre la conciencia ambiental, retomando el concepto de canción protesta.
“El activismo no es tanto ir a una campaña, pertenecer a una institución o estar presencialmente en un lugar, sino ser uno mismo, vivir en nuestros términos o envejecer a nuestra manera; yo me veo como una mujer de mi edad y para mí es muy simbólico y poderoso ser así. No todo es ir al gimnasio o hacerse masajes faciales (mewing)”, explica Echeverri.
La solución que encontraron para lidiar con una industria musical que parece inclinarse hacia la hipersexualización -como indica la vocalista- no es ser radicales intentando detener este gran movimiento, sino abrir espacios alternativos para que las personas puedan tener una opción diferente.
“Yo me crié viendo a la familia Ingalls y a la familia Walton, esa imagen es muy hermosa, pero ahora crecen viendo Acapulco Shore, donde todos están en pelotas, teniendo relaciones sexuales en cámara. Esas cosas no las necesitamos, pero venden y por eso siguen, una verdadera lástima”, comenta la vocalista.
Con casi 35 años de trayectoria musical, Aterciopelados mantiene una dualidad que funciona a pesar del cambio en la sociedad y la música, con Héctor Buitrago que sigue la llamada de la ecología y las tradiciones ancestrales, mientras que Andrea Echeverri se inclina por el feminismo y las causas sociales.
“Comparto mi vida entre mis hijos, la cerámica y la música, lugar donde finalmente no me siento cómoda porque soy una antidiva -confiesa Echeverri- Es una manera de ser que va en contra de todo porque esta industria genera divas todo el tiempo”.
La moda según Aterciopelados
Al verlos por las calles de Colombia, ambos artistas pasan desapercibidos cuando de ropa se trata; no visten un Louis Vuitton, tampoco alguna prenda Gucci. En su lugar, prefieren ser consecuentes con su mensaje, usando ropa de segunda mano o prendas mandadas a confeccionar a partir de alguna prenda antigua.
“No es que no nos importe cómo nos vemos, pero esa compradera de ropa con el fin de verse diferentes pasa factura al mundo. La industria de la moda es una de las más agresivas con el medio ambiente, por eso intentamos hacer algo diferente, no buscar impresionar constantemente al público, pero cuando lo hacemos, son proyectos que aparecen esporádicamente”, menciona la artista en alusión a sus extravagantes prendas que usan en sus presentaciones como el traje de premio Grammy gigante usado en la ceremonia del Grammy 2019.
Echeverri siempre ha predicado la libertad, romper con estereotipos y cánones de belleza. “No me gusta estar sexy en los escenarios sino verme bonita con ropa que hable de mí y de cómo pienso”, comenta la cantante, que parece marcar una tendencia en Colombia con sus distintivos trajes y seguir la línea del “slow fashion”, corriente de moda sostenible que aboga por la fabricación de prendas de vestir respetando a las personas, el medio ambiente y los animales.
Un espacio para lo diferente
El relanzamiento de su segundo álbum “El Dorado” (1995) a principios de este año significó el regreso de 16 canciones que retomaban temas con letras que hablan sobre la crueldad de una Colombia antes del nuevo milenio, además de temas sexuales explicados con jerga bogotana. Además de mantener la línea que han seguido desde su aparición en la escena musical en 1990, cuando aún se llamaban Delia y los Aminoácidos (1990-1993).
Desde principios del 2000, la aparición de nuevas corrientes en la industria musical influyó en cantantes colombianos de diferentes formas, como Shakira, que fue cambiando temas que trataban temas sociales por letras inclinadas a temáticas más generales. También fueron surgiendo figuras como las de Feid o Karol G como representantes internacionales del país cafetero. Al igual que artistas como Maluma, J Balvin, Sebastián Yatra, Manuel Turizo o Kali Uchis, quienes se mantienen bajo la misma bandera del género urbano.
“Esto es algo generacional, mis padres también pensaban que mi música era horrible, es normal que cada generación tenga un pensamiento y estética diferente, pero es importante mantener ciertos pensamientos que hablan mejor de nosotros como sociedad”, menciona Echeverri, quien hace poco sacó el tema “Liberté” junto a Susana Baca. “Si ella viene aquí canta conmigo y si yo voy para allá ella canta conmigo, cantar juntas es una manera de demostrar nuestra amistad de años”, agrega.
Aterciopelados jamás buscó ser masivo, nunca sacrificaron algo en aras de la popularidad, algo que brinda una autenticidad entre artista y obra que pocas veces puede verse en una industria que cada día pide cambios para ajustarse a las exigencias de un público en inconformidad constante. “Ser un poco famosos, pero no tanto, nos da el privilegio de ser consecuentes con lo que pensamos, íntegros y constantes en la música. Las cosas amargas tiene esta profesión, pero las cosas hermosas nunca”, concluye.