Francisco Melgar Wong
Si pudiésemos viajar en el tiempo elegiría como punto de llegada el año 1991.
Me pregunto cuál sería la cara de los jóvenes de hoy al encender la radio o sintonizar un canal de videos y no encontrar ni a Katy Perry ni a One Direction, sino, más bien, a Soundgarden y Nirvana. Quizás así entenderían el impacto que la música grunge tuvo para quienes fuimos jóvenes en esa época.
No me malinterpreten. Los chicos de comienzos de los años 90 también tuvimos nuestras Katy Perry y nuestros One Direction. Se llamaban Debbie Gibson y New Kids On The Block. Y al igual que los actuales, aquellos también eran jóvenes con muchas ganas de ser famosos y exitosos en la gran industria de la música. Y hacían lo que les decían los dueños de las compañías para las que trabajaban.
Y entonces llegó Nirvana.
Es imposible señalar con precisión cuáles fueron los factores que llevaron a Nirvana a lograr el enorme éxito comercial que tuvo. Lo que podemos señalar, en cambio, son las transformaciones que su segundo disco, "Nervermind", provocó en la industria musical de ese entonces. Y lo que significó que Kurt Cobain reemplazara a Vanilla Ice y a Paula Abdul en las portadas de los diarios y revistas de la época.
Con respecto a lo primero, una vez que "Nevermind" le quitó a Michael Jackson el primer lugar en las listas de Billboard al superar en ventas a su disco "Dangerous", las cosas ya no fueron las mismas.
Lo más extraño de todo esto fue que "Nevermind" era un disco repleto de canciones llenas de desprecio por la industria discográfica, que renegaban de la moda juvenil y el éxito comercial. Era, además, un resumen de los diversos estilos de rock subterráneo que habían habitado el subsuelo de la música estadounidense a lo largo de los años ochenta.
Acerca de Kurt Cobain hay muchas cosas que se pueden decir, especialmente ahora que se cumplen 20 años de su suicidio.
Pero si hay algo que no debemos olvidar de Kurt es que, a diferencia del pop descartable que nadie quiere escuchar después de pasar de moda, su música sigue vigente porque nació de la visceral urgencia de expresar una forma de vivir, sentir y pensar.
Cobain creía que la industria discográfica era capaz de fabricar estrellas de pop que no tienen nada que decir y convertirlas en un modelo de banalidad y superficialidad para toda una generación. Su música se enfrentó con todo eso al ser una expresión cruda y honesta de sus temores, de sus dudas y de los ideales que consideró importantes. Y eso se convirtió en una llamada para los jóvenes de entonces.
El mensaje fue decir lo que uno necesita decir, no lo que la industria necesita decir para seguir acumulando dinero.
En esta época, cuando la industria discográfica se encuentra dedicada a fábricar artistas sin mensaje y sin espíritu, recordamos a Kurt Cobain y a bandas como Nirvana, Pearl Jam y Soundgarden, quienes nos invitaron a mirar dentro de nosotros para examinar nuestros verdaderos temores y deseos y expresarlos. Así no le guste a los demás.