Con 51 años de edad y más de treinta como director de orquesta, indudablemente es la batuta más importante que el Perú tiene girando por el mundo. Graduado en el Instituto Curtis y la Escuela Juilliard, conservatorios de culto, Harth-Bedoya ha estado al frente de las mejores orquestas del orbe y desde hace 19 años es titular de la Sinfónica de Fort Worth de Texas, ciudad que lo acoge como una auténtica celebridad. Después de muchas temporadas regresa para dirigir la orquesta que ayudó a fundar, la Sinfónica Nacional, en el Gran Teatro Nacional, espacio que él inauguró con un memorable recital el 23 de julio de 2011.
¿Cómo nace esa capacidad para comunicar ritmo, flujo, textura y los climas de una pieza, anticipándola?
Mi extenso entrenamiento académico y desarrollo artístico personal me permiten estudiar obras de cualquier período y estilo. Básicamente, cuando leo una partitura yo sé como suena. Y prefiero incorporar a los músicos en el ‘por qué’. Doy instrucciones en vez de dar solamente órdenes. Con esto consigo que los miembros de la orquesta se sientan parte de un gran trabajo de equipo. Siempre trato de balancear mis indicaciones entre cosas técnicas y musicales. Mi meta es ser yo un reflejo visual del sonido que va produciendo la orquesta. De esa manera vamos en unidad visual y auditiva, sobre la cual mi expresión pueda añadirse. La opción que la música da es como el deporte. Involucra a las personas de cualquier edad y de cualquier procedencia, tanto como a los espectadores, aficionados y participantes en cualquier nivel técnico. En el caso de la música: en orquestas infantiles, juveniles, cívicas (aficionados adultos) o profesionales. Involucrarse en una actividad musical de grupo, si están bien organizados, puede tener un fin de sanación social.
El 2013, como titular de la Fort Worth Symphony Orchestra de Texas, dijo: “Mi rol está a la altura del alcalde de la ciudad, ese nivel de influencia tiene mi trabajo”. Hoy, con más de tres décadas en el oficio, ¿su labor está a la altura de un jefe de Estado?
De ninguna manera. Como director titular de las diferentes orquestas que he tenido a mi mando en distintos continentes, mi labor está conectada a cada comunidad local. La orquesta es un instrumento con múltiples fines: de entretenimiento, de servicio con fines educativos, de conservación del patrimonio musical nacional, entre otras cosas.
-Urbi et orbi-
A los 19 años, después de dirigir a la Sinfónica Nacional, Harth-Bedoya se marcha a los Estados Unidos, conoce a su mentor Otto-Werner Mueller y obtiene el bachillerato en Curtis (1991) y la maestría en Juilliard (1993). E inmediatamente debuta en el Carnegie Hall al frente de la Orquesta Juvenil de Norwalk. Y su carrera se dispara dirigiendo a las orquestas Juvenil y Filarmónica de Nueva York, Philarmonia de Auckland, Sinfónica Eugene de Oregon, Filarmónica de Los Angeles y Sinfónica de Fort Worth como inicio de un vuelo transcontinental que, felizmente, no se detiene.
Háblenos de Filarmonika y Caminos del Inka, dos emprendimientos suyos.
Yo fundé la publicadora Filarmonika con el fin de promover la música de compositores peruanos y latinoamericanos, y crear un ingreso económico para los mismos, cosa que se ha hecho y se continúa haciendo. Por dar un ejemplo, Filarmonia ha publicado la obra completa de Enrique Iturriaga, Celso Garrido-Lecca y Jimmy López. Caminos del Inka Inc. es una institución sin fines de lucro basada en Chicago y de la cual soy Director Artístico. Los últimos proyectos que he realizado para ellos son presentaciones en vivo interpretando el repertorio de los países unidos por los caminos del inca, siendo siempre el Perú el pais musical anfitrión. Todos estos conciertos tienen además un componente audiovisual.
¿Y sigue divulgando el patrimonio musical peruano en el mundo?
En una medida bastante grande. Para mí es muy común incorporar obras de compositores peruanos de todos los períodos, aunque últimamente la música orquestal de Jimmy López tiene mayor préponderancia.
¿Nuestro acervo musical tangible está a la altura del repertorio europeo, ruso o escandinavo?
Claro que sí.
¿Y cómo encuentra nuestra situación cultural? Se lo pregunto porque fue muy crítico con las políticas de Estado.
Esas críticas las hice más de seis años, cuando venía con frecuencia a dirigir al Perú. Desde entonces he estado muy desvinculado con el ambiente y las instituciones culturales de nuestro país y no creo estar en capacidad de responder esa pregunta. En todo caso, me alegro que se hayan dado pasos como que el Conservatorio Nacional de Música se haya convertido en la Universidad Nacional de Música.
Dijo que le gustaría llegar al Bicentenario con toda la obra orquestal peruana publicada, ejecutada y grabada.
Esa es una meta personal, no sé si se logrará a nivel colectivo. Confío en que las comisiones para el Bicentenario que se hayan formado hagan lo que el Perú merece.
-Ciudadano del mundo-
Hijo de la pianista y directora de coros Luchy González y hermano de Maria Luisa, guitarrista clásica, Miguel Harth-Bedoya creció escuchando música y tocando el piano. Integrando coros y grupos folclóricos. Pero su vida dio un vuelco a los quince años cuando trabajaba en el Teatro Municipal asistiendo a Luis Alva. Una tarde que ensayaban Tosca y él estaba parapetado en la tramoya, el director le preguntó si podía dirigir el resto del primer acto, desde “tre sbirri / una carroza”. Desde entonces se ha quedado allí arriba, puliendo cada nota. Y sus retornos a Lima son cada vez más espaciados.
¿Cómo encontró su barrio, esta vez?
Hace 40 años mi barrio en Lince era bastante más tranquilo, auditivamente hablando. En mi cuadra habían solamente siete casas y ahora hay dos edificios ocupando el lugar de tres de ellas. Las cuadras aledañas tienen aún más edificios y con eso aumenta el tráfico residencial, aumenta el ruido no solo de motores sino también de bocinas.
¿Sigue creyendo que el poder de la música es más fuerte que la palabra?
Sí, en el sentido de que cada persona percibe un significado muy personal al escuchar música. Sin desmerecer en absoluto a la palabra, la música al ser abstracta tiene un poder de dimensiones mayores. Uno no puede tocar la música, pero la música sí te puede tocar.
¿Qué le parecen las mezclas electrónicas gestadas bajo los códigos de internet y el espacio virtual? ¿Qué piensa de la cultura ‘sleazy’ y del ‘vaporwave’?
Como alguien dijo una vez, hay dos tipos de música: la buena y el resto. Cada estilo de música es un gusto adquirido. A mí gusta escuchar de todo y especialmente lo que escuchan mis hijos, incluyendo el rap.
¿Qué proyectos tiene?
Ahora que tengo más de tres décadas de experiencia profesional, me siento muy capaz de impartir ese conocimiento con las generaciones que me siguen. Estoy añadiendo el componente educativo de la dirección de orquesta, especialmente en el nivel básico, donde los fundamentos de ese arte tienen que ser los más sólidos para que la musicalidad florezca sin trabas.
El dato
El programa del viernes será:
-Jorge Villavicencio / Wayra
-Peter I. Tchaikovsky / Concierto n° 1 para piano
-Modest Mussorgsky – Gorchakov / Cuadros de una exposición
Más información
Concierto: “Cuadros de una exposición”. Fecha: viernes 7 de junio. Hora: 8 p.m. Lugar: Gran Teatro Nacional. Dirección: Av. Javier Prado Este 2225, San Borja Precios: De S/15.00 a S/75.00