Cronista lúcida y divertida. Retratista de las costumbres de la Lima de mediados de siglo, cultora del humor, la ironía y el fino sarcasmo. Profesional de inquebrantable rectitud y comportamiento ético, Elsa Hochhausler Reinisch nació en Viena en 1922, y vivió su juventud en Chile, conde acumuló triunfos como nadadora de alta competencia. Su destino cambió tras conocer al ingeniero y periodista peruano Francisco Sagasti Miller, con quien contrajo matrimonio para luego radicar en nuestro país.
La historia de cómo se conocieron es hermosa y nos la cuenta Pamela Pávez, hija del presidente Sagasti: “Paco Sagasti, era entonces periodista de El Comercio. Era especialista en temas de aviación, campeón nacional de ciclismo, gran deportista y empresario. Justamente en unos juegos bolivarianos se conocieron con Elsa, que entonces era campeona de natación”, señala.
Elsa de Sagasti abrazó el periodismo en 1952 en la Revista “Caretas”, dirigida entonces por Doris Gibson, escribiendo con el seudónimo de “doña Cándida”. Entre mediados de la década del cincuenta hasta inicios de los años setenta, adoptando el apellido de su esposo, firmaría sus artículos diarios en “El Comercio” (desde 1957) y luego en el desaparecido “La Prensa” (desde 1963).
La periodista recogería una selección de aquellos artículos en el libro “Habla una mujer” (título de su columna en “La Prensa”) que da cuenta de lo afilado de su pluma. En una entrevista que acompaña la segunda edición, la autora recuerda: “En mis columnas daba consejos de vez en cuando. En una oportunidad me escribió una señora contándome los problemas con su nuera. Le contesté a través del diario diciéndole: ‘Piénselo bien, señora, usted es mucho mayor y tiene más experiencia; es más sabia, haga usted un esfuerzo por tratar de entenderse con su nuera’. La señora volvió a escribirme indignada: ‘Es evidente, señora Sagasti, que no se ha casado ningún hijo suyo, pero llegará el día en que usted va a ver qué siente una madre cuando viene una mujer extraña a agarrarse a su hijo y llevárselo para ella’. Yo ya no insistí, porque me di cuenta que si ella consideraba que su nuera era una mujer extraña que había venido a ‘agarrarse a su hijo’ ya el problema no tenía remedio”, recordaba.
Otra de sus columnas recogía una carta enviada desde Piura por una señora que le confiesa la crisis que atraviesa su matrimonio, pero que al ser ella muy católica, jamás se divorciaría pues el cura los había casado “hasta que la muerte los separe”. "Mi consejo, si mal no recuerdo, fue ‘'señora, no tiente usted a su marido’, comentaba entonces.
RECUERDOS DE COLEGAS
En enero de 2013, la periodista Bertha de León, publicó el libro “Así era Elsa”, donde recopiló anécdotas y crónicas de la desaparecida periodista recogiendo el cariñoso recuerdo de diferentes colegas. Entre ellos destaca el recordado hombre de prensa Alfredo Kato, quien la conoció cuando Elsa de Sagasti ya era figura de la página “familiar” de “La Prensa”. Allí escribía las páginas llamadas “femeninas”, pero sus intereses abordaban también el cine, la literatura, la pintura y el teatro. "Cuando en 1963, a solo dos años de haber incursionado en el periodismo profesional, me vi convertido en el jefe de la sección espectáculos del diario La Prensa, y recibí también el encargo de hacerme responsable de las páginas Cultural y Familiar. Entre los colaboradores de esta última figuraba Elsa de Sagasti, quien escribía la columna “Habla una mujer”, escribe el periodista.
“En ella, Elsa de Sagasti enfocaba temas diversos que resultaban interesantes no solo para las damas. Recuerdo por ejemplo que tocó el tema de las ofertas, señalando que cada vez que caía en la trampa y compraba alguna, comprobaba que el producto tenía menos peso o que su fecha de vencimiento estaba muy cercana", escribe Kato.
“Me parece verla empujando la puerta de la redacción", recuerda el veterano periodista. “Asentaba fuerte los pies al caminar y hacía remecer un poco el piso de madera del viejo edificio de la calle Baquíjano. Solía aparecer siempre fresca y esto tenía una explicación: todas las mañanas, antes de ir al periódico, practicaba la natación”.
EN PALABRAS DEL HIJO
En la presentación de Así era Elsa", realizada en el auditorio del Icpna de Miraflores, uno de los comentaristas del volumen fue su propio hijo, Francisco Sagasti Hochhausler, ungido hoy Presidente de la República por el Congreso. En aquella ocasión, el intelectual reflexionó sobre cómo, a medida que vamos avanzando en la vida, empezamos a darnos cuenta cuánto hay de nuestros padres en nosotros mismos. “Esto nos desconcierta, en parte porque incomoda tomar conciencia que de jóvenes peleábamos contra lo que somos ahora”, señaló Entonces.
Además de la lucidez de los escritos maternos, Sagasti destacó la capacidad de su madre de reírse de sí misma. "Cuando quería mostrar que las mujeres no contaban mucho en la sociedad de entonces, bromeaba diciendo que ella había sido identificada de cuatro maneras a lo largo de su vida: hija de Leopoldo y Mitzi Hochhausler, esposa de Paco Sagasti, madre de Franzel y Poldi, y por último, dueña de los perros Risky y Aramís”.
Pero quizás lo más sustantivo confesado por Sagasti en aquella velada se refiere a las razones de su madre para irse del Perú en 1970, que señala la propia Elsa en aquella entrevista: “Luego vino la dictadura de Juan Velasco Alvarado. Para muchos periodistas fue necesario escoger entre chuparle las medias a los militares o quedarse al margen; a mí nunca me ha gustado el sabor de las medias de nadie, y menos las de los militares", decía.
Sobre aquella respuesta, el actual presidente apuntaba: “Tuvimos diferencias sobre esto porque yo colaboré durante varios años con el gobierno militar. Sin darme cuenta, mi alejamiento tuvo algo que ver con las enseñanzas de mi madre", dice. En el libro de Bertha de León hay unas líneas de su madre que Sagasti citó: “Me preguntas querida amiga, si haces mal en aferrarte a tus ideales, si no es mejor transar un poco con el mundo. Por cierto, siempre es mejor transar. La intransigencia, que cierra todas las puertas o se tapa los oídos a las voces de los demás, termina por aislarnos. Pero cerciórate siempre que por ‘transar’ no quieres decir ‘claudicar’. Lo más importante en la vida es serte fiel a ti misma. Sin considerar conveniencias, componendas, opiniones, consejos”.
“Cuando tengas que escoger así, cuando te comprometan a transar un poquito con el mal sólo porque ‘al fin y al cabo no importa’ y porque ‘todo el mundo lo hace’, piensa en el espejo. Sólo tienes un rostro. Ese rostro que vas a tener que mirar en el espejo el resto de tu vida. Cuando estés en la encrucijada —en todas esas encrucijadas grandes y pequeñas que encontramos todos los días— toma siempre la decisión que te permitirá mirarte al espejo con la frente alta", escribe Elsa H. de Sagasti.
“Eso fue exactamente lo que hice durante el tiempo que colaboré con el gobierno militar”, comentó Francisco en aquella presentación, realizada hace siete años. “Había sido llamado por el Almirante Alberto Jiménez de Lucio para asesorarlo en temas de ciencia y tecnología, pero cuando él salió del ministerio lo reemplazaron otras personas que no tenían su calidad intelectual, integridad y compromiso con el país. La situación se puso cada vez más difícil y empecé a preguntarme frente al espejo: “Si me quedo un día más, ¿podré seguir contribuyendo al desarrollo de la ciencia y la tecnología en el Perú? ¿O estaré sólo apoyando a unas autoridades políticas que no respeto?” Cuando la respuesta fue “no lo se” presenté mi renuncia”, añadió el actual presidente.
Pamela Pávez, comenta la profunda huella del ejemplo materno en el actual presidente. Su admiración se refleja por el cariñoso homenaje que le rinde en casa, conservando la máquina de escribir de Elsa protegida en una urna, destacando en medio de los retratos familiares. “Elsa era una persona muy especial, -recuerda ella- . A los 64 años se fue a vivir a Washington, e iba cada lunes a un teatro express, un género que a ella le encantaba. Mi padre me cuenta que terminada una función, se acercó al director para preguntarle por qué solo trabajaba con actores jóvenes, sin considerar a los de edad madura. ‘Y por qué no lo hace usted, si quiere’, le respondió. Ella asumió el reto. Al día siguiente, cuando todo estaba preparado, de repente ella se levanta de su asiento y dice, ¡Por favor, detengan la función! Yo quiero hacer teatro. Y la hicieron subir a escena. Y luego de ofrecer un divertido monólogo, le entregaron una carta de reconocimiento por su buena actuación”.
A inicios de la década del 70, Elsa Hochhäusler de Sagasti partió a Estados Unidos para residir el resto de su vida. Continuó su carrera periodística hasta dedicarse a su otra pasión: la traducción. Falleció el 11 de agosto de 2002, a los 80 años, en su casa de Chapel Hill, Condado de Orange, Carolina del Norte.
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Actualización:
La nota original fue publicada el 17 de noviembre a las 19:30 p.m..
El 18 de noviembre a las 13:38 p.m. hemos sumado al artículo las declaraciones de Pamela Pávez, hija del presidente Francisco Sagasti y sumamos nuevas imágenes de la periodista Elsa de Sagasti.
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