“De atrás para adelante” (Foto: Difusión)
De atrás para adelante
Eduardo Lores

Un mero cascarón vacío es la estructura de poder que representa el patriarcado, como lo es el del Poder Judicial, de la Fiscalía de la Nación o de cualquier otra que traiciona su sentido. Cuando este se descascara a falta de fundamento ético aparece la deleznable inconsistencia de quienes detentan el poder sin tener los méritos que demanda.

El patriarca, don Simón Castañón (Óscar Carrillo), magnate industrial en el rubro de los inodoros, lleva la espina clavada en su corazón por haber "tenido" que echar a su hijo Javier de casa por maricón, al sorprenderlo encamado con el novio de su hermana Mariana (Fiorella Díaz Paz). Diez años sin su hijo y el negocio que se desploma. En el escenario vacío, Simón y Luna (Anahí de Cárdenas / Carla Martel), su ex secretaria que tiene la edad de su hija, ven cómo los acreedores embargan todo excepto el último inodoro Castañón, dejándolos solos en una "atmósfera desasosegada", mientras los otros miembros del elenco en los flancos laterales observan con el público lo que allí sucede. Luna ejecuta ademanes coreográficos de pantomima que develan la farsa metateatral que como advenediza debe sobreactuar para mantenerse en el anhelado estatus que se le está derrumbando. Las actitudes bufonescas del padre–patrón ante su propia desgracia llegará a su acmé cuando su hija, casada con Gregorio, un petimetre de gracioso peluquín (muy bien desarrollado por Daniel Zarauz), proponga pedirle ayuda al apestado Javier, que se ha vuelto un millonario experto en negocios para el creciente mercado LGBT, etc.

Mediante un tinglado muy bien articulado y divertido, donde afloran efluvios psicoanalíticos caros a la dramaturga (Diana Raznovich), Escudero sitúa a la divina Dolly Castañón (María Angélica Vega), despampanante y archifemenina transexual, en la que se ha convertido el desterrado Javier, seguida de su poslacaniano marido, el psicoanalista Paco (Sandro La Torre). Son recibidos por Mariana y Gregorio, quienes previamente han sedado al padre y a la madrastra (la danza de De Cárdenas para llegar a la camilla es una delicia).

Para no afectar la cáscara de poder patriarcal en la que sigue envuelto don Simón, concluyen que la única manera de que pueda reintegrarse para ayudar a reflotar la empresa es hacerse pasar por la mujer de Javier. El parecido con su madre hará que su padre, aún bajo los efectos de la droga, quiera montársela en hilarante escena. Las dotes empresariales de Dolly harán –con el lanzamiento de los papeles higiénicos de colores (llenos de alegorías jocosas y analíticas)– que todo vuelva a la normalidad a nivel económico, que pareciera ser lo único que le interesa a la familia. Mientras que ella –que ya no se llama Javier y que ve ese cascarón vacío, esa estructura patriarcal y machista sin fundamento– a lo que aspira es a cascarlo para que se vea la miseria de una familia no sustentada en el amor sino en el interés.

El elenco funciona muy bien y el hecho de que los actores se mantengan en el escenario aún cuando no están actuando, concernidos con lo que está sucediendo, permite una dinámica bien engranada que sostiene el fluido ritmo, irónico, jocoso y crítico de la comedia.

AL DETALLE:
Puntuación: 4/5 estrellas
Dramaturgia: Diana Raznovich.
Dirección: Ruth Escudero.
Actúan: Óscar Carrillo, María Angélica Vega, Fiorella Díaz, Anahí de Cárdenas, Sandro La Torre, Carla Martel y otros.
Lugar: Icpna de Miraflores (Av. Angamos Oeste 120 ). Hasta el 26 de agosto.

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