“Es una verdadera debilidad querer caer bien, y yo no la tengo”. Elon Musk soltó la frase esta semana en el foro DealBook organizado por el diario “The New York Times”. Era su primera entrevista con los principales medios desde que apoyó una publicación antisemita a mediados de noviembre.
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Como hizo en las últimas semanas, el magnate tecnológico se deshizo en palabras de arrepentimiento, pero esta vez las coronó con comentarios soeces e insultos contra los anunciantes que, indignados y hartos de las polémicas, han abandonado “X”, su red social desde octubre del 2022. “Jódanse”, les dijo en el encuentro realizado en Nueva York.
La escena podría resumir perfectamente los 13 meses de Musk como dueño de “X”, que hasta julio llevaba el nombre de Twitter. Bajo su mando, la plataforma se ha posicionado como un foco de controversias que alcanzaron su punto máximo cuando el multimillonario nacido en Sudáfrica publicó un tuit en el que coincidía con un post antijudío que defendía una teoría de la conspiración. Básicamente, el mensaje afirmaba falsamente que los judíos avivaban el odio contra los blancos.
“Fue una tontería de mi parte. De 30.000, podría ser literalmente la peor y más tonta publicación que he hecho”, reconoció Musk el miércoles en la entrevista. “Esencialmente, entregué un arma cargada a aquellos que me odian, y posiblemente a aquellos que son antisemitas, y por eso lo siento mucho”, agregó.
Dos días antes de participar en el foro, Musk viajó a Israel. Visitó un kibutz atacado por Hamas el 7 de octubre, habló con las familias de los rehenes israelíes y se reunió con el primer ministro Benjamin Netanyahu y el presidente Isaac Herzog.
Vestido con una casaca de cuero, jeans negros y un collar que le dio un miembro de la familia de un cautivo israelí que dice “Tráiganlos a casa”, el magnate insistió en que “no fue una gira de disculpas”. Pero el impacto del escándalo en la red social genera serias dudas.
Fuga de anunciantes
Las críticas a la “X” de Musk no son nuevas. El también dueño de Tesla ha sido cuestionado por el despido masivo de trabajadores de la red social y por la proliferación de desinformación y discursos de odio en la plataforma desde que tomó el control de la compañía y eliminó algunas de sus herramientas centrales de regulación. Varias figuras públicas y personalidades dejaron “X” desde que el magnate la compró.
La última de ellas ha sido la alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo, quien esta semana anunció que abandona “X” por considerarla una “enorme cloaca mundial” y una “herramienta de desestabilización de la democracia”. Entre sus males enumeró la “manipulación, desinformación, amplificación de las pulsiones de odio, acoso organizado, antisemitismo y racismo demostrados, manadas que atacan a científicos, climatólogos, mujeres, ecologistas, progresistas”, etc.
Pero el golpe más fuerte hasta ahora lo han dado los anunciantes. Unas 200 grandes empresas, entre ellas Disney, Apple e IBM, dejaron de gastar en X desde el mes pasado. Las organizaciones que tomaron la decisión son tan variadas que incluyen a la Comisión Europea, cadenas de comida rápida y campañas políticas. Walmart se convirtió ayer en el último gigante en sumarse a la lista.
El mes pasado, se informó que “X” ha perdido la mitad de su valor desde que Musk la compró. El propio empresario dijo hace poco que si los grandes anunciantes siguen abandonando la plataforma “matarán a la compañía”. Pero, a la vez, enfatizó que no cederá a su “chantaje”.
“No quiero que se anuncien. Si alguien va a intentar chantajearme con publicidad, ¿chantajearme con dinero?: Váyanse a la mierda”, profirió.
Preocupación latente
Quien ha intentado responder a la crisis es la presidenta ejecutiva de “X”, Linda Yaccarino, quien enfatizó que Musk ofreció disculpas por la polémica antisemita. “Este es mi punto de vista en lo que respecta a la publicidad: ‘X’ está de pie en una intersección única y sorprendente de la libertad de expresión y la gente común. Gracias a nuestros socios que creen en nuestro trabajo significativo”, escribió en la red social.
Sin embargo, la crisis no será fácil de sortear. “The New York Times” recuerda que desde que el millonario compró Twitter “algunas marcas han dudado en anunciarse en la plataforma, preocupadas por el comportamiento de Musk y las decisiones de moderación de contenido, que han llevado a un aumento del contenido incendiario y de odio”.
El medio agrega que la publicidad de EE.UU. en la plataforma ha bajado casi un 60% este año, lo que lleva a la compañía a tratar de atraer a los anunciantes y a recuperar a los que se han ido.
Uno de los mayores retos para la empresa es el propio Musk, que en setiembre amenazó con demandar a la Liga Antidifamación, un grupo que lucha contra el antisemitismo, culpándolo de un éxodo masivo de los anunciantes de “X”. La guerra entre Israel y Hamas ha sido un escenario propicio para poner a prueba las regulaciones en la red y evaluar el rol del magante al frente de la empresa.
En su columna de opinión en CNN, la periodista Jill Filipovic enfatizó que bajo el liderazgo de Musk, “X” se ha convertido en “un pantano de prejuicios e intolerancia”. “A los conocidos neonazis y supremacistas blancos se les han restablecido sus cuentas. Los miembros del Estado Islámico regresaron a la plataforma y a algunos teóricos de la conspiración de QAnon se les ha permitido pagar por las insignias de verificación en el sitio (…) Una gira por Israel en medio de una guerra ni siquiera se acerca a resolver el problema de raíz del antisemitismo, y no debería absolver a Musk de la responsabilidad por sus palabras y acciones”, agregó.
Manuel Santillán
Experto en estrategias de comunicación
Elon Musk compró Twitter con un capital de inversión muy alto y de fuentes un tanto cuestionables. Desde que la compró hace un año, Musk quitó a la empresa de la bolsa de valores, hubo despidos y diversas modificaciones a la plataforma, siendo una de las más preocupantes la que tiene que ver con los filtros que se aplican a lo que se publica. Musk ha dicho que no quiere convertirse en un moderador de los contenidos, sino que “X” sea una plataforma de libre opinión.
La última polémica ha llevado al retiro de anunciantes y se está convirtiendo en una novela. Este retiro no deja de ser cuestionable. Por un lado está bien porque se toma postura ante algo considerado éticamente incorrecto, pero por el otro no está bien si se convierte en un mecanismo de presión financiera para acallar voces incómodas.
Musk está buscando nuevas formas de generar ingresos a la plataforma para mantenerla con vida. “X” se sigue utilizando. Muchas personas se fueron, otras optaron por plataformas alternativas, pero la gente sigue ahí, tal vez con una mirada más crítica. Ya no la ven como al Twitter de antes, con un aura más simpática, ahora la gente está ahí porque no hay algo que le haga la competencia.
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