¿Un muro en la frontera con México? ¿Renegociar pactos comerciales? ¿Deportar inmigrantes? Algunas ideas que han surgido en la campaña electoral de Estados Unidos tocan a América Latina como hierros calientes.
Pero incluso más allá de esos temas polémicos, la región podría sentir diversas consecuencias por las elecciones del 8 de noviembre en este país, gane Hillary Clinton o Donald Trump, afirman expertos.
Quizás por eso este fue uno de los temas que más atención generó entre nuestros lectores cuando les preguntamos qué asunto en particular les gustaría que investigáramos sobre la contienda electoral estadounidense.
Si bien un posible triunfo de la demócrata Hillary Clinton, favorita en las encuestas, es visto como una apuesta a la continuidad del gobierno de Barack Obama, algunos creen que podría traer cambios en política exterior, como una mayor presión de Washington sobre Venezuela o Cuba.
La eventualidad de una victoria del republicano Trump, según los analistas, podría desatar un tsunami en las relaciones continentales, por su retórica antiinmigración y proteccionista, o su idea de levantar un gran muro con México.
El domingo Trump sostuvo que hay opresión "por toda Latinoamérica".
"Si (Trump) lleva a cabo lo que está diciendo, esto va a reventar relaciones no solamente con América Latina sino con todo el mundo", dice a BBC Mundo Michael Shifter, presidente Diálogo Interamericano, un centro de análisis en Washington.
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—¿Fronteras abiertas o cerradas?—
Estas elecciones en EE.UU. ocurren en medio de una serie de cambios políticos en América que puede ser la antesala de un nuevo vínculo entre el norte y el sur.
Por un lado, los lazos podrían estrecharse con la llegada de gobiernos más a la derecha y abiertos a Washington en países como Brasil y Argentina, o la normalización de las relaciones de EE.UU. con Cuba impulsada por Obama.
Eso podría traducirse en un aumento del intercambio comercial y de la cooperación en temas que van desde la seguridad hasta la enseñanza, señalan los especialistas.
Pero la campaña estadounidense también ha reflejado una mayor resistencia de la opinión pública local a la apertura de fronteras y acuerdos de libre comercio.
Tanto Trump como Hillary Clinton han hablado de renegociar el tratado Nafta de EE.UU. con México y Canadá, y han rechazado el Acuerdo Transpacífico que Obama impulsó con 11 países, incluidos México, Perú y Chile.
Sin embargo, se percibe una diferencia de tono entre ambos candidatos.
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Donald Trump define el Nafta como "el peor" acuerdo comercial jamás firmado y ha hablado de imponer un arancel de 35% para importaciones desde México, mientras Clinton ha dicho que hay partes del acuerdo que no funcionaron como se esperaba.
Su marido, el ex presidente Bill Clinton, promulgó como ley ese mismo tratado en 1993, durante su primer año de gobierno.
Hillary Clinton "no va a cambiar las reglas de juego" sobre el Nafta, sostiene Arturo Valenzuela, que fue jefe de la diplomacia de EE.UU. para América Latina cuando ella era secretaria de Estado de Obama y hoy es uno de los portavoces de su campaña.
"Lo que ha ocurrido en la región es una evolución de los países en una dirección contraria al 'socialismo del siglo XXI'. Eso va a permitir una mayor cooperación con EE.UU.", dice Valenzuela a BBC Mundo.
En un discurso pago y privado a un banco brasileño en 2013, Clinton dijo que su "sueño es un mercado común hemisférico, con comercio y fronteras abiertas, en algún momento del futuro", según documentos filtrados que divulgó Wikileaks en internet.
Interrogada sobre esto durante su último debate con Trump, Clinton respondió que "estaba hablando sobre energía".
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—¿Más "dureza" con Venezuela y Cuba?—
Claro que América Latina para EE.UU. está fuera de la urgencia que generan otras regiones del mundo con sus propias crisis, como Europa tras el Brexit, Medio Oriente y los conflictos en Iraq, Siria y Afganistán.
Pero Valenzuela señala que "la posible excepción de Venezuela donde la crisis económica, institucional y humanitaria ha alcanzado niveles de gravedad que no se han visto en país de la región en mucho tiempo".
"Quien sea el próximo presidente, ese tema no será menor", afirma.
Clinton ha calificado como "régimen autoritario" a los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, apoyó los reclamos de cambios en Venezuela y las sanciones a funcionarios de ese país aplicadas por el gobierno de Obama.
Diversos analistas creen que si fuera electa, Washington podría ser más firme reclamando reformas en Venezuela o Cuba, una isla donde según Michael Shifter el gobierno de Obama "ha sido totalmente abierto y sin quid pro quo".
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Roger Noriega, quien encabezó la diplomacia estadounidense para América Latina durante el gobierno de George W. Bush, coincide.
"La normalización de las relaciones con Cuba, aunque ella la apoyó, no es su criatura", dice Noriega a BBC Mundo. "Da la impresión de que es un poco más dura en estos temas".
Obama ha buscado aumentar el intercambio con Cuba, levantando restricciones para viajes o importación de productos.
Pero el embargo de EE.UU. a la isla continúa y los expertos creen que la mayor probabilidad de que se levante sería con los demócratas recuperando el control del Congreso, lo que no es seguro que logren.
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—El factor Trump—
En cambio, Trump ha indicado en esta campaña que podría acabar con las medidas para normalizar relaciones con Cuba.
El domingo habló en el estado de Florida de plantarse "contra la opresión del régimen de Castro en Cuba", y manifestarse "en solidaridad con el pueblo de Venezuela, que ama la libertad".
"Por toda Latinoamérica la gente está viviendo en opresión", dijo Trump, según la agencia de noticias AP. "Obama y Clinton han abandonado a nuestros amigos en Latinoamérica y entregado sólo pobreza y desempleo a los hispanoestadounidenses aquí en casa".
El candidato también habló al inicio de la campaña de deportar a 11 millones de inmigrantes indocumentados que hay en EE.UU., en su mayoría latinoamericanos, aunque recientemente moderó su retórica y sugirió que se enfocaría en los que tienen antecedentes penales.
Por su lado, Hillary Clinton apoya las acciones para regularizar la situación de inmigrantes sin papeles que están hace tiempo en el país. "Introduciré una reforma migratoria abarcadora en los primeros 100 días (de gobierno) con el camino a la ciudadanía", dijo en su último debate con Trump.
Este tema también impacta directamente en la economía de América Latina, que recibe por año más de US$65.000 millones de en remesas enviadas por inmigrantes en EE.UU. según estudios, y en la situación de muchas familias que esperan permisos para volver a estar juntas.
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Pero lo que haría realmente Trump si llegara a la presidencia es una incógnita para muchos observadores.
El año pasado dijo que "el concepto de apertura con Cuba está bien" y la revista Newsweek informó que en 1998 una empresa controlada por él exploró "secretamente" negocios con la isla, pese las prohibiciones de EE.UU.
Noriega, que actualmente se desempeña en el centro de análisis conservador American Enterprise Institute, señala que una de sus mayores preocupaciones con Trump es que "no toma el consejo de sus consejeros".
"Hubo circunstancias en que aconsejé al presidente Bush y él no estaba de acuerdo, pero seguía mi consejo porque se daba cuenta de que me contrató para hacer el trabajo", relata.
"No veo que Trump esté dispuesto a hacer eso y esto puede causar problemas serios", advierte. "Un conjunto equivocado de palabras del presidente de EE.UU. puede complicar las cosas por años entre dos países".
Donald Trump ha dirigido su mensaje más hacia México, un país que sorpresivamente visitó en plena campaña para reunirse con el presidente Enrique Peña Nieto y al que sin embargo quiere obligar a pagar por el muro fronterizo.
Pero su retórica, que ha incluido calificaciones de "criminales" y "violadores" para los inmigrantes mexicanos, "ha sido ofensiva para toda América Latina", sostiene Shifter.
"Esto ya ha costado bastante y (si Trump fuera electo) va a haber muchísimas más dificultades para cooperar en cualquier tema", concluye.
Fuente: BBC
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