El domingo, Devin Kelley disparó contra los religiosos que asistían a misa en Southerland Springs, Texas. (Reuters / AFP)
El domingo, Devin Kelley disparó contra los religiosos que asistían a misa en Southerland Springs, Texas. (Reuters / AFP)
Redacción EC

Cuando Paul Brunner llegó en su ambulancia al lugar de la peor masacre en la historia de Texas, la Iglesia First Baptist era un caótico campo de víctimas. Padres lloraban y niños gritaban, y casi todas las víctimas parecían haber sido impactadas por balas más de una vez.

Dos de los primeros cuatro pacientes que el corpulento médico voluntario subió a la ambulancia fueron niños.

"Nuestra inclinación es proteger a los niños, pero el atacante no distinguió", dijo Brunner. "Él no estaba separando a la gente, diciendo: 'No voy a lastimar a los niños, voy a ir tras los adultos que me hicieron mal'".

Cuando las balas volaron en la iglesia ubicada en el pequeño pueblo de Sutherland Springs, dejando a más de dos docenas de muertos, también apagaron las vidas de ocho niños y adolescentes que estaban sentados allí ese domingo con sus familias. Fue la mayor cantidad de menores asesinados en una masacre desde el 2012, cuando murieron 20 niños en la escuela primaria Sandy Hook.

Al igual que aquella masacre en Newtown, Connecticut, el hecho de que el atacante mató a tiros a niños indefensos aumentó la angustia. Las escuelas aledañas rápidamente ofrecieron asistencia psicológica a sus estudiantes.

El atacante, Devin Patrick Kelley, tenía un pasado violento y desordenado. Había sido juzgado por una corte marcial durante su servicio en la fuerza aérea por presuntamente agredir a su esposa y golpear a su hijo tan fuerte que le fracturó el cráneo. Kelley, quien tenía un rifle y dejó al menos 15 cargadores vacíos con 30 balas cada cual, se suicidó de un tiro luego de chocar su auto cuando unas personas lo perseguían.

Investigadores han dicho que la masacre pareció derivar de una riña doméstica que involucra a Kelley y su suegra, quien a veces iba a la iglesia pero aquel domingo no fue.

Una pareja que sobrevivió el ataque, Rosanne Solís y Joaquín Ramírez, dijo que Kelley pasó entre las bancas y disparó a quemarropa a niños que lloraban.

Las autoridades dicen que murieron 26 personas, incluyendo al bebé nonato de una mujer embarazada y la hija de 14 años del pastor, Frank Pomeroy.

"Ahí había tantos bebés. Era una iglesia. Eran familias", dijo Torie McCallum, cuñada de Crystal Holcombe, la mujer embarazada. "Ver como mataba a persona tras persona fue tan desgarrador".

Fuente: AP

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