“Francia necesita un jefe de Estado jupiteriano”. Así, con referencias al máximo dios romano e ínfulas de grandeza, Emmanuel Macron quería enmarcar su presidencia. La frase, dicha en plena campaña electoral del 2016, lo sigue persiguiendo y sus rivales políticos no dudan en recordársela cada vez que atraviesa una crisis, que ha tenido varias, en estos cinco años de mandato.
Macron, un liberal con guiños a la derecha y a la izquierda, entró al Palacio del Elíseo a los 39 años para intentar cambiar la política francesa, que venía de una presidencia opaca de Francois Hollande y varios escándalos de Nicolas Sarkozy. Ahora busca otra vez el apoyo de los franceses para las elecciones de este domingo, sobre todo del 30% de indecisos que serán los que inclinen la balanza.
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Aunque el resultado de hoy podría repetirse, con Macron y la ultraderechista Marine Le Pen pasando a segunda vuelta tal como ocurrió en el 2017, estos cinco años han cambiado al mandatario y también a los franceses. Más realista que cuando empezó su presidencia, Macron continúa mostrándose como una opción alejada de los extremismos. Sin embargo, son las candidaturas extremas las que están aglutinando cada vez más votos.
Según las últimas encuestas, Marine Le Pen sigue sumando adeptos y le pisa peligrosamente los talones a Macron, quien se mantiene primero aunque con apenas 2 o 4 puntos de ventaja, dependiendo del sondeo. Es decir, ambos mantienen un empate técnico. En tanto, el izquierdista Jean-Luc Melenchon [abierto admirador de Hugo Chávez] se aferra al tercer puesto y buscar ser el “voto útil” de la izquierda para llegar al ballotage.
Aunque se desinfló en los últimos meses, la irrupción de Eric Zemmour, que está incluso a la derecha de Le Pen, y su 9% de intención de voto es una muestra más de que los extremos siguen atrayendo. Y no solo eso, la figura de Zemmour, un polemista abiertamente antiinmigrante, islamófobo y antieuropeísta, hizo crecer a Le Pen, quien no ha necesitado tocar estos temas polémicos como en años anteriores, y se ha enfocado más en criticar la gestión de Macron y aprovecharse del descontento.
“Una cosa importante que se ha visto en las encuestas es que la extrema derecha, en total, representa el 33% del electorado. Es enorme. La extrema derecha en este momento en Francia está sumamente empoderada”, explica a El Comercio el analista internacional Francisco Belaúnde Mattosian.
El presidente de los ricos
Si algo ha latigado la gestión de Macron es la etiqueta de ser un esnob, petulante y alejado de la realidad, no solo por su pasado como banquero, sino por varias frases desafortunadas, como cuando dijo que en las estaciones de tren “te cruzas con gente que tiene éxito y otros que no son nada”.
El ‘presidente de los ricos’ lo han llamado, y las manifestaciones de los ‘chalecos amarillos’ acentuaron mucho más esa percepción.
Antes de la pandemia, miles de personas salieron a las calles entre el 2018 y 2019 para protestar contra el alza del precio de los combustibles, una marcha sin liderazgo concreto pero que lo puso contra las cuerdas y lo hizo retroceder en varias de sus propuestas económicas y sociales, como retrasar la jubilación a los 65 años.
Para Enrique Banús, director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Piura, la gestión de Macron no ha sido descollante: “Yo diría que ha sido bastante gris. La política social no es su fuerte ni tampoco se le asocia con ninguna gran línea de gobierno. Macron no es un gran político, pero tampoco ha cometido grandes errores”.
Macron protagonizó otros deslices, como cuando dijo que quería “molestar” a los que no se querían vacunar, quienes no cesaban de protestar por las restricciones que trajo el COVID-19 y la obligación de portar un pasaporte sanitario para tener acceso a lugares públicos.
Esto además del escándalo de su jefe de seguridad, Alexandre Benalla, quien agarró a golpes en el 2018 a varios manifestantes en el centro de París, y que motivó que el Congreso discutiera dos mociones de censura en contra del presidente.
“Él ha intentado hacer varias reformas y casi no las ha hecho debido a la oposición política y a la oposición muy fuerte en las calles. Además, ha ido perdiendo fuerza en el Parlamento y es posible que en la elección legislativa no tenga una mayoría sólida. Su balance no es todo lo que prometió. Él es una persona muy activa, que quiere dejar una huella en la historia, pero en general no ha tenido mucho éxito”, añade Belaúnde, quien, pese a este panorama, avizora que Macron igual pasará a segunda vuelta junto a Le Pen.
“Eso sí, para la segunda vuelta, si gana Macron, su triunfo será mucho más ajustado que en el 2017″. Aquella vez, el liberal ganó con el 66% de los votos, mientras la ultraderechista sacó 33%.
El nuevo líder europeo
Pese a las crisis internas, Macron ha demostrado mayor aplomo en la política exterior y sigue trabajando mucho para erigirse como un líder europeo que busca llenar el vacío dejado por la alemana Angela Merkel. Desde su buena relación con el expresidente Donald Trump, hasta la actual guerra en Ucrania, en la que no ha dejado pasar oportunidad de dialogar con Vladimir Putin y, al mismo tiempo, condenar la invasión rusa. Algo que, obviamente, le ha beneficiado en la campaña electoral.
“Con la guerra en Ucrania, Macron ha levantado un poco su perfil y ha ganado más prestigio. Sobre todo porque a los franceses les gusta seguir teniendo un buen papel a nivel internacional, y a Macron le ha venido bien la retirada de Merkel del escenario europeo”, detalla Banús.
Macron, además, es el único candidato que defiende la OTAN, sobre todo en el contexto de la invasión rusa a Ucrania, y su victoria o derrota podría determinar el curso histórico del papel de Francia en la geopolítica global.
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