El domingo 21 cientos de miles de colombianos salieron a las calles para protestar en contra del gobierno de Gustavo Petro en las que bien pueden ser consideradas las mayores manifestaciones que le ha tocado enfrentar al mandatario en los 20 meses que lleva en el poder.
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Las protestas se concentraron principalmente en Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla bajo el mensaje de “¡Fuera Petro!” y coinciden con un índice del 60% de desaprobación para el mandatario de izquierda, según la más reciente encuesta de Invamer.
El propio Petro reconoció a través de su cuenta en la red social X, antes Twitter, que el descontento por su gestión y el fracaso de sus reformas convocaron a una multitud. “Las manifestaciones contra el Gobierno tuvieron más o menos 250.000 personas en todo el país, fueron fuertes en su orden en Medellín, Bogotá y Bucaramanga. En las demás ciudades, alcanzando 18 sitios, fueron débiles”, señaló el mandatario.
Sin embargo, los organizadores de la marcha han cifrado la convocatoria en medio millón de asistentes, asegurando que solo en Medellín hubo más de 350 mil manifestantes.
La marcha fue convocada en un inicio por la Asociación Colombiana de Cirugía, a la cual se unieron la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas (ACSC), que representa a 69 organizaciones médicas, y múltiples sectores de la sociedad colombiana.
“Efectivamente fueron protestas que tuvieron una convocatoria bastante importante. El número de personas que salió a manifestarse tuvo diferentes razones pero en términos generales fue contra varias reformas que el gobierno ha tratado de impulsar. Han sido protestas significativas y probablemente son la muestra más grande en estos dos años de mandato de Gustavo Petro”, comenta a El Comercio Juan Nicolás Garzón, profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana (Cundinamarca).
- Reformas polémicas -
Una de las principales razones que convocó a los manifestantes contra Petro es el amplio paquete de reformas que ha intentado implementar en estos dos años de gobierno y que han naufragado en el Poder Legislativo.
Desde que estuvo en campaña, Petro prometió reformar el sistema de salud restándole participación a las Entidades Promotoras de Salud (EPS) y devolviéndosela al Estado, tal como sucedía durante la década de 1990. Esto, sin embargo, ha generado gran preocupación en la población y distintos gremios que aseguran que la administración pública no tiene la capacidad de gestionar el sector.
Pese a que la reforma ya fue rechazada en el Congreso, el Ejecutivo encontró la forma de implementar varios de sus ejes por vía administrativa, llegando a intervenir varias de las entidades que sirven de intermediarias de los recursos entre el Estado y los hospitales, para controlar su presupuesto.
“La protesta no es tanto por la reforma porque ya resultó inviable por el Legislativo, sino en contra de la reacción del Gobierno frente a ese hundimiento. Básicamente buscaron impulsar medidas propias del gobierno esa reforma mediante decretos y normas”, explica Garzón.
Según el catedrático, otros elementos importantes son las reformas laboral y pensionaria. “Son paquetes de reforma gruesos y complejos que son resistidos por varios sectores”, asegura.
- Asamblea Constituyente -
A mediados de marzo, Petro propuso convocar una Asamblea Nacional Constituyente debido a que las instituciones “no son capaces de estar a la altura de las reformas” que propone su gobierno.
Desde la oposición esta propuesta ha sido considerada como “peligrosa” por el posible efecto de desestabilización que podría causar en Colombia, además de que sería un atentado contra la ya debilitada institucionalidad del país.
Pero más allá de los actores políticos, la intención de reformar la Carta Magna tampoco ha calado bien en la población, desde donde se percibe como un nuevo intento por imponer sus reformas a toda costa.
“Es un anuncio que como en otros casos se ha quedado en mensajes grandilocuentes pero al ser aterrizada no queda claro su alcance, su naturaleza o cómo va a operar. El presidente hizo un llamado a la necesidad de convocar a estas fuerzas populares a través de una Constitución, en principio como respuesta al hundimiento de su reforma de la salud. Hay diferentes sectores, incluso dentro del propio gobierno, que no han apoyado esta iniciativa. Parece difícil que se vaya a materializar una Asamblea Constituyente, no porque no se pueda sino porque es más un globo con poca forma”, señala Garzón.
- Complejo camino a la paz -
En las manifestaciones del domingo también se pudieron observar distintas pancartas alusivas a la inseguridad, y a la violencia de rebeldes y narcos en el campo.
“Este señor protege más a los malandros (criminales) de la guerrilla que a la gente buena de este país. (...) Es el momento de unirnos para que sienta que no somos los ricos, somos todos, la clase media trabajadora, que necesitamos un cambio”, dijo Betty Ospina, manifestante de 67 años, a la agencia AFP.
La ambiciosa política de “Paz Total” con la que el gobierno aspira desactivar seis décadas de conflicto armado sufre reveses.
Sus detractores rechazan las concesiones que reciben los grupos armados en medio de las negociaciones de paz, pese a las frecuentes violaciones a lo pactado y las pocas muestras de voluntad de deponer las armas.
Garzón alerta que, especialmente en este punto, “el gobierno ha usado las expresiones de descontento para asegurar que se intenta dar un golpe contra del presidente”.
Petro ha asegurado en repetidas ocasiones que las manifestaciones en su contra son gestadas desde la derecha opositora, cuando en realidad se han podido observar a sectores de centro e izquierda pidiendo enderezar el rumbo del país.
Prueba de ello es que, según Invamer, el 70% de los colombianos considera que el país está “empeorando” actualmente.
“Hay una generalización por parte del presidente sobre las fuerzas que convocan a la marcha. Hay partidos políticos y líderes opositores reconocidos, pero al final la marcha también representa a un grupo grande de centro o personas que no tienen una afiliación política tan evidente que no se encuentran satisfechos con el gobierno o están en contra de las reformas. Yo diría que es una generalización que intenta quitarle representatividad a la marcha”, comenta Garzón a este Diario.
En respuesta, Petro ha anunciado que asistirá a las manifestaciones del Día del Trabajo para sumarse a los sindicatos que, tradicionalmente, han sido su punto de apoyo. “Lo que espera el presidente no es que la gente se sume a su marcha del 1 de mayo sino él sumar sus fuerzas a una marcha que normalmente se hace en esa fecha. El presidente intenta capitalizar ese escenario a su favor. Es muy estratégico de su parte porque utiliza esa convocatoria para presentarla como una marcha del gobierno. Al final tiene un efecto y es que profundiza la división porque se entiende como una reacción del gobierno a la importante convocatoria del domingo”, advierte el experto.
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