Las protestas desatadas ayer en Quito y otras ciudades de Ecuador trajeron a la memoria las manifestaciones y la convulsión social que, entre los años 1996 y 2007, provocaron la caída de hasta tres presidentes ecuatorianos.
El politólogo ecuatoriano Santiago Basabe-Serrano, del Departamento de Estudios Políticos de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), analiza así la crisis desatada por la supresión del subsidio a la gasolina en el vecino del norte.
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-Si bien las manifestaciones han bajado de tono hoy, ellas continúan y quienes las encabezan hablan de “medidas indefinidas de protesta”. ¿La crisis puede recrudecer?
-Medidas como las que ha tomado el presidente Lenín Moreno siempre generan tensiones y obviamente hay sectores inconformes. Pero la eliminación del subsidio a la gasolina es una medida trascendental e histórica para el país. Es el primer mandatario que se atreve a tocar ese subsidio
-¿La presión social podría obligar al gobierno a dar marcha atrás o lo ve con la fuerza suficiente?
-Es claro que una opción del gobierno es recular y echarse para atrás, pero creo que en las actuales circunstancias retroceder le podría traer al gobierno consecuencias peores que las que ahora mismo asume. Exceptuando a la gente cercana al expresidente Rafael Correa, la mayoría de fuerzas políticas se han mostrado favorables a las medidas dictadas, lo mismo que los medios de comunicación y buena parte de la opinión pública.
-El presidente ha dicho hoy que no retrocederá. ¿Será suficiente?
-El gobierno cuenta con un apoyo político suficiente como para no dejar de lado las medidas, pero de hecho que ya está teniendo acercamientos con el gremio de transportistas, que es muy fuerte y tiene capacidad de movilización y presión política, para examinar mecanismos compensatorios. Además, por fortuna para el gobierno estamos a puertas de un fin de semana y eso debilita siempre cualquier tipo de movilización.
-La ministra de Gobierno, María Paula Romo, ha hablado de “actores políticos que han aprovechado las circunstancias para provocar el caos”, en clara alusión al exgobernante Rafael Correa.
-La estrategia del movimiento Revolución Ciudanana, que agrupa a los simpatizantes de Correa, es colocar la idea entre la opinión pública de que con él el país andaba mejor y de que durante sus 10 años de gobierno no hubo movilizaciones.
-¿Eso es cierto?
-En alguna medida eso es exacto. Una lectura superficial puede suponer que la población estuvo muy contenta y satisfecha en esa década, otra más de fondo expone que no había movilizaciones debido a que había temor por la criminalización de la protesta y la persecución a los ciudadanos.
-¿El estado de excepción por 60 días decretado por Moreno no genera temor por eventuales excesos que pueda cometer el oficialismo?
-En el caso ecuatoriano no genera tanta tensión social. Desafortunadamente, en la década pasada se la usó con absoluta frecuencia, dejó de ser un decreto extraordinario para convertirse en un decreto de lo cotidiano. Entonces, ,con ese antecedente, la percepción entre la opinión pública no es de tanta alarma o convulsión social como pudiera ser en otro país.
-El fantasma de los derrocamientos ocurridos hace no muchos años ha vuelto a rondar con la violencia de las protestas que sucedieron ayer…
-Pues me parece que el escenario político y social es bastante diferente. Repito que exceptuando el movimiento correísta hay cierto consenso en el resto de actores políticos de que la eliminación del subsidio era necesario. Eso ya te marca una distancia importante con aquellas épocas de inestabilidad. No digo que hoy no haya sectores inconformes con el gobierno, pero la correlación de fuerzas de esas épocas y de esta es muy distinta. Siempre es posible un hecho de inestabilidad en nuestros países, pero en términos reales la inestabilidad o la caída del presidente -afortunadamente para el país- es una posibilidad muy lejana.
-¿Que los sindicatos o indígenas se unan a las protestas puede darle un cariz más peligroso?
-La agremiación sindical ha perdido mucha fuerza desde antes de llegada de Correa y la movilización indígena está debilitada y fraccionada. Pero es cierto que esta última es una movilización con mayor capacidad de resistencia y puede generar una presión. Sin embargo, no la veo con el suficiente empuje para generar una inestabilidad mayor.
-¿Esta es la prueba más dura que está soportando Moreno en sus dos años y medio de mandato?
-Creo que sí, y eso se debe a que es la primera vez en más de dos años, desafortunadamente tan tarde, que el señor Moreno asume una decisión trascendental como estadista pensando en el futuro del país y no en la popularidad. Responde a una decisión histórica que no se había tomado nunca en el país, más allá de los conflictos que está generando.