“Cuando por efecto del placer o del dolor del que se siente afectada alguna de nuestras facultades, el alma entera se concentra en esa facultad, parece que no atienda a ninguna otra; y esto demuestra el error de los que creen que en nosotros arde un alma sobre otra alma”.
Esas líneas –que marcan el inicio del Canto IV del Purgatorio de la “Divina comedia” [el canto 37 si sumamos los 33 del Infierno]– serán leídas, compartidas y discutidas hoy por miles de usuarios en Twitter. Todo gracias a #Dante2018, un proyecto que inició Pablo Maurette y que tiene como meta leer los 100 cantos de la obra maestra de Dante Alighieri durante los 100 primeros días del 2018.
—Qué ironía que la red de los mensajes breves haya servido para que la gente lea más...
La verdad que sí, pero yo siempre le tuve fe a Twitter. Siempre me pareció la red social más prometedora de todas para que se generen espacios creativos. La imposición de 280 caracteres –antes eran 140– obliga a mínimamente pensar un poco lo que uno quiere decir.
—¿Cómo nace la idea de realizar este proyecto?
Otras veces ya he hecho esto de empezar el año leyendo la “Divina comedia”, un canto por día. Esta vez lo anuncié por Twitter, se empezó a entusiasmar la gente y entonces se me ocurrió el hashtag. El 1 de enero, contra toda expectativa, se viralizó.
—Estoy viendo su perfil de Twitter, tiene 11 mil seguidores. ¿Cuánto se ha incrementado con el proyecto?
Tenía unos dos mil y algo antes. O sea: mucho.
—¿Por qué Dante, por qué la “Divina comedia”?
Es una obra infinita, inasible, inagotable. Quizás la cumbre más alta de la literatura universal. Sé que mi juicio es hiperbólico y con cualquier otra forma de arte no me atrevería a decir cuál es la cima, pero en literatura me parece que es la “Divina comedia”. Son tantas las capas de sentido superpuestas que conjuga tantos mundos y que sigue siendo tan relevante hoy como hace 700 años. Al leer uno tiene la sensación de que cada palabra es la palabra perfecta, que ninguna otra quedaría mejor o evocaría lo que se está evocando con mayor vivacidad. Esto es lo más difícil que hay para un escritor. Dante lo logra no una vez, ni diez, sino consistentemente durante los 100 cantos. Es una maravilla sin igual.
—¿Habría resultado igual con otra obra?
No lo sé. Pienso que esta se presta particularmente bien. En primer lugar, porque es una obra que todo el mundo conoce al menos de nombre. El que no la leyó cree que hay que leerla, mientras que el que la leyó sabe que leerla una vez no alcanza. Leer un canto por día es ideal, porque son a la vez cortos y muy ricos, hay bastante para hablar sobre cada uno. Por otro lado, creo que la consigna de los 100 cantos en 100 días es sumamente atractiva. Cien es un número medio mágico, bien redondo, perfecto. Leer un canto bien no lleva más de 30 a 40 minutos. Es algo muy accesible. Creo que tal vez podría funcionar con otras [obras], pero hay que pensar bien cuál. Cuidado que el hecho de que sea una gran obra no basta.
—Las reacciones que ha tenido este proyecto han sido geniales. He visto fotos de libros antiguos, con esculturas, ilustraciones voluntarias. ¿Qué es lo que más lo ha sorprendido de todo esto?
El entusiasmo en general me sigue sorprendiendo mucho. Ya estamos en el día 37 y no mengua sino todo lo contrario, se sigue sumando gente. Y gente muy distinta, de tantos países diferentes. Se ha generado un espacio bastante interesante, creo yo.
—Si bien la “Divina comedia” es inmensa, todos tenemos pasajes favoritos. ¿Cuál es su preferido?
Imposible decir. Cada vez que la leo encuentro cosas nuevas. Tiene tanto. Le podría decir que el comienzo del canto 17, cuando el monstruo Gerión baja a Dante y a Virgilio al octavo círculo... Es un momento tan bello y tan lúgubre que te deja sin aire.
—¿Qué pasará al final de los 100 cantos, qué idea nueva tiene en mente?
Por ahora nada. Estamos disfrutando del largo camino. Después veremos.