¿Qué de nuevo nos traen los resultados de PISA 2015 y qué podemos aprender para mejorar?
El ránking: gran sorpresa (para algunos), no estamos en último lugar y superamos a varios países. Pero los cambios en un ránking solo tienen sentido cuando se trata de los mismos participantes o cuando estos representan la diversidad de situaciones del mundo. Ese no es el caso en PISA. Solo sucede que hay nuevos países que están peor que nosotros.
¿Pero mejoramos? El ránking nunca ha permitido saber eso. Solo podemos concluir que nunca hubo evidencia para afirmar que “somos los últimos del mundo” y ahora esto es totalmente evidente.
Y más allá del ránking, ¿qué podemos decir desde PISA? En verdad, no mucho. Lo principal para el Perú podría resumirse así:
Lectura. El progreso peruano se sostiene. Subimos aproximadamente siete puntos en la escala por año sin parar y sin variaciones desde el 2001 (de 289 a 397 puntos). Ningún país puede mostrar algo así. La propia media de la OCDE (500) no ha cambiado en quince años.
Por supuesto, esto no quiere decir que estemos bien: según un ejercicio (aunque debatible) que realiza la OCDE, nuestros estudiantes de 15 años tienen desempeños equivalentes a los de un estudiante típico de la OCDE pero con dos años menos de educación (aunque en el 2001 esta diferencia era de cuatro años). A esto debe sumarse que, debido a la repetición y el atraso escolar, nuestros estudiantes de 15 años tienen, efectivamente, menos años de escolaridad que uno de la OCDE. Estos resultados muestran el bajísimo nivel que teníamos a inicios de siglo y el largo trecho que aún queda por recorrer.
Si tomamos en cuenta otros estudios podemos constatar que en esta materia nos encontramos, aproximadamente, en los mismos niveles que el promedio latinoamericano y avanzando (lo que no pasa automáticamente).
Matemáticas. Aquí el Perú está un poco más rezagado, en términos relativos. Pero nuestro país se encuentra por encima de varios participantes, incluyendo Brasil y República Dominicana.
Ciencias naturales. Al igual que en matemáticas, el Perú aparece rezagado frente al promedio OCDE. No obstante, supera a algunos países, incluyendo a República Dominicana.
Dado que el Perú no participó de las pruebas del 2003 y el 2006, mirar tendencias en matemáticas y ciencias puede ser problemático.
Cabe añadir que la OCDE ha modificado la manera como computa sus puntajes. Así, en el sentido estricto de la palabra, los datos del 2015 no son comparables con los de años previos y eso resta mucho valor a PISA como estudio.
Si a esto se suma que la prueba no tiene base curricular, no se asocia a un grado específico, presenta problemas con varios procedimientos, algunas técnicas no funcionan para países como el Perú, uno debe preguntarse: ¿cuál es la utilidad de participar en esta evaluación? De hecho, las lecciones que podemos extraer de este estudio son pocas y ya conocidas desde otra evidencia.
Además, si consideramos problemas que tienen una naturaleza política (¿qué tipo de enfoques promueve PISA?, ¿qué tipo de liderazgos internacionales?), esa pregunta hoy se hace mucho más importante.
Nuestro Ministerio de Educación cuenta con una gran capacidad profesional en el área de medición de aprendizajes, pero no hacemos bien al destinarla a estudios poco útiles como PISA o perniciosos como la Evaluación Censal de Estudiantes. Sin embargo, tenemos opciones: (i) los estudios internacionales de la IEA sobre lectura, matemáticas, ciencias y ciudadanía nos darían mayor información (recientemente nos sumamos al de ciudadanía con resultados que se publicarán en el 2017) y (ii) sabemos cómo organizar mejor nuestras propias evaluaciones basándonos en estudios muestrales con una mayor cobertura temática y curricular, con capacidad para derivar en sugerencias para la mejora de la enseñanza, y sin los efectos perniciosos de la Evaluación Censal.
El Perú no tiene más qué aprender de PISA y, como ya no somos los últimos, nadie podría culparnos por abandonar un estudio caro y de escasa utilidad.