Fernando Cáceres Freyre

Aunque el título parece referirse al , me refiero a que a partir del 2021 se han creado cuatro nuevos no laborables adicionales (todos militares); con lo que hemos pasado de 12 a 16 feriados no laborables. Además, en el mismo período se ha incrementado la cantidad de días no laborables para el sector público de cinco a siete (no hay festividad que conmemorar, pero se declaran no laborables para hacer puentes de cara al turismo).

A nadie debe sorprender, imagino, saber que las leyes que crean los nuevos feriados no contienen análisis costo beneficio alguno que permita justificar que –como sociedad– hay más ganadores que perdedores. Menos aún, contienen análisis de alternativas.

Al decretarse los nuevos feriados, debió analizarse, primero, que el Perú posee una gran tasa de informalidad (71,1% según Cómex); una cantidad gigante de personas que no están sujetas al goce de estos días, y a quienes nadie les devuelve el tiempo en el que no han podido generar ingresos por la paralización del país (lo mismo pasa con los que, no siendo formales, trabajan de manera informal).

Segundo, tendría que haberse considerado que el Perú, al tener 30 días de vacaciones y 16 feriados, es el país con más días libres remunerados de todos los países de la OCDE y la Alianza del Pacífico (nos siguen Malta y Austria con 38, para que se imaginen la diferencia); al mismo tiempo que es el que tiene la menor productividad laboral por persona ocupada de todo ese universo.

Tercero, debió considerarse que, según Cristian Maraví (2024), las grandes corporaciones, al tener una estructura mayor, pueden gestionar mejor los feriados, observándose el mayor impacto en las mypes, que son las más afectadas debido a que operan con presupuestos más sensibles a cambios en la actividad comercial. De hecho, es probable que solo las grandes empresas puedan pagar el triple esos días, que es lo que corresponde para quienes trabajen esos días.

Cuarto, cuando compites por abastecer mercados extranjeros, enfrentas a empresas que no tienen que pagar tantos días al año sin que los colabores produzcan. Y vivimos en uno de los países con mayor rigidez laboral del mundo, donde flexibilizar cualquier norma laboral es prácticamente imposible, porque sirve para aglutinar protestas de un sector de la izquierda que suele no considerar la importancia de la productividad.

Quinto, debería haberse considerado que hay alternativas para conmemorar días sin la necesidad de obligar a que todo el país se paralice. De hecho, el 23 de julio pasado es uno de los nuevos días declarados feriados (en este caso el Día de la Fuerza Aérea), pero para la FAP todo julio es considerado mes de la FAP y hay 14 días en los que tienen actividades programadas, lo que no implica que sea necesario declarar 14 días feriados.

Lamentablemente, si eres un empresario peruano de una empresa micro, pequeña o mediana, las reglas de juego te empujan cada vez más a automatizar procesos y que sean las máquinas las encargadas de producir. Total, ellas no tienen que parar en feriados. Algo que evidentemente juega en contra de la empleabilidad en el país de cara a la era de la inteligencia artificial.

Por ello, es particularmente importante revisar alternativas a decretar feriados no laborables forzosamente. Así, por ejemplo, el BCR (2023) sugiere conmemorar fechas festivas sin descanso forzoso, implementar “feriados flotantes” (negociadas entre la empresa y como ocurre en algunas provincias de Canadá), o establecer feriados que puedan mover hacia un viernes o lunes de cara a impulsar el turismo interno a fin de generar que al menos un grupo de la sociedad gane con esa medida.

No tenemos que conmemorar todo vagando.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Fernando Cáceres Freyre es director ejecutivo de Síntesis Consultoría