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La renuncia del ahora exministro Avelino Guillén ha terminado por aclarar, si acaso hacía falta, las verdaderas intenciones que este gobierno tenía con el sector Interior. El presidente Pedro Castillo ha confesado que llegó a la presidencia sin la menor idea de cómo debía ejercer su cargo. Lo cierto es que, si vemos en retrospectiva cómo han venido sucediendo los hechos (que han derivado en una crisis total del Gabinete), nos daremos cuenta de que en Palacio sí sabían perfectamente qué hacer con la policía desde un inicio.
Me explico. Una de las primeras cosas que hizo el mandatario antes de asumir el poder fue conformar su guardia policial. Esta estuvo liderada por los coroneles Wilberto Bernal (natural de Chota) y Jaime Huatuco (quien ya habría sido removido). Ambos fueron designados el 26 de julio a pedido de quien sería el futuro presidente. Los dos estaban a cargo de cuidar cada movimiento que hacía Castillo dentro y fuera de Palacio. De hecho, estos coroneles pueden ser de las pocas personas que sepan de todas las veces que el jefe del Estado acudió clandestinamente a la casa de Sarratea.
Una semana después de ponerse la banda presidencial, Castillo recibió en su despacho a quien sería el próximo jefe de la policía, Javier Gallardo. El general no fue solo. Lo acompañó, como informó este domingo “Panorama”, la proveedora del Estado e investigada por la fiscalía Patricia Sovero.
Gallardo volvería al mes siguiente a visitar al mandatario, pero ya convertido en comandante general. No solo iba a Palacio por él. Otras veces acudía para reunirse con Huatuco, como señala el registro oficial de visitas.
El 23 de octubre, el jefe de la policía cambió las reglas del proceso de ascensos a generales (hoy con denuncias de que hubo pagos de por medio) para tener absoluto control sobre el mismo. Diferentes fuentes policiales aseguran que había un especial interés del mandatario para que ascendieran los miembros de su guardia personal. Sin embargo, esto no se concretó. Entre los que sí lograron su ascenso están cuatro coroneles que acudieron a Palacio durante las evaluaciones: dos a ver a Bruno Pacheco y los otros dos, a Wilberto Bernal.
Luego vino lo que ya se sabe: el intento de Gallardo de pasar al retiro a los jefes de la Dircote, Dirincri, Región Lima, entre otros. El desmantelamiento de la Diviac. Su propuesta de poner a sus allegados y a los que fueron a Palacio en direcciones claves. Su insubordinación ante Guillén. El pedido a los generales para que le informasen sobre todos los operativos antes de que se realizasen. El general, desde luego, actuaba sintiéndose protegido por la presidencia. El exministro ha dicho que en esta historia se nota que ha habido una acción concertada. Viéndolo en perspectiva, lo tenían todo planificado.
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