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De las redes a las calles
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En Nepal, miles de jóvenes de la llamada generación Z se levantaron cuando el gobierno bloqueó las principales redes sociales. Lo que para algunos parecía una medida técnica, para ellos significó algo mayor, un intento de silenciar su voz. La respuesta fue inmediata, salieron a las calles y mostraron que, en esta época, cortar el acceso digital es también un intento de cortar la democracia.
El Perú no es ajeno a este despertar. En las últimas semanas, la llamada Marcha Generación Z convocó a miles de jóvenes. Lo que comenzó como un mensaje en plataformas digitales terminó en movilizaciones en plazas y avenidas. No puede dejarse de mencionar que estas expresiones traen consigo riesgos, tales como enfrentamientos, heridos, daños materiales y un escalamiento de la violencia que no puede ser justificado. Sin embargo, es importante observar que detrás de cada una de estas convocatorias hay una nueva forma de organización, nacida y potenciada en las redes.
Para esta generación la protesta no empieza en la calle, empieza en un hashtag, en un hilo explicativo, en un video que se comparte en segundos. Allí se informa, se convoca y se viraliza la indignación. Las redes sociales se han convertido en el megáfono de una juventud que ya no acepta ser espectadora. Por eso es clave aprender a distinguir la verdad de la manipulación, contrastar fuentes y mantener una mirada crítica.
Hoy, la protesta se complementa con transmisiones en vivo, memes que condensan críticas profundas y campañas que viajan más rápido que cualquier discurso oficial. Es, en cierto modo, una evolución de la política, más inmediata, creativa y desafiante.
La lección es clara, no se trata de incendiar edificios ni de responder con violencia. Se trata de que esta generación está aprendiendo a hacerse escuchar con las herramientas que domina mejor que nadie, la tecnología, las redes, la inmediatez. El reto es que esa energía no se pierda en el ruido, sino que se traduzca en cambios reales, en propuestas, en un voto consciente e informado, porque si aprendemos a usar esta fuerza con responsabilidad, no solo estaremos frente a marchas o tendencias pasajeras, sino frente a una transformación en la forma de ejercer una manifestación democrática.

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