
El trabajo remoto pasó de ser una estrategia temporal de contingencia a transformarse en un cambio estructural en el mundo laboral. Lo que se originó como una respuesta durante la pandemia se ha convertido en una exigencia para los trabajadores, en particular para la generación Z. Mientras que las generaciones anteriores valoraban aspectos tradicionales como el salario, los jóvenes de hoy consideran la flexibilidad como un requisito indispensable.
Un informe de la consultora Forrester indica que el 75% de las empresas a escala mundial implementaron políticas de teletrabajo permanentes después de la pandemia. Por otro lado, un estudio de la Universidad de Stanford demuestra que el teletrabajo incrementó la productividad en un promedio del 13%.
Estas cifras no solo reflejan la eficacia de este modelo, sino que también evidencian una evolución en la cultura organizacional. Sin embargo, esta transformación también conlleva desafíos. Las empresas deben garantizar que sus políticas de teletrabajo sean inclusivas y sostenibles, promoviendo espacios de colaboración y evitando la desconexión entre los equipos.
La realidad es clara: el teletrabajo no es una moda pasajera, sino una herramienta fundamental para el éxito organizacional. Para la generación Z, trabajar desde casa no es un lujo, sino un requisito para tener una vida más plena.
Las empresas que no se adapten a esta nueva forma de trabajo se verán incapaces de atraer al talento del futuro. Adaptarse a esta nueva era es una necesidad para sobrevivir en un mercado cada vez más exigente y dinámico.

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