Cuando hablamos de educación, en realidad hablamos de educar y orientar al estudiante en la formación integral para su participación en sociedad, tanto como un “mayor de edad”, un “nuevo trabajador para el mundo laboral” o como un ciudadano que pueda expresarse de forma consciente, comprometida, compasiva y competente.
Esta última frase, parte del perfil ignaciano de la Compañía de Jesús, propone un paradigma de formación universitaria que toma gran relevancia en nuestra fragmentada realidad. Y no es para menos. A 20 años del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), existen grandes demandas que, lejos de ser atendidas, son utilizadas por algunos grupos políticos para estigmatizar a los ciudadanos y pretender criminalizar la protesta social. Ello evidencia que somos un país (cada vez) más dividido y que urge trabajar en recuperar la confianza en la democracia, en los derechos y en nuestra libertad. Y, en ese sentido, mucho tiene que ver el humanizar la formación universitaria.
En efecto, acercarnos a la esencia del ser humano conlleva encontrar en las universidades una nueva oportunidad para la integración en la diversidad. Evaluar perspectivas. Resignificar nuestra existencia y ponerla al servicio de lo que soñamos. No temer al cambio ni a las manifestaciones de la interculturalidad. Enseñar la democracia y democratizar la enseñanza, lo que implica un trabajo colaborativo entre entidades, docentes y alumnado.
Por ello, es importante la participación de los futuros educadores en diferentes eventos de diálogo académico sobre temas vinculados a la ciudadanía. Un ejemplo de esto es el encuentro interdisciplinario en La Semana de la Educación de la UARM, en la que los propios estudiantes comparten sus experiencias y aprendizajes en temas como el desarrollo saludable de las infancias y juventudes.
Existen muchas perspectivas y caminos para los educadores; sin embargo, no debemos desviarnos de nuestro objetivo final como formadores en diferentes aspectos de la vida: la construcción de una sociedad. Una sociedad más humana.