Mario Ghibellini

La en general, y en particular la que se cultiva en esta comarca olvidada de Dios, nada tiene de bucólica. Y, sin embargo, esta semana el titular de , , y el presidente del , , nos han hecho recordar a Salicio y Nemoroso, los protagonistas de la Égloga I de Garcilaso: aquella en la que el poeta anuncia que se dispone a contar “el dulce lamentar de dos pastores” y añade que lo hará “sus quejas imitando”. Decimos esto porque, ante la aprobación en el de la ley que permite un séptimo retiro de los aportes a las , ellos solo han atinado a bajar melancólicamente la mirada y a musitar con resignación su pesadumbre por lo ocurrido. Una conducta curiosa, si consideramos que el al que representan había manifestado su oposición a tal iniciativa desde antes de que llegara al pleno. La destrucción del ahorro previsional impulsada por una morralla de legisladores persuadidos de que eso les granjeará la gratitud de ciertos bolsones de votantes en una futura elección no es, en efecto, otra cosa que un vil gesto populista y, en esa medida, uno habría esperado que un que se reclama comprometido con el futuro del país ejerciera su derecho a observar la ley en cuestión. Pero cuando todos esperábamos que sus voceros más calificados tronasen frente a tanta bellaquería parlamentaria, solo brotó de sus gargantas un triste yaraví de retracción y apocamiento.

Ilustración: Víctor Aguilar Rúa
Ilustración: Víctor Aguilar Rúa

Tras comunicar a la prensa que la presidente y el Gabinete que él encabeza habían tomado la decisión de promulgar la ley de marras, el premier Adrianzén gimoteó: “Nosotros lo que esperamos [...] es que ese retiro obedezca a necesidades reales de los ciudadanos”. Una invocación por la que los beneficiarios de la medida harán un brindis con el trago que compren saliendo de las oficinas en las que han pasado por caja.

–'Waykis’ con curul–

Por su parte, el ministro de Economía, un funcionario al que injustamente se le atribuye seriedad y ortodoxia en materia fiscal, precisó que el acuerdo de no observar la norma respondía a “la alta votación” que había recibido en el Congreso. Una reflexión que parece ignorar el hecho de que todas las normas susceptibles de ser observadas por el Ejecutivo han sido aprobadas previamente por mayoría en el . Es decir, han tenido una “alta votación”. Según la lógica que postula, entonces, ninguna debería ser observada... En otro momento, además, Arista hizo un aporte seminal a la teoría sobre el equilibrio y el contrapeso entre los poderes del Estado. “No queremos que la población vea que haya (sic) un enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Congreso”, sentenció. Y en la iglesia parisina de Saint Suplice, donde descansan los restos del gran barón de Montesquieu, alguien detectó un estremecimiento extraño de las estructuras.

Sería abusivo, no obstante, culpar solamente a esta versión criolla de los Hermanos Coraje del ánimo sumiso que se registra de un tiempo a esta parte en el comportamiento del Gobierno hacia los nuevos ‘gremlins’ de la Plaza Bolívar. El afán por convertir a todos ellos en una suerte de ‘waykis’ con curul emana sin duda de la portadora de los prestados que sin embargo son fruto de su esfuerzo. Y a los ministros no les queda sino hacerse eco de ese afán y recitar las majaderías que hemos escuchado en estos días... Salvo, claro, que de pronto, en lugar de preservar el poder, prefiriesen preservar la dignidad y renunciaran. Pero, vamos, eso no sucede ni en el mundo idílico de la poesía bucólica, y si en octubre no hay milagros, mucho menos ha de haberlos en abril.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Mario Ghibellini es Periodista

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