El Cementerio General de La Apacheta de Arequipa es uno de los más antiguos del Perú y es considerado patrimonio histórico de dicha ciudad. Sin embargo, el camposanto está por alcanzar su máxima capacidad: actualmente están enterradas 180.000 personas, por lo que la Sociedad de Beneficencia Pública de Arequipa le ha dado cinco años de vida útil.
En vista de ello, esta entidad busca convertir a La Apacheta en un museo. Edgardo Calderón Paredes, presidente de la Beneficencia de Arequipa, explicó que luego de los buenos resultados obtenidos con el programa Venciendo Temores, que propicia visitas nocturnas al cementerio, se decidió firmar un convenio con la Universidad Nacional de San Agustín para levantar un registro detallado de los entierros en La Apacheta; así se podrá conocer parte de la historia de Arequipa.
Gracias a este trabajo se determinó que en La Apacheta están enterrados los primeros mártires arequipeños de la guerra con Chile. Asimismo, se identificaron las tumbas de personajes ilustres como Pedro Diez Canseco, quien fue tres veces presidente de la República, el pintor y escultor Teodoro Núñez Ureta, el empresario Pedro P. Díaz y el caudillo popular Francisco Mostajo, entre otros.
El levantamiento de información permitió hacer un registro detallado de los 715 mausoleos construidos en La Apacheta desde que se inauguró en 1833. De ellos se destaca 50 que serán recuperados por su valor monumental y cultural. La Beneficencia comunicará a las familias propietarias de los mausoleos para hacerse cargo del mantenimiento, y en otros casos, se procederá a declararlos en abandono, pues hace medio siglo que nadie los visita.
Solo en algunos casos los mausoleos sufrieron deterioro en las esculturas. Los mayores daños están en las placas de mármol que recubren las estructuras de sillar o concreto.
VALOR CULTURAL E HISTÓRICO
El ex director de Cultura Teodoro Núñez Medina refiere que el valor de los mausoleos ubicados detrás de la capilla es incalculable. La mayoría de ellos fueron hechos íntegramente en Milán, Italia, con mármol de Carrara.
Otro de los detalles que resalta Núñez es que en la parte posterior del cementerio existe un área que estuvo reservada para los judíos que vivieron en Arequipa en los primeros años del siglo XX. “Se trata de tumbas sobrias pero que tenían incrustaciones de oro en las letras, todo eso fue robado”, detalló.