Otra vez una grabación secreta y otra vez la inevitable referencia. Aquella ocasión también cayó jueves pero la atención del país no estaba, como ayer, en el Congreso de la República sino en un salón del Hotel Bolívar en el Cercado de Lima. El próximo lunes se cumplirán 20 años de esa sorpresiva conferencia de prensa donde los entonces congresistas Luis Iberico, Fernando Olivera y Susana Higuchi se pararon, poco después de las 6 p.m., delante de una pantalla gigante y mostraron a los periodistas asistentes un video que cambió el rumbo del entonces gobierno y marcó la política peruana hasta hoy.
MIRA: Martín Vizcarra: Congreso presenta moción de vacancia contra presidente tras difusión de audios
Se trataba del primer ‘vladivideo’. El impacto de ver a Vladimiro Montesinos (en un video grabado por él mismo) entregando 15 mil dólares en efectivo al entonces parlamentario Alberto Kouri para que se pase a las filas oficialistas fue tan inmediato que, a unas cuadras de distancia, a la entonces presidenta del Parlamento, Martha Hildebrandt, no le quedó otra que suspender la sesión del pleno por el alboroto que se había generado.
La oposición respondió en el hemiciclo entonando el himno nacional mientras la bancada del gobierno se retiraba. Sin embargo, la verdadera consecuencia llegó dos días después: el entonces presidente Alberto Fujimori, convocó a nuevas elecciones y anunció la desactivación del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), feudo de su entonces asesor Montesinos.
Desde entonces, el país ha vivido un constante déjà vu de escándalos políticos donde el punto en común más frecuente han sido audios o videos grabados de manera subrepticia.
Pero si se quiere comparar la magnitud de sus consecuencias, está, desde luego, aquel 20 de marzo del 2018 cuando el entonces congresista fujimorista Moises Mamani presentó en una sala del Congreso unos extractos de videos donde se veía a su colega Kenji Fujimori ofrecerle gestionar obras públicas en Puno a cambio de no apoyar la vacancia del entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski. La revelación fue tan explosiva que el mandatario tu que presentar su renuncia al día siguiente.
Pero también hubo ocasiones en las que este tipo de grabaciones expusieron negociados, o mejor dicho, “faenones”, como el protagonizado por Rómulo León y Alberto Quimper (registrado por la empresa Business Track) que fue revelado la noche del 5 de octubre del 2008 por el programa “Cuarto Poder”.
También están otros de corte más político, como la grabación de la ex congresista Yeni Vilcatoma al ex ministro de Justicia Daniel Figallo en diciembre del 2014, denunciando supuestas presiones e intromisiones del titular del sector.
De igual modo, el audio del ahora congresista Edgar Alarcón cuando era contralor y grabó la conversación que tuvo con el ex ministro de Economía Alfredo Thorne, a mediados del 2017, para señalar que este último lo estaba condicionando respecto a un informe que debía de publicar sobre una adenda del proyecto Chinchero.
Al otro lado de la moneda, se ubica el caso de los audios del CNM que, a diferencia de los ejemplos citados, fueron escuchas telefónicas con autorización judicial que sirvieron para dar a conocer, como nunca antes se había visto, una presunta red de corrupción al interior del sistema de justicia. La primera publicación se dio un 7 de julio del 2018 a través del medio IDL-Reporteros.
El caso comenzó con el seguimiento a una banda de narcotraficantes del Callao y su conexión siguió hasta la Corte Suprema de Justicia. La revelación de estos audios generó, entre otras cosas, la renuncia del entonces presidente del Poder Judicial, Duberlí Rodríguez, la desactivación del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) y la fuga a España del protagonista de las comunicaciones, el ex juez supremo César Hinostroza.
Dicho esto, la difusión de grabaciones como las mencionadas, que de alguna manera desnudan a nuestra clase política y la fragilidad de las instituciones, nos recuerdan de forma inevitable, aunque cada una responda a una motivación distinta, a la huella de esa revelación hecha un 14 de septiembre del 2000 en un salón del Hotel Bolívar, que paralizó al país y marcó la política peruana para siempre.