Alberto Fujimori solo quería ganar, no quería un partido. Pero necesitaba uno para ganar, y lo fundó e inscribió de forma tan práctica el 5 de octubre de 1989, que le puso fecha perentoria –Cambio 90– y lo hizo movimiento, pues la ley de aquel entonces pedía menos requisitos para esa categoría que para la de partido.
La fecha de expiración en el logo y el ser concebido como mero instrumento para postular en 1990 están a la base de sucesivos cambios de piel partidaria del fujimorismo. Andrés Reggiardo conoció a Fujimori cuando este aspiraba a ser rector de la Universidad Nacional Agraria (UNA). Y fue enrolado en sus planes, al igual que Luz Salgado, entonces dirigente de los trabajadores de la UNA. Con el tiempo, Andrés fue congresista, se alejó del gobierno y quedó administrando un C90 que ya se había convertido formalmente en partido, pero que se veía debilitado con cada nueva refundación fujimorista. “Eso siempre me llamó la atención”, me dice Reggiardo, lamentando ese desafecto partidario y rememorando cómo apareció, en 1992, Nueva Mayoría: “Lo manejó Alberto con la gente que trajo Santiago [Fujimori], Jaime Yoshiyama, Martha Chávez y algunos funcionarios del gobierno”.
En 1993, Cambio 90 y Nueva Mayoría se presentaron como alianza al Congreso Constituyente Democrático. Lo mismo hicieron para las elecciones presidenciales de 1995 y para las municipales de 1996. En las primeras triunfaron apoteósicamente en primera vuelta; en las segundas perdieron Lima con el candidato Yoshiyama. El fujimorismo no se quedó en esta dualidad partidaria. Faltaba completar el terceto.
Fujimori en tres pedazos
Hacia 1997, hubo un nuevo impulso partidario que desconocía los anteriores. Fujimori lo autorizó y lo alentó como ya había hecho con Nueva Mayoría. Era su desdén por lo que llamaba indistintamente partidocracia o partidos tradicionales, o sea, organizaciones de lealtades únicas. Y, a la vez, era su simpatía por Absalón Vásquez, dispuesto a instrumentalizarle portátiles y clientelas.
Vásquez fue el principal impulsor de Vamos Vecino y lo bautizó así porque su primera misión electoral fue lanzarse a las municipales de 1998, con Juan Carlos Hurtado Miller de candidato por Lima. Perdieron, pero Vásquez estuvo muy activo agitando bases hasta el 2000.
Como todos recuerdan, el descalabro moral y político del régimen ocurrió en plena campaña por la re-reelección del 2000, cuando se confirmó en audio y video que Montesinos robaba, compraba almas y armaba guerra sucia con dinero público. Fujimori no pudo disociarse de esos crímenes y la alianza Perú 2000, que incluía a Cambio 90, Nueva Mayoría y Vamos Vecino, se deshizo tras su fuga y renuncia en noviembre del 2000.
Cambio a la fuerza
Refugiado en Tokio, Fujimori intentó una nueva postulación. En el 2004, Vamos Vecino había cambiado de nombre a Sí Cumple y designó a Fujimori como presidente del partido. Para esto, Fujimori tuvo que renunciar a Cambio 90. (Ver carta) Pero el plan se deshizo cuando el Jurado Nacional de Elecciones tachó a la alianza Sí Cumple, formada con el plan de postular a Fujimori. Entonces, su familia y su entorno tuvieron que recurrir nuevamente a la inscripción vigente de Cambio 90. Con Nueva Mayoría, formaron la Alianza por el Futuro y postularon a Martha Chávez a la presidencia.
Adiós, cambio 90. Con esta carta Alberto Fujimori renunció desde Tokio al partido que fundó y se embarcó en su última y frustrada candidatura con Sí Cumple, en el 2005. En el 2007 candidateó, con peor fortuna, al Senado japonés. (Fuente: El Comercio)
Así se empezó a gestar el más sensible cambio de piel del fujimorismo. Keiko Fujimori, líder de la bancada, decidió fundar un nuevo partido, llamado Fuerza 2011. Le pregunté a Pier Figari –encargado por Keiko de la inscripción legal– el porqué, nuevamente, de esa limitación de fecha en el logo. Me dijo que se debió al calor electoral, pero que luego de la campaña del 2011, “fue la propia Keiko la que impulsó el cambio a Fuerza Popular (FP), para darle mayor trascendencia al nombre y al origen de base”.
Por cierto, la vieja guardia fujimorista no milita en FP. Si Martha Chávez, Alejandro Aguinaga, Luz Salgado y Luisa María Cuculiza son congresistas es porque fueron invitados a participar en las elecciones de FP, sin ser militantes. Chávez, por ejemplo, militaba en la extinta Nueva Mayoría. Le pregunté a Luz Salgado –la única de los cuatro que sí repetirá el plato el 2016– qué fue de su adherencia a Cambio 90. Me contó que se apartó de C90 cuando Andrés Reggiardo deslindó definitivamente con Fujimori, alrededor del 2010, y consagró el partido a la carrera política de su hijo Renzo. La versión de los Reggiardo sobre la ruptura con el fujimorismo original difiere, pues ellos ponen el acento en la deslealtad que implicó la fundación de Fuerza 2011 dejando de lado al aliado. Cualquiera que haya sido la razón, C90 fue rebautizado como Perú Patria Segura y hoy postula a Renzo Reggiardo.
Fuerza Popular se ha ido ‘desalbertizando’ y convirtiéndose, cada vez más, en el partido de Keiko. La presencia de Kenji –accidentado vocero de Alberto Fujimori– en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de FP como secretario de Agricultura y Medio Ambiente (es agrónomo como su padre) y la invitación a postular a Luz Salgado son los vínculos personales más evidentes con el fujimorismo originario. Lo demás es tensión histórica de padre e hija con proyecto propio, intento de lavar el oscuro pasado para reivindicarlo o para redimirlo.
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"Cateriano, el abogado presidencial", la columna de Erick Sablich Carpio (@esablichc) ► https://t.co/GL8jmpYlQl pic.twitter.com/slIb6q1aO5
— Política El Comercio (@Politica_ECpe) enero 9, 2016