Como si fuera una telenovela, en las “Las hermanas Guerra”, se escuchan los pasionales “¡Para mí, estás muerto!”, “¡Vas a pagar por lo que hiciste!”, “¡Te amo!”, varias veces antes de ver a alguien tirar del gatillo. Perla Guerra, interpretada por Ana Serradilla, a quien su hermana Antonia hizo un daño irreparable, se convierte en la víctima de la historia. Sin embargo, la serie cuenta con muchas capas por retirar más allá de la trama principal, que cautivó a la audiencia de Netflix en sus primeras semanas de estreno.
Se posicionó como la serie más vista de la plataforma en Perú durante su segunda semana de estreno. De hecho, series mexicanas sobre mafia y desamor, con más de 20 capítulos de 40 minutos, ya habían estado en el Top 10 de Netflix. Empezando por “La reina del sur” y su mundo de narcos, y “Madre de alquiler”, como una de las últimas series sobre maternidad y crimen organizado más locas de la plataforma.
Dirigida por el chileno José Ignacio Valenzuela, de “¿Quién mató a Sara?”, “Las hermanas Guerra” comienza con el enfrentamiento de las hermanas Perla Guerra (Ana Serradillo) y Antonia Guerra (Claudia Álvarez). El primer capítulo muestra el derrumbe de su relación, con un matrimonio terminado por la infidelidad de un hombre, Bernardo Centeno (Christian Tappan). Cuando él engaña a Antonia con su hermana el día de su boda, un juego de mentiras crece en la familia y la hija de Perla, Jacinta (Ana Valeria Becerril), sale perjudicada. En su batalla por ser un poco menos infelices, los personajes toman malas decisiones y retuercen la entraña del espectador.
Trailer de “Las hermanas Guerra” o “Sister’s Feud”:
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Una complicada relación de hermanas
Mientras Antonia está dispuesta a matar a cualquier que se le cruce enfrente, con tal de salvar la vida de su hijo adoptivo, Pedro (Bernardo Flores), que está enfermo de cáncer de riñón; por otro lado, el agente retirado Efraín (Erick Elias) ayuda a Perla a cobrar venganza contra su propia hermana.
El umbral de la locura de Antonia bordea la esquizofrenia y el asesinato. El drama se combina con el thriller de investigación, aportado por un grupo de policías mexicanos que apoyan a Perla, y quienes intentan acabar con los crímenes cometidos por su hermana desquiciada y su esposo.
La venganza, de hecho, sostiene la mayoría de las actuaciones en esta serie, excepto la interpretación del actor mexicano Bernardo Flores, falso hasta la médula, peor aún cuando está llorando. Los nervios están a flor de piel entre las hermanas Guerra, que quieren ‘chingarse’ (derrotar) a sus enemigos u obtener justicia. No hay respiros. Entre cada capítulo, ellas quieren agarrarse de los pelos, como Meryl Streep y Goldie Hawn en “La muerte le sienta bien”. En su objetivo de salvar a sus hijos, Jacinta y Pedro, entrarán a la cárcel, borrarán evidencias y seguirán un hilo de mentiras sin cesar.
La manzana de la discordia entre las hermanas empieza con Bernardo Centeno, el líder de un proyecto minero histórico en un pueblo de Durango. Christian Tappan vuelve a ser un pusilánime que coquetea con la mafia, como fueron sus personajes, el socio en “Griselda” y el policía doblegado en “La Reina del Sur”. Aunque la premisa de la serie promete ahondar en las raíces del conflicto familiar entre Perla y Antonia, el guion a menudo repite la infidelidad de Bernardo por encima del desarrollo psicológico de las hermanas Guerra. Lo cierto es que sus tensiones se hubieran enriquecido desde su infancia y las heridas con sus padres, pero ese lado casi ni se aborda.
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Ana Serradilla, siempre un placer
Ana Serradilla, con su expresividad a puro fuego, hace de Perla Guerra un personaje completo: nacido para sufrir, pero que evoluciona a ser una mujer capaz de trazar un plan de escape y aprender ingeniería de minas en un chasqueo de dedos. La interpretación de la actriz recuerda, por momentos, a su icónica Griselda Blanco en “La viuda negra” (2014). Sin embargo, la delicadeza de Perla salva las distancias. En realidad, Claudia Álvarez actuando como su hermana es, en este caso, la psicópata con un arma en las manos siempre a punto de disparar.
Serradilla logra transmitir la lucha interna de Perla, una mujer atrapada entre su deseo de proteger a su hija y la necesidad de enfrentar a su hermana. Aunque su actuación resalta, las similitudes con sus roles anteriores hacen que, en algunos momentos, parezca que su personaje es una extensión de personajes ya conocidos.
Del lado de Claudia Álvarez, Antonia Guerra demuestra la obsesión y la rabia que la convierten en un personaje impredecible. Su arco está repleto de decisiones extremas, desde actos de manipulación hasta acciones que dan pie a persignarse antes de continuar con el siguiente capítulo. Aunque poco común en las series ‘soap opera’ de Netflix, la actriz mexicana se entrega al drama y se vuelve una revelación.
Además del dúo protagónico, las actuaciones de Erick Elías y Sabrina Saera, como los policías con sus propias venganzas por cumplir, destacan en los papeles secundarios. El actor mexicano interpreta a un exagente que acoge a Perla y a su hija, al mismo tiempo que investiga un misterioso caso detrás. A veces, la serie se hace demasiado intensa, debido a su cantidad de tramas. Por su parte, Saera tiene el rol de la mujer comisario cumpliendo la ley del fin justifica los medios, pero después su ética evoluciona, como suele suceder en los melodramas.
Veredicto
“Las hermanas Guerra” ofrece un drama entretenido como para poner los nervios de punta, y tiene tantas tramas que estresa. Hay amor y crimen, incluido un romance LGBT y mafias inesperadas, pero eso agregaría demasiado spoiler a esta crítica, así que lo dejaremos ahí. Por su lado, Ana Serradilla destaca como protagonista, pero la actriz revelación es Claudia Álvarez, en el rol de una de las villanas más trastornadas de las ‘telenovelas mexicanas de Netflix’. La serie hubiera despegado más semanas como la más vista de la plataforma si los episodios fueran emitidos en diferentes fechas, pero tampoco es digna de darle tanta importancia.
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