En los últimos años, el término ‘medicina de precisión’ se ha ido adueñando de los titulares, tanto de la prensa popular como de los artículos científicos en ámbitos académicos. Medicina de precisión o medicina personalizada es aquella que basa sus estrategias de prevención y tratamiento de una enfermedad en la variabilidad genética individual.
En ese sentido, la ciencia promete que en el futuro va a ser posible –luego de un estudio genético personal– dar un tratamiento tan específico que solo va a funcionar en la persona portadora de una cierta configuración genética. Esta disciplina ha tomado gran impulso en Estados Unidos después de que el ex presidente Barack Obama lanzara una iniciativa de medicina personalizada en el 2016.
En ese contexto, en los últimos años se ha desarrollado el concepto de salud pública de precisión. Hoy veremos en qué consiste y cómo los gobiernos municipales (cuyas autoridades elegiremos el 7 de octubre) pueden practicar ya salud pública de precisión en sus jurisdicciones.
—Genética individual—
La medicina de precisión depende del análisis genético del individuo. Sabiendo que la composición del genoma es una característica individual única, el objetivo de la medicina de precisión es encontrar ciertas características genéticas que permitan que algún medicamento pueda funcionar. Ya hay varios ejemplos de este tipo de medicamentos en el tratamiento del cáncer.
Por ejemplo, solo aquellas mujeres con cáncer del seno que tengan la capacidad genética de formar ciertos receptores –llamados HER- 2– en sus células cancerosas podrán beneficiarse de un medicamento bautizado como trastuzumab. Del mismo modo, cánceres de ovario, de pulmón, de riñones o de la piel de tipo melanoma que muestren mutaciones en genes como el EGFR, el T790M, el ALK o el BRAF podrán beneficiarse de estos medicamentos de precisión.
—Salud pública—
La salud pública se preocupa de la salud de la comunidad a gran escala y centra sus esfuerzos en organizar a la sociedad para maximizar el bienestar de toda una población. En ese sentido, diseña y ejecuta programas educativos a largo plazo y fiscaliza el papel de instituciones y gobiernos para garantizar la buena salud en las comunidades.
En contraste con el enfoque centrado en el tratamiento de la enfermedad ya producida, la salud pública se centra en la prevención y en la detección temprana. Al enfocarse en la población, la salud pública busca identificar y administrar los riesgos de las enfermedades en la comunidad. En condiciones ideales, esta disciplina trabaja de la mano con los servicios clínicos de atención de pacientes individuales.
—Dos perspectivas de acción—
El estudio de grandes grupos poblacionales para identificar grupos de riesgo más pequeños es muy antiguo.
El Dr. John Snow, usando un simple mapa de la ciudad, se dio cuenta de que la epidemia de cólera de Londres en 1854 solo afectaba a ciertos vecindarios. Suspendiendo la provisión de agua a esos vecindarios, Snow controló el problema. Del mismo modo que la medicina de precisión se centra en la genética de un individuo para identificar a una persona en riesgo, recientemente se ha sugerido que la salud pública sea también de precisión, aplicando la genética para estudiar grandes grupos de individuos e identificar grupos más pequeños con mayor riesgo genético de desarrollar una enfermedad.
El problema –según un reciente editorial de salubristas de la Universidad de Columbia en Nueva York– es que hay dos corrientes enfrentadas en el modo de implementar la salud pública de precisión. La primera –criticada por dejar de lado la influencia de determinantes sociales en la génesis de las enfermedades– propone hacer estudios genéticos en grandes poblaciones para identificar grupos de riesgo.
La segunda –que sigue centrándose en los clásicos factores sociales y económicos que condicionan a las enfermedades (pobreza, desigualdades sociales)– solo usa estudios genéticos como método adicional en la identificación de grupos de riesgo. Es decir, el primero es un abordaje exclusivamente biológico, mientras que el segundo es más ecológico y social, y de más fácil implementación en países pobres como el Perú.
—El rol de las municipalidades—
En el título V, capítulo II, artículo 80 de la Ley 27972 (Ley Orgánica de Municipalidades), se faculta a las municipalidades provinciales y distritales no solo a “gestionar la atención primaria de la salud, construyendo y equipando postas médicas”, sino también a “realizar campañas de medicina preventiva, primeros auxilios, educación sanitaria y profilaxis local”.
Eso quiere decir que los municipios tienen un papel sumamente importante en el mantenimiento de la salud de sus habitantes. Los municipios deben (al estilo del Dr. Snow) recorrer sus vecindarios para –con encuestas y datos de postas médicas y hospitales– conocer los problemas de salud que afectan a sus vecinos, para así implementar programas de salud pública de precisión en su localidad.
En el Perú, la Municipalidad de San Borja, en Lima, fue pionera en implementar programas de bienestar comunitario y medicina preventiva.
Lamentablemente, algunas de sus iniciativas más importantes en el campo de la salud pública comunitaria, como la Red de Municipios y Comunidades Saludables (que llegó a aglutinar a 753 municipalidades en el Perú) y los preventorios, han sido desactivadas.
Es imperativo que esos programas, auspiciados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) bajo el programa Municipios Saludables, se reactiven y multipliquen en el país. Sabiendo entonces que los alcaldes tienen la enorme oportunidad de implementar programas de salud pública de precisión en sus municipios, ¿ha escuchado usted propuestas de este tipo en los discursos de campaña de los candidatos o las candidatas a las alcaldías?